Si Jorge Vázquez pretendía que su colección fuera brillante, lo ha conseguido. Al menos literalmente. El diseñador gallego ha enhebrado su propuesta para la próxima temporada Otoño-Invierno en torno a los flecos de pedrería. Unas barracos piezas que aparecían, primero tímidas, en sus propuestas para el día, transitaban después por sus vestidos de cóctel y culminaban las cinematográficas prendas de noche con las que cerró su presentación dentro de la platafomra MFShow. Los cristales aparecían hasta en las pantunflas destalonadas que lucían sus modelos masculinos. El creador gallego asegura que le obsesionan porque confieren "movimiento y brillo a la vez que un efecto degradé".
La parte más interesante de su catálogo, sin embargo, se movía en los márgenes de este leit motiv. Las prendas en lamés y lúrex verde esmeralda y naranja resultaban tan vibrantes como viables. Y lo que es más difícil todavía tratándose de un tejido iridiscente y tornasolado, sofisticadas. Incluso en los pantalones pesqueros que protagonizaban los looks de día parecían una opción realista (y apetecible) más allá de las pistas circenses. Riesgo y buen patronaje, una combinación ganadora y casi en peligro de extinción.
Vázquez dispuso su desfile en orden cronológico. Las propuestas con camisas de rayas (con un cristal aquí, una borlita allá) y magníficos abrigos de líneas rectas en mohair dieron paso a severos vestidos ejecutivos cada vez más recargados en cuanto a pedrería. Después llegaron los inevitables (por lo populares) y prescindibles (por lo poco que aportaban al conjunto) vestiditos de cóctel. Más tarde, conjuntos de pantalón años setenta bajo pieles de zorro canadiense, nutria y finracún. Y para terminar, como no podría ser de otra forma, la noche, que oscilaba entre los vestidos de corte sirena y espalda cruzada, los alfombraroja semintransparente con flores bordadas y el colofón: piezas con lentejuelas transparentes y lágrimas de lámpara que gritaban "más es más".
Y pese a la oda al exceso de algunas de sus prendas, ninguna destilaba ni una gota de vulgaridad, como mucho, recordaban a una Carmen Miranda actualizada, sea esto dicho desde la admiración a la cantante y actriz. Vázquez también presentó una pequeña colección de bolsos realizados en colaboración con Mar Flores (sentada en primera fila) a beneficio de la ONG Women Together.
Este desfile supuso además la vuelta del diseñador gallego a la moda masculina. Bombers de lana, chaquetones marinos de piel de nutria y profusión de cuadros príncipe de gales dibujaban, en sus palabras, "a un hombre urbano" y sin miedo a lucir abrigos de piel ni colores como el rosa fresa.
Vázquez consiguió convocar en el Jardín Botánico de Madrid a una primera fila muy aristocrática: Laura Ponte, Eugenia Martínez de Irujo, Fernando Martínez de Irujo, Margarita Vargas, Amelia Bono, Cari y Caritina Lapique, entre otros,
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