El verso y la tierra

Por: | 30 de septiembre de 2013

Paisaje Sahara
Cuando el verso se hace tangible en su canto por la tierra
El poeta tirseño Mohamed Uld Ahmed Merhba y el amor a la patria saharaui
 
Resulta difícil encontrar tanto amor expresado hacia una tierra, como el que han vertido por el Sahara Occidental y durante siglos, eruditos y poetas saharauis en el verso que dejaron registrado en la memoria colectiva de su sociedad, como este gaf1 de tres hemer2 y su talaa3 del poeta tirseño Mohamed Uld Ahmed Merhba, uno de los grandes clásicos de la literatura saharaui. El vigor con el que guerrero anticolonial y poeta evocó lugares de su patria y la solemnidad de su verso evocativo me lleva a la fuerza descriptiva de estos extractos del poema Campos de Soria de Antonio Machado.

(…) En la memoria mía
tu recuerdo a traición ha florecido;
y hoy comienza tu campo empedernido
el sueño verde de la tierra fría.


O a los preislámicos versos de امرؤ القيس Imru Kais que forman parte de “Las siete maravillas” de la literatura árabe preislámica, conocidas como  المعلقات السبعة في الشعر الجاهلي   simpar composiciones en las que Imru Kais cantó con prosopopeya desde el lomo de su caballo a los viejos lugares, morada donde acampaban las jaimas de Laila, la joven  que tanto amó y por la que perdió la razón.

قفا نبك من ذكرى حبيب و منزل     

(...) بسقط اللوى بيين الدخول فحومل

Detente y juntos lloremos
efemérides de mi amor,
aquí en Sukti Aliwa entre Dujulí, en Haumali (…)

En el mismo contexto donde el binomio hombre-patria converge para fundirse en uno, están los versos que escribió Walt Withman, en los que celebraba sus treinta y siete años formando parte de la tierra que consideraba su cuerpo y alma.

(…) “Mi lengua, cada molécula de mi sangre formada por esta tierra y este aire.
Nacido aquí de padres cuyos padres nacieron aquí y
cuyos padres también aquí nacieron”. (…)

Sin embargo Uld Ahmed Merhba en estos versos que inició literalmente con esta expresión tan arraigada y profunda en la lengua hasania,  يَلالي   “¡ay de mí!”, desborda cualquier imaginación cuando interpretamos el profundo sentir del poeta al usar este recurso tan intrínseco al dolor por algo que tanto se ama o que se teme perder inesperadamente con tanta tristeza. El apego del saharaui a esta tierra árida, inmensa y de costas desiertas y ojos abiertos hacia el cielo es tan profundo que casi todos los clásicos saharauis del siglo XVIII a la actualidad lo han cantado en sus obras poéticas.

Y estos versos de Mohamed Uld Ahmed Merhba evidencian este indestructible lazo del hombre saharaui con su propia y marcada geografía.

يَلالي مَبــــــعدْ بولوتادْ             ذي النوبَ عادْ ومبعدْ وادْ 

الجنَى عاد  ْو مبعدْ عادْ            بُولريَاحْ و معبدْ لَـﯖـــلاتْ                 

وَ اقيلاس و مبعدْ لجوادْ           واﯖـليب الشـﯔ و لبـــيراتْ              

منْ فمْ انكش و فمْ الوادْ             لبيظ و افامْ التِيـــــــدراتْ

¡Qué lejos está Bu Lautad esta vez!,
y más lejos aún está Uad Eyena
y cuán lejos está Bu Lariah
y lejos está Leglat y Agailas
y qué lejano es Leyuad,
Gleib, Eshig y Leboirat,
de Fum Anagsh4 ,
Fum El Uad Labiad5 
y la desembocadura de Itidarat6.

Y me atrevo a decir, a excepción de los mencionados autores, que pocos son los poetas en la historia de la literatura universal que han cantado con esa intensidad su relación de amor y desplazamiento geográfico en términos de patria como lo hicieron los clásicos saharauis. 

 

1Verso en  hasania.
2Los tres primeros versos sobre los que se construye la talaa, es decir el poema.

3Poema que arranca con los tres primeros versos.

4Lugar de la geografía mauritana donde se encontraba por circunstancia del poeta saharaui, lejos de su patria.
5Lugar en la geografía de Mauritania donde por circunstancia se encontraba el poeta saharaui Uld Ahmed Merhba.
6Otro remoto lugar de la geografía mauritana.

Hay 1 Comentarios

No hay día en que los saharauis no recuerden su desierto, los montes, los ríos (uad), el ganado, las talhas, los frig, el perfume de su vegetación, las jaimas, a los que se fueron y los buenos tiempos en que los saharauis habitaban su tierra en libertad; no los campamentos, no el mohayem, el Sahara Occidental, su verdadera tierra. Y la obsesión de los mayores es que las nuevas generaciones, que no lo conocen, lo descubran, lo amen y lo sientan, mientras llegue el ansiado día del reencuentro. Gracias poetas.

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Y… ¿dónde queda el Sáhara?

Sobre el blog

Intentar mostrar la riqueza de la cultura saharaui. Ese es el objetivo de este espacio. Una cultura nacida de la narración oral, de los bellos paisajes del desierto, de las vidas nómadas y el apego a la tierra, de su origen árabe, bereber y musulmán, de sus costumbres únicas y de la relación con España que se remonta a más de un siglo. Una cultura vitalista, condicionada por una historia en pelea por la supervivencia desde 1975. Coordina Sukeina Aali Taleb

Sobre los autores

Sukina Aali-Taleb Hija del exilio, Sukina Aali-Taleb nació en Madrid por casualidad, de padre saharaui y madre gallega. Es miembro del grupo de escritores La Generación de la Amistad Saharaui y coautora del libro "La primavera saharaui, los escritores saharauis con Gdeim Izik", tras los acontecimientos de El Aaiún, en 2010. Periodista y profesora de Lengua Castellana y Literatura en institutos públicos de Madrid. Como no puede ser de otra manera, apoya al Frente POLISARIO en proyectos de ayuda a su pueblo, refugiado y abandonado a su suerte en Tinduf (Argelia), desde hace cuatro décadas.

Roberto MajánRoberto Maján, ilustrador. Le gusta decir que fue el último humano nacido en su pueblo; piensa que eso lo hace especial. Y que su abuela se empeñó en llamarle Roberto en memoria de Robert Kennedy asesinado cuatro días antes. En la época en que nació y se bautizó, el Sahara era español, en el mal sentido de la palabra. El lo sabía por las cartas que recibía de su tío Ramón, destinado allí en su servicio militar. Los sellos que las franqueaban prefiguraron el universo imaginario que tratará de recrear en las imágenes de este blog.

Bahia Mahmud Awah Bahia Mahmud Awah. Escritor, poeta y profesor honorario de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Madrid, natural de la República del Sahara Occidental. Nacido en los sesenta en la región sur del Sahara, Tiris, la patria del verso y los eruditos. Cursó estudios superiores entre La Habana y Madrid, donde reside. Pertenece al grupo de Escritores Saharauis en lengua castellana.

Willy Veleta Willy Veleta. Willy Veleta consiguió su licenciatura de periodismo de una universidad estadounidense (ahí queda eso) y ha trabajado en todos los canales privados de TV en España… de los que huyó cuando se dio cuenta de que querían becarios guapos. Ahora es profesor de periodismo en inglés y prepara su tercer libro, una novela sobre los medios.

Liman Boicha Liman Boicha. Se licenció en Periodismo en la Universidad de Oriente en Cuba. Después de una larga ausencia regresó a los campamentos de refugiados saharauis y durante cuatro años trabajó en la Radio Nacional Saharaui. Actualmente reside en Madrid. Ha publicado Los versos de la madera y ha participado en varias antologías de poesía saharaui: Añoranza, Um Draiga, Aaiún, gritando lo que se siente, entre otras. Forma parte del grupo poético Generación de la Amistad Saharaui y es miembro de la Asociación de Escritores por el Sahara-Bubisher.

Larosi Haidar Larosi Haidar. Tras el alto el fuego, se instaló en Granada, donde se licenció y doctoró en Traducción e Interpretación. Actualmente es profesor de esta misma disciplina en la Universidad de Granada y ha publicado varios trabajos relacionados con la cultura saharaui. También ha participado en varias antologías de poesía saharaui.

1000 voces para un poema

SANKARA SIDATI2
Poema de Bahia MH Awah, escritor, poeta y antropólogo. Imagen del archivo RASD, el poeta y diplomático saharaui Mohamed Sidati y el desaparecido líder africano Tomás Sankara en 1982 visitando a la República Saharaui y a los campos de refugiados saharauis. 

África vuelo California BA 279

En homenaje a mis hermanos y hermanas del

África negra que surcan por sus

sueños atravesando desiertos y

océanos por un mundo mejor.

 

Lejos y sin cosechas, allí dejo

mi África sin pan.

 

Repetía una y otra vez cuando despedía

tierra firme, su tambor, su mortero y su viejo arado.

Náufrago,

se marchó en busca de otros horizontes,

y el África atrás despedía, sumergida en tristes tinieblas,

de hambrunas,

de guerras de tripas,

de cayucos y pateras,

hundidos con todas las quimeras de la tribu.

 

El pan que un día partió para traer

costaba tanto como el caviar

del “Masa Time Warner Center de Manhattan”.

 

Bububakar, no dejó de llevar consigo un fardo

lleno de ilusiones,

se lo aconsejó el jefe de los saimara,

se lo aconsejó el chej de los bambara,

se lo aconsejó el patriarca de los zulú,

para que el día de la vuelta,

“si Dios navega

en tu habitual deriva de cada mar

viera su nueva chabola rebosando pan,

trigo, maíz, arados y el timbal de tambores”.

 

Desde mi ventanilla busco África y delibero para sofocar

la ira de mi conciencia.

 

Veo una Europa egoísta,

envuelta en oscuras nubes del porvenir,

veo gigantes rascacielos,

veo chimeneas de fábricas triturar mi virgen maíz,

y veo otras ensayar armas que destruyan

los verdes campos de mis trigales,

y al ver otras y otras aldeas de espigas segadas

el dolor remueve mis intestinos vacíos,

esos de quienes llegan la deriva.

 

Preocupados los ancianos del clan,

dicen, de España esta vez llegan al Atlas

blindados de guerra en vez de granos de cebada

para hacer el cuscús del Rif,

y de Francia estorban la vida muchos soldados,

que no dejan de molestar ¡Eh, tu outre ici!

En pleno vuelo,

no dejo de pensar en el viejo continente,

rezo para que esa humanidad vuelva a emerger

otra vez tras este siglo sin siembras

de maíz,

sin arrozales y sin el sagrado trigo de los hijos de Caín.

 

Ya sobre las nubes del Atlántico

siento franqueadas las fronteras,

y rotos los sueños,

los cayucos no cesarán de atravesar estos mares

porque creen que otro mundo más justo es posible.

¿A dónde vas humanidad de tez blanca?

De ojos miopes, azules, oscuros y verdes,

de hurtados cerebros enfermizos,

de vacíos y retuertos vocabularios

de postizos principios y corruptos amigos,

su mundo es tan alejado,

separado y diferente en valores de lucha,

de África y de la franca libertad al mío.

 

Y como africano le confieso que

ni una vez me inclino a la mano que se besa,

ni en mi corazón tengo lugar para cubrir al malvado.

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El País

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