¡Redoblen las campanas! ¡Ondeen las banderas! ¡Suba la bolsa! ¡Baje la prima de riesgo! ¡Tres medallas en un día! ¡Y otra asegurada! ¡Vaya festín! Rajoy debería, entre recorte y recorte, declarar el 7 de agosto día festivo para que todos los años recordemos una jornada donde pasamos de que todo nos saliese al revés, a darnos un atracón de éxitos. Se pasarían vídeos en todas las televisiones recordando las gestas al ritmo de “soy español, español, español” y los protagonistas recordarían una y otra vez esta jornada. ¡Qué menos!
Aparecería Javi Gómez Noya para explicar cómo se puede prolongar la fase de agonía física hasta extremos casi inhumanos durante más de hora y media donde en un ejercicio casi masoquista, te hacen nadar 1.500 metros, andar en bici durante 43 kilómetros y correr otros diez. Que hay que tener mala leche para inventarse una competición así. Y le preguntarían qué se siente cuando tus rivales son dos hermanos, los Brownlee, que vete tú a saber lo que tramaban. Gómez Noya hablará de Londres 2012 y seguramente también de Pekín 2008, donde se quedó a las puertas de la medalla y que seguro que le sirvió de motivación y aprendizaje. Andrea Fuentes y Ona Carbonell, por su parte, explicarían (esperemos que para entonces Ona sea un poco más locuaz que ayer en las entrevistas) una y otra vez qué se les pasó por la cabeza durante esos interminables segundos donde después de un ejercicio impactante, no sabían si los jueces les respaldarían dándoles los suficiente para superar a las chinas (un gran ejercicio el suyo también, reconocido hasta por Gemma Ristro Mengual) o por lo contrario tendríamos una razón más para sacar a pasear “la injusticia”. A Marina Alabau le preguntarían qué se siente cuando subes a lo más alto del podium y escuchas el himno de tu pais y de paso que explique cómo su propia federación votó a favor de la desaparición de su especialidad de cara a los siguientes Juegos Olímpicos. El programa especial de esos próximos 7 de agosto debería terminar con una mesa redonda donde jugadoras de waterpolo y balonmano debatiesen, como especialistas que son, sobre el “gen competitivo”. Y por supuesto que la portera del agua, Laura Ester, tendría que revelar lo que les decía a las jugadoras rivales cada vez que les paraba un lanzamiento. Así, año tras año.
La verdad es que no nos puede sorprender mucho la explosión de ayer. Nos guste o no, somos así. Pasamos del 0 al 100, de la depre a la euforia, de ser la leche de malos a ser la pera de buenos (y viceversa), del “este año no nos comemos nada” al “este año nos lo comemos todo” con más rapidez de la que desaparecieron millones de euros en Bankia. ¿10 días para tres medallas? Pues 10 horas para cuatro. Para chulos nosotros. Y espera, que esto no se ha acabado. La fiesta (sí, estos Juegos ya no son un funeral sino una fiesta) continúa hoy mismo. De entrada tenemos a David Cal, un tipo de fiar. Luego el waterpolo frente a Montenegro. Esto me da mala espina, pero sé (o me lo imagino) que los chicos están picados en su orgullo por el éxito de las chicas. Además, si tienen problemas, que se tire Maica García, la boya española, y lo arregla en un santiamén.
Davil Cal, taekwondo, vela, Bolt otra vez en la pista, muchas cosas para ver y disfrutar. Pero sobre todo de 14.30 a 19.00 más o menos tenemos no un enfrentamiento deportivo, sino ¡UNA MISIÓN! Que digo una misión, ¡DOS MISIONES! Dos oportunidades más de vengarnos de las afrentas de nuestro enemigo más cercano, que nos menosprecia constantemente, que se ríe de nosotros poniendo en duda nuestros éxitos con sus guiñoles. Sí, dos España-Francia seguidos. Tienen suerte los franceses de que Hollande y Rajoy se llevan bien y a los dos les cae mal Angela Merkel, que si no, de paso les invadiríamos, intervendríamos los canales de televisión, suprimiríamos programas y pondríamos al mando a “unos de los nuestros” para acabar con las noticias contrarias a nuestros intereses y por supuesto con el espíritu crítico de los malditos guiñoles. Andá, como ha pasado en Televisión Española.
Hablando en serio. El España-Brasil de baloncesto sigue arrastrando polémica. Lógico, pues resultó meridiano que si bien y por supuesto España no jugó a perder (¿cómo se hace esto?) sí que no quemó las naves por la victoria. Con todo el derecho del mundo, según mi opinión. Ahora bien, aceptando que salgan voces críticas y siendo evidente que el prestigio de España se ha visto afectado negativamente, algunas no son de recibo. Como por ejemplo que Le Figaro, periódico francés (no ha sido el único) acuse al equipo español de violar la Carta Olímpica. Hay que tener morro cuando el año pasado pasó lo que pasó en el Europeo de Lituania. Resulta inevitable pensar que más que la supuesta dejadez que daña el espírituo olímpico, lo que les ha molestado por allí es que esto haya provocado tener a España como rival. No es extraño, pues desde que está Pau Gasol, y son muchos años, cada partido ha sido un soponcio para ellos, sobre todo en los últimos Europeos, donde más que ganar, España arrasó.
Día grande ayer. Día grande hoy. Los Juegos llegan a su clímax y no sé si tendré a mano suficientes pantallas como para poder llegar a todo (estar en misa y repicando que decía mi madre) sueño de cualquier seguidor olímpico.
POSTATA DE ÚLTIMA HORA. Me pilla la carrera de David Cal en plena escritura. ¡Qué crack! ¡Qué remontada! ¡Qué bestia! Lo que ha hecho este hombre en los últimos 250 metros, ha sido excepcional. Pedazo de deportista que con su quinta medalla se convierte en el mejor de la historia. Si ya lo decía yo, estoy no hay quien lo pare. ¡Tiembla China, que vamos a por vosotros!