Sobre el autor

Miguel Gener

Fotoperiodista, editor gráfico, productor, curioso y ojo público en EL PAÍS hasta 2011. Trabajó en el diario, en Tentaciones, en El Viajero y en otros suplementos como Tierra, Salud, Motor...Veinticinco años merendando adrenalina, deprisa, deprisa, surfeando una enorme ola de papel.

Sobre el blog

Días por donde discurre el
pasado.
Días por donde discurre el
presente.
Días abiertos a lo inesperado.

Un blog de fotografías marcadas en la mesa de luz de mi memoria; un juego cruzado de palabras e imágenes; una evocación personal de mis vivencias en el periodismo.

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Días de Fotos

Tiene que llover

Por: | 21 de mayo de 2014

13 de mayo de 1994. Desfile conmemorativo del 150 aniversario de la fundación de la Guardia Civil en el Paseo del Prado, Madrid.

Aquello, más que una celebración fue un castigo divino en forma de diluvio. Creo que todos hubiéramos preferido estar en otro sitio. Ahora es bastante cotidiano y tendemos a pensar que está en el sueldo pero, por primera vez, al menos conmigo de testigo, un presidente del Gobierno fue recibido a su llegada entre gritos de "¡fuera, fuera,fuera!", abucheos e insultos. A mal tiempo, un poema de cara: fondos reservados, Mario Conde, Los Gal, crisis económica, Mariano Rubio, Filesa y un Luis Roldán living la vida loca, en tocata y fuga…      1
Además, el señor Aznar, líder de la oposición  -quedaban pocos meses para su famoso "¡Márchese señor González!"- y el presidente del Gobierno, no intercambiaron ni un simple apretón de manos protocolario. Supongo que tampoco es cómodo para nadie evitarse durante más de una hora y menos en presencia de Los Reyes. Hoy en día, esto de la mala educación institucional y la falta de diálogo, está bien organizado y sospecho que los jefes de prensa de Rajoy y Mas, comparten mensajes kafkianos:

-Vosotros, entráis en punto y nosotros, salimos a menos cinco y viceversa…

-Sí, pero El Águila está dentro…

-Y el mío fuera esperando y son ya las doce ( las once en Canarias).

-Es que lo ha agarrado un paisano preocupado y no suelta…

-Pues nos tomamos un café en la esquina, achuchas al tuyo y avisas por wasap.

 

Pero en 1994, la descortesía era más intuitiva, vamos; más de mirar por el rabillo del ojo al otro,  poner cara de póquer y silbar. Esa mañana de perros, El Rey (con su cadera y juego de cintura intactas), aguantó ante tanto mal rollo, con una expresión razonable y sin paraguas todo el desfile… ¡Faltaría más, para eso vestía de Capitán General! Los guardias civiles, empapados y formados durante horas, con el fantasma de Roldán presente en todo, seguro que tampoco estaban para festejos; sino más para reniegos, búsqueda y captura de tan impresentable sujeto. Y para terminar, este humilde pintor de corte, llegó medio malo y se fue completamente enfermo pero con un fotón: Felipe González aguantando el chaparrón, bajo el paraguas protector del entonces nuevo superministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch...¡Toda una alegoría!

Cuando miro hacia atrás, siempre encuentro algún enlace que va como traje a medida de nuestro presente enfermo. En este caso, es tan llamativo que entresaco varios: “Un mensaje optimista respecto a la salida de la crisis económica”, dice Felipe González, "El desencanto es absoluto; nadie se cree a nadie", dice Rosendo, "Corrupción de personas o de sistemas", en cartas al director...Todos ellos publicados entre el 13 y 14 de mayo de 1994, en el diario El País.

Se marchó el señor González, se marchó el señor Aznar, y luego otro... y ahora tenemos a otro. Dice el tango que veinte años no es nada; la ciudadanía, febril la mirada, necesita que llueva. "Que tiene que llover, tiene que llover, tiene que llover. Que tiene que llover a cántaros".

 

Los grandes:

Ferdinando Scianna

 

Patadas de goma

Por: | 06 de mayo de 2014

31 de octubre de 1987. Manifestación de Madres Unidas Contra la Droga frente a la Jefatura Superior de Policía, en la Puerta del Sol. Madrid.

Siempre me ha gustado conciliar y, por aquello de marear un poco la perdiz y hacer cuatro fotos de lo que prometía ser una concentración rutinaria, me llevé la novia al trabajo. Eran unas doscientas personas reunidas, poco menos que una anécdota para una tarde de sábado, pero, desde el principio, se mascaba cierta tensión entre la policía y esa gente recia: militantes en el sufrimiento de un drama que llenó las cárceles de la época y mandó al otro barrio a muchos hijos toxicómanos.

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"Reyes, por si acaso, espérame en la esquina de Preciados".

El detonante nunca quedó claro. Parece que alguien, aprovechando las apreturas, trató de beneficiarse una cartera, que la policía lo detuvo, lo golpeó, que las concentradas, como si de su propio hijo se tratara, intentaron liberarlo…Estalló una carga desorganizada y desmedida contra todos, gráficos incluidos como tantas veces, simplemente por retratar los hechos. En el momento de la foto, según detenían a Antonio García Vázquez, compañero de profesión al que arrastraron a la Jefatura Superior de Policía -donde le quitaron los carretes-, alguien, un microsegundo despues, no diré quién pues nunca he sido un membrillo, me propinó una hermosa patada con sus botas de autoridad. Es sorprendente lo que uno puede correr cargado de cámaras y con una rodilla coceada, cuando te persigue un defensor de la ciudadanía en estampida. La adrenalina y la economía hacen milagros; en aquellos tiempos cobraba por foto publicada y los carretes había que salvarlos, por lo que, cuando salí por patas pulverizando registros, dejé muy lejos en un instante a la policía, a Usain Bolt y todo aquello. Un rodeo, un entregar carretes a la novia, instrucciones para que pillara un taxi y llevara el material a El País, un beso fugaz y vuelta al lío con mucho cuidadito.

De aquella tarde, me quedo con una patada de goma a mis derechos y con que hay cosas que unen mucho, y si no, que se lo pregunten veintisiete años más tarde, a mi santa…

 

 

Los grandes:

David Seymour

 

 

El País

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