Por: Eugenia de la Torriente
Gwyneth Paltrow habla a sus hijos en castellano. Hubiera sido mucho más elegante no poner la antena durante el paseo entre paredes forradas de recuerdos de la sede del Valentino Garavani Archives. Pero fue imposible: una actriz de Hollywood con un vestido de cola y un chaval en brazos con el que parlotea en castellano es una imagen bastante más vívida que la felicitación de Navidad de Haakon y Mette-Marit.
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Por: Eugenia de la Torriente
Givenchy ha decidido que no volverá a hacer desfiles de alta costura. La del próximo otoño fue la primera colección que se mostró en una presentación. Para demostrar que la decisión no tiene nada que ver con ajustes presupuestarios -sino con la voluntad de apreciar mejor la ejecución-, los responsables de la casa llegaban a afirmar que el montaje que se vio el martes (para prensa) y miércoles (para clientas) en París era más caro que la pasarela convencional. Y se exhibía esta foto de Willy Vanderperre (protagonizada por las modelos-musas de Riccardo Tisci) como una de las evidencias.
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Por: Eugenia de la Torriente
Modelo Cleopatra de la primera colección prêt-à-porter de Patricia Rosales.
Patricia Rosales es una diseñadora de calzado española con historia francamente curiosa. Tiene 29 años y hace uno que montó una fábrica en Elda (Alicante) en la que emplea a unos 15 artesanos para producir zapatos de alta costura. Asegura que, sobre todo, para princesas árabes y actrices rusas.
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Por: Eugenia de la Torriente
Estos días se dice en París que el futuro de que la alta costura pasa por ofrecer más y mejor servicio para sus pocos -pero, según ellos, crecientes- clientes. Dado que nadie es transparente con sus números (ventas, precios, costes...), es difícil saberlo. En todo caso, si la alta costura se convierte solo en un masaje para el ego de millonarios, con desfiles privados y cuantos mimos puedan imaginar, saldríamos todos perdiendo. Empezando por un oficio que encierra su poesía en los armarios de las élites en la era de las audiencias globales.
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