FOTO: Sandra Pereznieto
En Lagos de Puente Moreno, una población mexicana ubicada en Veracruz, junto al Golfo de México, había una cancha de baloncesto rodeada de viviendas sociales y de adolescentes que, sin embargo, apenas la usaban.
La arquitecta Rozana Montiel cuenta que "la cancha permanecía descubierta y en desuso; debido a la exposición al sol, al calor y a la lluvia" por eso su primera idea para recuperar ese espacio cívico fue la de idear una cubierta, un pórtico de fácil mantenimiento, que convirtiera la pista deportiva en refugio bajo el sol o la lluvia.
El resto llegó después. Bajo la gran cubierta, Montiel acomodó un amplio programa en los entre-espacios de las columnas. Así, los restos se convirtieron en partes: las gradas, los miradores, las salas de juego infantil, un área de hamacas, una sala de ejercicios para adultos, los baños y hasta los salones de actividades se acoplaron a los intersticios y hoy no restan transparencia a la intervención.
Si la necesidad y el uso definieron el programa, los materiales los dictó el lugar. El uso de la celosía y la madera de palma en detalles del pórtico evoca la cercanía de la costa. En el ágora, que se extiende frente al pórtico, los arquitectos introdujeron palmeras para dar sombra, y además incluyeron un pequeño foro abierto, área de patinetas, y mobiliario para comer al aire libre. También debido a la proximidad del mar, los proyectistas emplearon materiales resistentes que dan frescura y sombra a la plaza para volver habitable el exterior abandonado. Deporte, tiempo libre, adolescentes, espacio público y construcción de la ciudad. Del manejo generoso de estas cuestiones depende en gran medida también la salud y el bienestar de una población.
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