30 may 2011

La gigantesca sombra del pigmeo

Por: José Yoldi

Jueces 

Abogados de las asociaciones querellantes contra los magistrados del Tribunal Constitucional, tras presentar la querella en el Tribunal Supremo. Kiko Huesca (EFE)


“Cuando veas un gigante, examina antes la posición del sol, no vaya a ser la sombra de un pigmeo”, decía ya Novalis en el siglo XVIII. Y más de 200 años después, la afirmación del poeta y filósofo alemán sigue siendo válida.
Porque, con sombra de gigante pero altura de pigmeo, cinco asociaciones que representan a la derecha abertzale (patriota) española más recalcitrante, alguna de las cuales acostumbra a hacer política desde los tribunales, han presentado una querella criminal contra los magistrados del Tribunal Constitucional Pascual Sala, Eugeni Gay, Elisa Pérez Vera, Pablo Pérez Tremps, Adela Asúa y Luis Ortega, nada menos que por prevaricación judicial (dictar a sabiendas resolución injusta).
El grave y doloso delito lo habrían cometido cuando con su voto autorizaron que la coalición Bildu, en la que se integraba la izquierda abertzale, Eusko Alkartasuna (EA) y Alternatiba (una escisión de Ezker Batua - Izquierda Unida), pudiera concurrir a las elecciones municipales y forales del 22 de mayo.

Juan Carlos Rodríguez Segura, uno de los abogados querellantes  ha calificado de “infames” y “traidores” a los jueces de Constitucional. Estos habían estimado por un solo voto de diferencia —seis frente a cinco— el recurso de amparo presentado por Bildu y, por tanto, anulaban la sentencia del Tribunal Supremo que, por nueve votos a favor y siete en contra, había declarado ilegales las 254 listas de la coalición impugnadas por la Fiscalía y la abogacía del Estado. El Supremo decía que Bildu se había erigido “como un cauce simulado y fraudulento para soslayar la ilegalización judicial” de Batasuna y así permitir a ETA volver a las instituciones. Y añadía que EA y Alternatiba, a pesar de tratarse de partidos democráticos no ilegalizados, debían “cargar con las consecuencias” de haber adoptado una estrategia equivocada.
Pero seis de los magistrados del Supremo que quedaron en minoría ya señalaron que el veto a Bildu era “insostenible en términos constitucionales y legales”.
De modo que el Constitucional, de acuerdo con ese criterio, estimó lo contrario que el Supremo: que se había vulnerado el derecho de Bildu a acceder a los cargos públicos con los requisitos que señalan las leyes, tal y como establece el artículo 23 de la Constitución. Según la sentencia, los indicios manejados por el Supremo eran “insuficientes” para poder justificar “el sacrificio de los derechos fundamentales de participación política en términos de igualdad y libre defensa y promoción de la propia ideología”. Es decir, que “la simple sospecha no puede constituirse en argumento jurídicamente aceptable para excluir a nadie del pleno ejercicio de su derecho fundamental de participación política”.
Sin embargo, los cinco magistrados del Constitucional que habían perdido, señalaron que sus compañeros se excedieron en sus competencias al valorar de nuevo los indicios, lo que ha dado pie a estas asociaciones de demócratas de toda la vida —contrarias a permitir la libertad de voto a 313.231 personas, que son las que han votado a Bildu— a querellarse contra los seis jueces del Constitucional que sí lo han permitido.
Alegan que Pascual Sala y sus colegas, a sabiendas de lo injusto de su resolución, se extralimitaron en el ejercicio de sus funciones, conculcaron la jurisprudencia del TC, vulneraron los límites de su ley orgánica y violaron las competencias del Supremo sobre la valoración de la prueba al actuar como una segunda casación. Casi nada.
Además, una de las asociaciones querellantes, Defensa de la Nación Española (Denaes), tiene como patrono de honor a Adolfo Prego, magistrado de la Sala del Supremo que tiene que decidir sobre la admisión de la querella.
Lo curioso es que esta no es la primera vez que el Constitucional anulaba una decisión del Supremo sobre estos temas, puesto que en 2009 autorizó a concurrir a las elecciones europeas a una lista de Iniciativa Internacionalista, encabezada por el autor teatral Alfonso Sastre. Y el procedimiento y la argumentación fueron similares. La conclusión: que las pruebas manejadas por el Supremo no eran suficientes para achacar ser testaferro de ETA e ilegalizar a una formación que había condenado expresamente la violencia.
¿Saben cuál es la diferencia entre 2009 y ahora? Que en aquella ocasión la decisión del Constitucional de revocar la sentencia del Supremo se adoptó por unanimidad, en lugar de por seis a cinco votos.
Esperemos que se imponga el buen juicio y que la querella ni siquiera se admita a trámite, porque ya se sabe que, como dijo La Rochefoucauld, “los espíritus mediocres suelen condenar todo aquello que está fuera de su alcance”.
Pigmeos con sombras enormes.

Sombras3 
Sombras proyectadas

Hay 3 Comentarios

Si alguien piensa que la demanda va a salir adelante, que Roma abra sus puertas porque será ese el conocedor de la voluntad de Dios.

Hablando de Roma, decían que la mujer del cesar, a parte de serlo, tenía también que parecerlo. Que un magistrado del TS sea miembro de honor de una de las asociaciones querellantes es, cuando menos, motivo para que se abstenga de la decisión, ya que parece ser parte interesada.

Y en cuanto a la STC de Bildu (la cual intuyo has leído), es clarividente; pone de manifiesto la escasez de argumentos de poder para dar con semejante decisión. Y en este sentido, pone de vuelta y media la demanda del Fiscal, que incluso llega a decir que los elementos subjetivos (la presencia de antiguos miembros de Batasuna) son mínimos e inapreciables (a este respecto dio con una abundante jurisprudencia constitucional a cerca de la participación personal y activa en política). Y es más; el TC recordó que, ante tamaña decisión, se debía cumplir con las exigencias que la ley marcaba, y en cuanto a la continuación de la antigua organización, el fiscal no decía nada de analogía institucional, igual procedencia de recursos económicos, etc. Es decir, que la decisión del TS se sustentó por unos elementos de prueba que el mismo fiscal daba por vagos y débiles (cuestión a parte de documentos probatorios sin firmar encontrados en una carretera, and so on) y que todo parecía haber sido resuelto conforme a una idea preconcebida. Solo así se vio un todo de lo que no era ni tan siquiera una migaja.

Y tildar de traidores e infames a la mayoría del TC me parece una broma de muy mal gusto. Broma y escándalo.

Un fuerte abrazo.

Digo yo que es muy probable que esos especímenes con apariencia humanoide llegaran tarde al reparto de neuronas, y de ahí sus descerebradas querellas. Suerte tienen de que el ridículo no mata.

Estos tíos, los querellantes, si no son tontos, se lo hacen. O más bien, tienen un subdesarrollo craneal preocupante. Ciertamente, los neandertales no se extinguieron y estamos cruzados. Habría que saber cuáles tuvieron una supervivencia aparente y cuales una supervivencia real. Y entre ambos, cuáles aportaron más al desarrollo intelectual. Y sobre todo, a qué grupo pertenecemos unos y otros.
Saludos,
Bartulik.

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Sobre el autor

(Donostia-San Sebastián, 1954)
es periodista licenciado en la Universidad
de Navarra. Lleva en El País desde 1983, donde ha
sido corresponsal de Interior y miembro del equipo de
Investigación. Como redactor jurídico ha cubierto casi todos los
juicios importantes que ha habido en España, desde el 23-F, el
síndrome tóxico o el crimen de los Urquijo hasta los atentados del 11-M.

Sobre el blog

Este blog es un lugar de encuentro sobre temas jurídicos, pero no es para todo el mundo. Es muy recomendable tener mucho sentido común y ganas de sonreír, ya que el humor es síntoma de inteligencia. La única norma es el respeto a los demás. Si usted prefiere insultar es muy libre, pero le agradecería que no se molestase en seguir leyendo, yo también preferiría estar en la playa.
El blog se alimentará también -o principalmente- con la serie de artículos que bajo el título “El último recurso” se publican los lunes en El País

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El último recurso El último recurso. Los artículos que forman parte de este compendio fueron publicados en EL PAÍS bajo el epígrafe El último recurso durante los años 2010 y 2011. Todos ellos fueron escritos durante esas horas de la noche en la que todo parece estar parado y en silencio. Mi objetivo era centrar el foco o aportar un punto de vista particular hacia algunas noticias que me parecía que merecían mayor atención que la que se les había prestado. La otra finalidad, no menor, era que el lector se lo pasara bien y que, a ser posible, esbozara una sonrisa. Y ello, aunque el tema a tratar fuera tan tremendo como la rebaja de cinco años en la condena de un tipo que dejó a su mujer parapléjica a golpes.

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