Otro día caluroso. No había electricidad cuando llegué a la oficina. A las 8.35 se restableció la corriente. Inmediatamente el personal desapareció de los pasillos y fue directamente a sus departamentos y oficinas. A las 9.00 todo el mundo estaba ocupado.
Me llamó otro burócrata del Ministerio de Cultura para pedirme que reconsiderase mi decisión de no participar en la Semana Cultural de Irak en Argelia. Le dije que mi decisión era definitiva y que, por principios, nunca permitiré que la Biblioteca Nacional participe en ninguna actividad que pueda dañar la imagen de Irak en un país extranjero. A mi secretaria le cuesta mucho entender por qué he rechazado la invitación.