28 nov 2011

Del nirvana al calabozo

Por: José Yoldi

Diez meses de cárcel para un marido por no alejarse de su exmujer cuando ella le oía tocar la guitarra en el parque.

 

Cris y Dani 004No recuerdo quién comentaba que hay días que dan ganas de suicidarse muy de mañana y no resucitar hasta el día siguiente. Y eso mismo debió pensar el tipo que fue detenido en el Parque de Cánovas, de Cáceres, cuando tocaba pacíficamente la guitarra. Resulta que entre el nutrido auditorio que escuchaba su actuación se encontraba su antigua compañera sentimental, de la que tenía una orden de alejamiento.
Y llegaron dos policías y, tras comprobar que el guitarrista no se podía acercar a su ex a menos de 200 metros, se lo llevaron detenido. Estaba en el nirvana y acabó en el calabozo. De nada sirvió que alegara que estaba tocando la guitarra y que fue ella la que se acercó, tal y como reconocieron los testigos, o incluso que le había dicho a la mujer que se marchara, pero que ella no le había hecho caso. El músico tenía una herida en una pierna que le dificultaba la deambulación, pero tampoco eso se tuvo en consideración.
Continuar con el concierto le ha supuesto al artista una condena de 10 meses de prisión por delito de quebrantamiento de medida cautelar, que acaba de ser confirmada por la Audiencia de Cáceres.
¿Quizá le parezca que se trata de un caso excepcional? Pues no, es relativamente frecuente, salvo por la cuestión de la guitarra. Estos días, la Audiencia de Castellón ha confirmado también la condena de seis meses de cárcel impuesta a un ciudadano rumano que fue “pillado” por la Guardia Civil en el Jardín del Beso, de Burriana —localidad costera de Castellón de 35.000 habitantes—, cuando paseaba con su esposa y con su bebé en un cochecito. El marido, que estaba pendiente de juicio por presuntos malos tratos y no podía acercarse a menos de 300 metros de su cónyuge, fue detenido. Tampoco en este caso sirvió de nada que la mujer explicara a los agentes, y luego en el juzgado, que el matrimonio ya se había reconciliado y que ella había acudido hacía tiempo a la sede judicial para retirar la denuncia e instar la revocación de la orden de alejamiento.
Usted podría pensar que con todas las facilidades que se dan a los presos condenados por otros delitos para su reinserción en la sociedad, la retirada de la denuncia o el perdón de la esposa al marido en los casos en que hay orden de alejamiento deberían ser considerados al menos como atenuantes a los efectos de que las parejas puedan rehacer sus vidas. Sin embargo, no es así.
El artículo 468 del Código Penal no contempla excepciones y castiga indiscriminadamente con penas de seis meses a un año de prisión a todos los que “quebrantaren su condena, medida de seguridad, prisión, medida cautelar, conducción o custodia”. Los jueces están obligados a imponer la medida de alejamiento del agresor en los casos de malos tratos cuando se trata de una pena, en lugar de aplicarla en función de las circunstancias, como era antes de 2003.
Del “Vive la vida peligrosamente” con que nos inundaba la publicidad hace unos años hemos pasado a la sobreprotección, porque la seguridad se ha convertido en uno de los valores más importantes en la sociedad del siglo XXI. Así, los padres extienden su manto protector sobre sus vástagos y el Estado se encarga de protegernos de lo demás: de fumar, de los otros conductores, del ruido, del alcohol en la calle, y a las mujeres, hasta de sí mismas y, a veces, incluso a su pesar.
La Sala Penal del Supremo reunida en Sala General estableció que el consentimiento de la mujer no excluye el castigo del marido cuando este haya quebrantado la condena o la medida cautelar de alejamiento.
Los jueces —como dice la profesora de Derecho Penal Araceli Manjón-Cabeza— se ven en una encrucijada diabólica de la que es responsable el legislador. O cumplen la ley, lo que supone una injusticia o no la cumplen e intentan hacer justicia, lo que incluso podría ser una prevaricación. Y no tienen margen de maniobra. Algunos resuelven la papeleta con una condena para la que inmediatamente solicitan el indulto, pero obviamente no es una solución. La situación es tan kafkiana que hay ocasiones en que por hechos idénticos en casos de violencia de género se producen condenas contradictorias. Y es cierto que algunas mujeres fueron asesinadas por sus parejas tras la reconciliación. pero otras rehicieron felizmente su vida y no se debería cercenar de raíz esa posibilidad. Los jueces tendrían que poder valorar las circunstancias.

Es obvio que se impone una reforma legislativa y no solo por esto, pero seguro que no será en breve, porque con las imposiciones de los mercados parece que el maquillaje y acicalado de otras normas es mucho más importante.
Decía Nietzsche: “Tener fe significa no querer saber la verdad”. Incluso para pasar del nirvana al calabozo por un toque de guitarra.

Hay 6 Comentarios

¡Señoría García! ¡Qué útil es eso de pinchar en su nombre! Aparte de su imagen a contraluz con fondo marino, y que apunta origen cántabro, aparecen todos los comentarios que ha realizado en todos los artículos de mi blog, sin que figure ninguna otra actividad, ni blog personal suyo que yo haya visto.
El caso es que el primer comentario que hizo en el que me felicitaba por mi restablecimiento resulta tierno y maravilloso. Así que en un eventual juicio de faltas por el accidente podría encontrarme “al final del camino a alguno de esos seres togados, tan intrínsecamente injustos, refractarios al servicio público, e insensibles al dolor del justiciable”. Es usía entrañable, dicho sea con todos los respetos y tenga cuidado y no se fíe que hay otros seres con ego por las nubes que se creen con derecho a invadir las vidas ajenas, a manipular y mentir, y también insensibles al dolor ajeno. Y encima no han tenido que sacar una oposición para ejercer su oficio.
Me encantarán esas copas -incluso aunque fuera forense con ganas de erradicarme la hernia-, aunque tal vez mejor después de Navidad y podamos comentar los juicios del 17 y del 31 de enero. Quizá me explique de forma comprensible a mis escasas luces eso de la “interpretación defendible” equivalente a la extravagancia, con el fiscal a favor y otros jueces haciendo lo mismo. Le deseo lo mejor, señoría. Que sepa que no me importaría nada que un ser togado, tan intrínsecamente injusto, refractario al servicio público e insensible al dolor del justiciable, como usted, me juzgara. Al final, me ha alegrado la tarde.

Estimado señor Yoldi:mi perfil, el que importa, puede consultarlo pinchando en mi nombre.Participo en éste blog como lector curioso y un pelín incontinente en ésto de opinar, incluso sobre lo que conoce.No obstante, no le negaré que no va del todo desencaminado. Lo único que le diré es que trabajé en su ciudad natal y he opinado sobre algún asunto en el que intervine personalmente . Si algún día caen esas copas, puede que le haga alguna otra confidencia, de esas que hacen sonreir a periodistas sagaces que creen que siempre hay gente con motivos ocultos. Ánimo con la charla.

Estimado señor García: Le voy a tener que dar el premio al comentarista del mes. Hoy no trabajo, pero he tenido curiosidad por consultar el blog porque, como el tema era vidrioso, suponía que alguien habría tenido la tentación de exponer algún punto de vista diferente.
Me ha divertido ese sutil alarde de ironía cuando dice que mis amigos los jueces “carecen de todo contacto con la realidad social, de un lado, y de otro, es un colectivo fuertemente permeabilizado por la subcultura machista”. ¿Es usted juez, magistrado o fiscal, señor García? ¿Me está sangrando por la herida?
Alégreme un poco la tarde, que cualquier día me salto la profesionalidad bloguera y me voy de copas con usted a celebrar cualquier cosa o a ahogar las penas. Luego alguien dirá que es la inspiración de mis artículos. Y ya veo que con usted hoy no tocan divergencias –¡qué ricos los churritos de culmen de nocturnidad placentera- , ni por lo visto tampoco con el señor Nevado, crítico en otras ocasiones. En fin, me habría apetecido algo de marcha, pero bueno, me dedicaré a preparar una intervención que tengo en diciembre sobre los límites en el tratamiento informativo de la justicia penal con menores. Pestiño con premeditación, alevosía, desprecio de sexo y hacerlo en la morada del ofendido que trataré de aderezar con condenas a periodistas, que siempre gratifican la sonrisa pérfida de la audiencia.
Cordiales saludos a los dos

Sí Sr. Yoldi, tiene usted razón. Cuando dice las cosas bien, al menos según mi criterio, debo reconocérselo. La ley es la ley, y si estuviésemos en un ámbito que no fuese penal, todavía habría margen de maniobra, pero en casos como estos, es difícil eludir la condena. Aunque apunta bien, normalmente se solicita el indulto en la propia sentencia, o se imponen penas mínimas, o se pide la suspensión o sustitución de la pena, si ello es posible. Aunque la idea debe matizarse un pelín, el problema subyacente está muy bien plasmado. Pero bueno, defectos legislativos (que no de técnica legislativa, que estos se cuentan a miles) son cosas normales; sólo cabe esperar que los señores diputados tomen nota y vayan, poco a poco, mejorando, en conjunto, el sistema. Un saludo

Pequeña corrección: es el 57.2CP el que impone "en todo caso" la prohibición de acercamiento y comunicación. La redacción se mantiene vigente aun después de la última reforma 5/2010 como si no hubiera habido ya suficientes barbaridades y se aplica no solo a supuestos de violencia de género , sino también a la violencia doméstica. El 48.2 CP lo que regula es el contenido de la pena.

En fin, espero que este blog no se convierta en un espacio de un solo usuario.Buen artículo, don José, pero cae en saco roto.Como ya sabrá, el legislador presupone que sus amigos los jueces carecen de todo contacto con la realidad social , de un lado, y de otro, es un colectivo fuertemente permeabilizado por la subcultura machista.En un detalle de sabia preocupación por las víctimas introdujo en el 48.2CP la expresión "en todo caso" referida a las accesorias de alejamiento y comunicación que había que imponer a los "agresores" (así los llama directamente la LVSM, para escarnio de lo proclamado en nuestra CE).A partir de ahí, el acabose: novios con fecha de boda sorprendidos en plena disputa por un agente de la Local especialmente celoso de su deber;mujeres que acuden de la mano de su chico al Juzgado donde ayer se dictó st de conformidad para pedir que se le "quite"(sic) la condena impuesta;caballeros sorprendidos por la Ertzaintza un día de domingo saliendo del domicilio de la, se suponía que ex compañera, a comprar los churritos con los que culmina toda placentera noche preludiada por un juicio dos días antes, etc. Recibo las conclusiones del último Curso organizado por el Observatorio: si hay muertas, es pq antes alguien las amenazó y nadie denunció(el dolo de impetu solo existe en los manuales de Penal); las denuncias falsas son mitos"perversos", pero también lo son la adicción al alcohol, las drogodependencias o las enfermedades mentales.Toda conducta responde a un patrón de sometimiento, dominación y machismo, del mismo modo que , en otros tiempos, toda explicación histórica era reconducida a la lucha entre España y la anti-españa o a la existencia de diversas clases sociales.

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Sobre el autor

(Donostia-San Sebastián, 1954)
es periodista licenciado en la Universidad
de Navarra. Lleva en El País desde 1983, donde ha
sido corresponsal de Interior y miembro del equipo de
Investigación. Como redactor jurídico ha cubierto casi todos los
juicios importantes que ha habido en España, desde el 23-F, el
síndrome tóxico o el crimen de los Urquijo hasta los atentados del 11-M.

Sobre el blog

Este blog es un lugar de encuentro sobre temas jurídicos, pero no es para todo el mundo. Es muy recomendable tener mucho sentido común y ganas de sonreír, ya que el humor es síntoma de inteligencia. La única norma es el respeto a los demás. Si usted prefiere insultar es muy libre, pero le agradecería que no se molestase en seguir leyendo, yo también preferiría estar en la playa.
El blog se alimentará también -o principalmente- con la serie de artículos que bajo el título “El último recurso” se publican los lunes en El País

Nuevo libro

El último recurso El último recurso. Los artículos que forman parte de este compendio fueron publicados en EL PAÍS bajo el epígrafe El último recurso durante los años 2010 y 2011. Todos ellos fueron escritos durante esas horas de la noche en la que todo parece estar parado y en silencio. Mi objetivo era centrar el foco o aportar un punto de vista particular hacia algunas noticias que me parecía que merecían mayor atención que la que se les había prestado. La otra finalidad, no menor, era que el lector se lo pasara bien y que, a ser posible, esbozara una sonrisa. Y ello, aunque el tema a tratar fuera tan tremendo como la rebaja de cinco años en la condena de un tipo que dejó a su mujer parapléjica a golpes.

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