Una enorme explosión sacudió nuestro edificio. Rápidamente fui al segundo piso y vi una espesa humareda negra saliendo de un coche en la rotonda de Bab al-Mudham (a 200 metros de la Biblioteca Nacional). Le dije a los vigilantes que impidiesen salir del edificio al personal, por miedo a un segundo coche-bomba. Más tarde supe que unas 15 personas murieron o resultaron heridas por la explosión. Entre las víctimas había compradores, pasajeros y conductores.