Este Mundial le ha devuelto a uno la fe en unas cuantas cosas.
Uno creía, por ejemplo, que quienes se atrevían a hacer predicciones eran necesariamente tontos o deshonestos. Entre los tontos me incluyo yo, convencido como estaba (lo dije hace unos días) de que Argentina iba a ganar a Alemania y a España. En algún otro lugar opiné también que Ghana iba a ser la revelación y que Milito o Villa iban a ser los máximos goleadores: subrayo mi acierto con Milito.