A veces escribo sobre el cómo de una foto, otras, sobre imágenes de ayer que sirven para ilustrar nuestro sobresaltado día a día y en ocasiones, de cosas personales; de algunos recuerdos reprimidos. Los impulsos y el último informe de Unicef es lo que tienen… ¿Es fácil hablar de uno? ¿Qué hace alguien de primera viviendo en tercera? ¿Cómo le afecta? Personas, sentimientos, pérdidas, olores…
Sarura Yusuf lleva al médico a su hijo Fatumo, de dos años, en el campo de refugiados de Liboi, Kenia. Frontera con Somalia(1992)
A primeros de agosto de 1992, avanzada la tarde en la paz de mi casa, casi de noche, suena el teléfono: Miguel, te vas a Somalia, ¡¡¡Mañana!!!
Sin vacunas, con cuatro datos de dónde me meto y con esa sensación maravillosa de ser mordido por la actualidad. ¡Bendita profesión! Marcho feliz dejando atrás a mi santa con dos niñas muy pequeñas, ni siquiera pienso en cómo se organizará. Me esperaban los señores de la guerra, la hambruna, la Champions League del fotoperiodismo.
No encontré señores en la guerra. Sólo jóvenes armados, drogados, extraviados…caos, enfermedad, pobreza, balas perdidas, niños iguales a los míos muriendo como moscas; entre moscas.
Casi un mes más tarde ACNUR me sacaba de Mogadiscio y según aterricé en Nairobi, sin tiempo para una ducha, tomé un avión procedente de Sudáfrica que me alejó definitivamente de aquello. En mi asiento -de primera clase- recuerdo las miradas desoladas y hostiles del resto del pasaje al olfatear el hedor. ¡Pobres! Por más que me fregué en el baño del avión, no había quien lo controlara. Somalia estaba en la ropa, en mi ánimo, en toda la cabina de aire enlatado. Aquel fue un viaje muy largo para todos.
Anteayer leí las denuncias de Unicef: “La pobreza en España tiene rostro de niños. Dos millones trescientos mil pequeños viven bajo ese umbral”. Las tertulias hablaban de bocadillos de pan con pan, de comedores escolares abiertos o cerrados en verano según autonomías, de no estigmatizar a los críos con comedores sociales, de pacto de Estado e inversiones para reducir tan preocupantes cifras.
Estos, son niños españoles y nos sublevamos con los datos, pero, un niño es un niño en todas partes. Hace dos años conmemorábamos con otra hambruna en Somalia, los veinte años de la terrible hambruna de 1992. Las cosas, actualmente son parecidas. El Hambre se entierra en olvido…Hoy, desentierro aquel penado viaje de vuelta y no puedo evitar recordar que en Business, huele a muerto.
Los grandes: