FOTO: José Hevia
Los clientes son británicos, pero entienden el Mediterráneo: han encargado a los arquitectos una casa envuelta en celosía. En un alto de la sierra litoral de Les Gavarres cercano al faro de Sant Sebastià, entre pinos, alcornoques, encinas y un paisajismo ideado por Roser Vives, Mónica Rivera y Emiliano López levantaron una vivienda vestida de cerámica que mira al mar y se protege del sol.
La delicada celosía de cerámica vidriada que rodea la primera planta de la casa está interrumpida de vez en cuando para enmarcar las vistas lejanas hacia el mar y el puerto. Construido con piezas cerámicas de pavimento fabricadas por Ceràmica Cumella ese velo teje una vestimenta a la carta, una solución a medio camino entre la arquitectura a medida y la lógica del genius loci. Los arquitectos explican cómo se decantaron por actualizar esta solución tan arraigada rompiendo su aspecto tradicional. “Al presenciar el proceso de producción de las baldosas, vimos cómo se fabricaban de dos en dos, unidas por su cara posterior y cómo, una vez cocidas, se separaban. Pensamos que las dos piezas unidas darían mayor estabilidad”. Esta decisión hace que el acabado vidriado aparezca en sus cuatro caras. En cambio, las piezas horizontales están separadas para incorporar una armadura horizontal durante el proceso de ejecución.
Que las piezas son sencillas salta a la vista. Que trabajadas componen un traje a medida lo explican, más allá de la fuerza plástica del resultado final, detalles como: la ausencia de vidriado en el punto de unión entre la pieza vertical y la horizontal -para permitir la adherencia entre ambas- o los remates superiores e inferiores. La parte superior termina la cubierta ajardinada del edificio y la inferior esconde unas persianas enrollables que cierran completamente la casa.
Un sistema de aerotermia completa el cuidado energético visible e invisible ideado para la casa. La aerotermia hace que, en temporadas frías, se genere agua caliente que circula por un circuito continuo debajo del pavimento de piedra caliza de toda la casa. En las estaciones calurosas y húmedas, el sistema genera agua fría mediante unos intercambiadores y aporta aire fresco a las estancias.
La casa, levantada en una estructura de hormigón arenado in situ, tiene dos cuerpos unidos en el lado norte de la vivienda. En la parte baja, donde no hay celosía, las cristaleras están retranqueadas con respecto a la fachada, para evitar el sol. Así, pueden abrirse por completo para convertir la planta baja de la casa en enormes porches despejados que dialogan desde su desnudez con el tejido de la planta superior.
La casa obtuvo la calificación energética clase A.
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