20 jun 2011

El arcano del juez fallido o el suplente de sí mismo

Por: José Yoldi

Rafael Gimeno-Bayón (centro) Álvaro García 
Rafael Gimeno-Bayón, en el centro, el día de su toma de posesión como magistrado de la Sala de lo Civil por el turno de juristas de reconocida competencia. Álvaro García
 

¿Qué tipo de orgullo adorna a un magistrado del Supremo que se mantiene en su puesto más de dos meses después de que sus colegas hayan sentenciado que no cumple los requisitos para el mismo?
Por si no lo saben, el nombramiento de Rafael Gimeno-Bayón como magistrado de la Sala Civil del Supremo por el turno de juristas de reconocida competencia originó, el 28 de enero de 2010, el primer cisma en el pleno del Consejo General del Poder Judicial.
La Comisión de Calificación, a través de la cual deben de proponerse los candidatos al pleno en forma de terna, había designado como más idóneos para ese puesto a tres catedráticos de Derecho Civil de larga trayectoria: Carlos Lasarte, de la UNED; Juan Roca Guillamón, de la Universidad de Murcia, y Mariano Yzquierdo Tolsada, de la Complutense de Madrid.
Sin embargo, los vocales con más poder en el consejo: Margarita Robles, integrante de Jueces para la Democracia (JpD) y Manuel Almenar, de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), afines al PSOE y al PP, respectivamente, habían encontrado una fórmula mejor. Entre ellos pactaban los candidatos que les interesaban, según el criterio hoy el tuyo, mañana el mío, y luego los imponían a la Comisión de Calificación para que respaldasen sus enjuagues.
Si la comisión aceptaba, perfecto. En caso contrario, pasaban al plan B, consistente en una artimaña legal para puentearla: presentarlo directamente al Pleno. Automáticamente, el nuevo nombre se añadía a la terna surgida de la comisión pero sin haber pasado por su filtro.
Así fue como Robles y Almenar propusieron a Gimeno-Bayón, que no es doctor ni profesor titular ni catedrático, y solo llevaba seis años y tres meses en el ejercicio de la abogacía, en lugar de los 15 requeridos.
Y usted se preguntará ¿qué otros méritos engalanarán a un candidato que resulta elegido con un currículo tan notablemente inferior? Pues quizá no tiene nada que ver, pero Gimeno Bayón era juez en excedencia, perteneció a JpD en su momento y estuvo en la Sección 15 de la Audiencia Provincial de Barcelona, donde fue compañero y amigo de Robles.
La maniobra supuso que el vocal José Manuel Gómez Benítez, miembro de la Comisión, presentase su dimisión de la misma y denunciase el cambio de cromos en los nombramientos.
Como lo que no se hace bien muchas veces no acaba bien, poco más de un año después de aquel nombramiento, el pasado 13 de abril, los 36 magistrados de la Sala de lo Contencioso Admistrativo del Supremo lo revocaron, por abrumadora mayoría, por considerar que Gimeno-Bayón no cumple la condición de llevar 15 años de ejercicio como jurista de reconocida competencia.
Cualquiera al que sus colegas le hubieran dicho que no puede seguir en su puesto, hubiera concluido los casos pendientes y se hubiera retirado discretamente para evitar el oprobio, pero Gimeno-Bayón, a la vista de los tiempos del Supremo —dos meses para que una sentencia cruce la calle Marqués de la Ensenada y llegue al Consejo del Poder Judicial— ha multiplicado su actividad. Además de los casos de la Sala Civil que tenía pendientes, después de saber que tenía que irse, ha participado en las deliberaciones de la Sala del 61 sobre si la coalición Bildu podía presentarse a las elecciones del 22-M y sobre la recusación de Garzón a cinco magistrados de la Sala Penal que tenían que juzgarle por el caso de los crímenes de la Guerra Civil.
La sentencia ya ha llegado al consejo, pero Gimeno-Bayón seguirá ejerciendo por lo menos hasta el 30 de junio, cuando el pleno del organismo la ejecutará. Como el puesto le ha gustado, ahora parece que burlando su propia sentencia, la Sala de Gobierno del Supremo le propondrá para una plaza de suplente, cuando en el Supremo hay magistrados eméritos, pero no suplentes, así que Gimeno-Bayón será suplente de sí mismo.
No se trata de cuestionar su sindéresis, esa capacidad natural para juzgar rectamente, sino que como hace cuatro siglos decía Tirso de Molina, uno de los dramaturgos más grandes que han dado nuestras letras: “Peca de grosero quien aguarda que le digan que se vaya”.

Hay 6 Comentarios

Discrepo con Xavier (comentario de 16/11/2011) y pese al tiempo transcurrido tanto desde su comentario como desde la publicación del artículo, creo que es una cuestión de justicia dejar constancia de mi discrepancia.

Me indigna que en este país todos nos creamos con derecho a difamar a cualquier persona que tenga un cargo o imagen públicos, sin más esfuerzo que el de escribir unas cuantas líneas.
Tuve la suerte de tener de profesor de D. Mercantil a D. Rafael Gimeno-Bayón en el Abat Oliba, y creo que no sólo es un genial profesor sino también un magnífico jurista.

Muchas gracias por su ingenio doña Marta. No sé muy bien en qué concepto me dedica la espinela, sobre todo cuando ya hace más de medio año que se publicó el artículo. No obstante y sin ánimo de regañarle, se suelen dedicar rimas propias, o al menos citar al autor, porque no es elegante apropiarse del ingenio de otro. Y el autor de esa ingeniosa décima no es otro que don Francisco Redondo Benito. Que así conste en este blog. Gracias por su participación y perdone si mi necedad o ignorancia le han molestado.

DEDICADO "AL PERIODISTA" JOSÉ YOLDI:

El SABIO ingenio atesora,
y además sabe que sabe,
aunque de ello no se alabe;
el NECIO ignora que ignora
y vomita hora tras hora
su discurso estomagante.
Si sólo fuera IGNORANTE
y su ignorancia supiera
enmendársele pudiera
su miserable talante,

pero es empresa frustrante
corregir a un NECIO ciego
a lo que no sea su ego:
su altanería arrogante
desanima en un instante.
Y así, entre baladronadas
de otros NECIOS camaradas,
su ingenio huero y vacío
infla su globo baldío
con pedos y carcajadas.

Urge convocar al ilustre jerezano D.Pedro Pacheco para que diga si considera que su célebre frase de hace un cuarto de siglo tiene algo que ver con este caso. Por si hubiera que grabar-la puñetera frase-en oro macizo y colocarla debado del reloj de la Puerta del Sol con réplica en los cataplines de los leones de la Carrera de...caminito de Jerez. Y en ese plan. Ninguno.

mal profesor de derecho mercantil en el Abat Oliba de Barcelona .....

Gracias por la información, está todo muy completo, seguiré al tanto de este tema.

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Sobre el autor

(Donostia-San Sebastián, 1954)
es periodista licenciado en la Universidad
de Navarra. Lleva en El País desde 1983, donde ha
sido corresponsal de Interior y miembro del equipo de
Investigación. Como redactor jurídico ha cubierto casi todos los
juicios importantes que ha habido en España, desde el 23-F, el
síndrome tóxico o el crimen de los Urquijo hasta los atentados del 11-M.

Sobre el blog

Este blog es un lugar de encuentro sobre temas jurídicos, pero no es para todo el mundo. Es muy recomendable tener mucho sentido común y ganas de sonreír, ya que el humor es síntoma de inteligencia. La única norma es el respeto a los demás. Si usted prefiere insultar es muy libre, pero le agradecería que no se molestase en seguir leyendo, yo también preferiría estar en la playa.
El blog se alimentará también -o principalmente- con la serie de artículos que bajo el título “El último recurso” se publican los lunes en El País

Nuevo libro

El último recurso El último recurso. Los artículos que forman parte de este compendio fueron publicados en EL PAÍS bajo el epígrafe El último recurso durante los años 2010 y 2011. Todos ellos fueron escritos durante esas horas de la noche en la que todo parece estar parado y en silencio. Mi objetivo era centrar el foco o aportar un punto de vista particular hacia algunas noticias que me parecía que merecían mayor atención que la que se les había prestado. La otra finalidad, no menor, era que el lector se lo pasara bien y que, a ser posible, esbozara una sonrisa. Y ello, aunque el tema a tratar fuera tan tremendo como la rebaja de cinco años en la condena de un tipo que dejó a su mujer parapléjica a golpes.

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