‘Raíces y clamor’ de la juventud saharaui en busca de su tierra

Por: | 30 de abril de 2014

Raices-y-Clamor

Esta entrada ha sido escrita por la periodista y escritora Conchi Moya.

Una de las muchas consecuencias que tiene la ocupación marroquí sobre el Sahara Occidental es que ha condenado al desarraigo a toda una generación de jóvenes saharauis que han nacido fuera de su territorio.

Desarraigo: Extracción de raíz de una planta o árbol. Falta de interés o lazos con el entorno en que se vive.

Los saharauis nacidos en el exilio a partir de noviembre de 1975, fecha en que se produjo el abandono español y la invasión del territorio por parte de Mauritania y Marruecos, constituyen un elevado porcentaje dentro de la población saharaui. Son jóvenes que no conocen su tierra, el Sahara Occidental, de la que se encuentran aislados por el muro de la vergüenza, que parte el territorio como si de una terrible cicatriz se tratase; una herida poblada de minas antipersona, alambradas, material bélico y miles de soldados marroquíes.

Que la vida de estos jóvenes transcurra lejos de su territorio tiene muchas implicaciones. No tienen  recuerdos de la tierra, los montes, el nomadeo, los pozos, la flora y fauna saharauis. No saben apenas de los grandes guerreros que lucharon contra las invasiones del territorio, ni de los poetas que cantaron a Tiris y a Zemmur1. No conocen gran parte de la historia de su país. Aunque cada familia saharaui mantiene en su jaima las tradiciones, conoce el conflicto y custodia como un tesoro su cultura, es muy difícil para un niño, un adolescente, un joven, tener el sentimiento de pertenencia hacia una tierra que nunca ha pisado, una patria de la que le hablan pero nunca ha podido conocer.

Esta sensación se multiplica cuando estos niños viven en la diáspora. La enfermedad, los estudios o el traslado de su familia lleva a muchos jóvenes saharauis a vivir a lo largo de diferentes puntos del planeta. Muchos jóvenes saharauis realizan sus estudios secundarios en diferentes países del mundo, ya que en los campamentos sólo hay un incipiente programa de estudios secundarios, y de momento no se pueden cursar estudios universitarios.

No se puede negar que entre la juventud saharaui hay desarraigo, hay desesperanza, hay abatimiento, hay hastío, añoranza y falta de expectativas e ilusiones. Sólo hay que imaginar lo que supone estudiar, formarse y sacrificarse varios años para volver a una tierra prestada, donde se es refugiado y donde nada es propio, donde no se pueden desarrollar lo que se ha estudiado, no hay trabajo, no hay futuro; mientras que hay una tierra arrebatada, plena de riquezas que no se pueden disfrutar.

Aquellos jóvenes saharauis del 73, los que fundaron el Frente Polisario y llevaron a sus compatriotas de ser un pueblo nómada y beduino a transformarse en una de las sociedades árabes y africanas más cultas y avanzadas, deben tomar como tarea primordial que la juventud saharaui se encuentre con sus raíces y sea parte activa de su causa. Efectivamente la búsqueda de la esencia saharaui es tarea de cada uno de ellos, pero la saharaui es aún, por suerte, una sociedad comunitaria, donde se va mano con mano. Haberse mantenido unidos a pesar de las vicisitudes de estos cuarenta años, ha permitido al pueblo saharaui continuar la resistencia y cosechar muchos éxitos, el primero de ellos no desaparecer. En esto los jóvenes saharauis también deben recibir el abrazo, la comprensión y la ayuda de sus mayores. No nos cabe duda, lo lograrán.

La saharaui ha dejado de ser una literatura exclusivamente oral. Los proyectos para recoger el legado literario en hasania y la publicación de libros de los escritores saharauis en español, en los que se recogen muchos aspectos antropológicos e históricos del pueblo saharaui, pueden suponer una ayuda para el encuentro con sus raíces de estos jóvenes.

La juventud saharaui se organiza en los campamentos, territorios ocupados y en la diáspora en diferentes colectivos, asociaciones y ligas, con las que pretenden tomar las riendas de su futuro, colaborar con su causa, demostrar al mundo que ellos tienen mucho que decir. Concentraciones, seminarios, presencia en foros internacionales… La causa saharaui condiciona sus vidas, al igual que condiciona la vida de todo el pueblo saharaui. La causa no es para ellos una carga si no un orgullo.

Ese compromiso de la juventud saharaui se manifiesta también desde el arte. Así, la joven estudiante de periodismo Ebbaba Hameida, ha querido reflejar las vivencias e inquietudes de sus jóvenes compatriotas en el documental ‘Raíces y clamor’, según sus palabras, “un compromiso con mi pueblo”, planteado como un diálogo con sus compañeros saharauis para saber lo que ellos sienten. “Veía muy importante transmitir ese sentimiento”.

“Raíces y clamor”, es un documental sobre los jóvenes saharauis que sufren de una doble expatriación, han nacido fuera del Sahara y estudian en la diáspora. En palabras de Nicolás Calvo, director del documental, “su esfuerzo no es un esfuerzo personal, sino que está encaminado a ayudar a su pueblo, va más allá de sí mismos”.

Como afirma el joven abogado Sidi Moh Talebbuia  “Mientras siga un saharaui vivo, seguirá viva la causa”. En ‘Raíces y Clamor’ escuchamos a los jóvenes decir que “la lucha por el Sahara es un deber moral de todo saharaui”. “¿Qué es un saharaui fuera de su causa?”, se pregunta Fati Jadad en el documental. Ella misma responde, “es como una hoja arrancada de su árbol: NADA”. Porque como afirman estos jóvenes saharauis “podemos andar perdidos pero al final todos volvemos a nuestras raíces”.

‘Raíces y clamor’, dirigido por Ebbaba Hameida y realizado por Saâd Jebbour, se presentará en el FiSahara (Festival Internacional de Cine del Sahara) que se celebrará en los campamentos de refugiados saharauis entre el 29 de abril y el 4 de mayo.

 1 Regiones en las que se divide el Sahara Occidental. Zemmur al norte del territorio y Tiris al sur.

Hay 1 Comentarios

La lucha contra el desarraigo y la vuelta a las raíces, es un encuentro vital para cualquier ser humano. Solo tenemos vida y memoria en la medida que volvemos a nuestros orígenes. Interesante documental y reflexión.

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Y… ¿dónde queda el Sáhara?

Sobre el blog

Intentar mostrar la riqueza de la cultura saharaui. Ese es el objetivo de este espacio. Una cultura nacida de la narración oral, de los bellos paisajes del desierto, de las vidas nómadas y el apego a la tierra, de su origen árabe, bereber y musulmán, de sus costumbres únicas y de la relación con España que se remonta a más de un siglo. Una cultura vitalista, condicionada por una historia en pelea por la supervivencia desde 1975. Coordina Sukeina Aali Taleb

Sobre los autores

Sukina Aali-Taleb Hija del exilio, Sukina Aali-Taleb nació en Madrid por casualidad, de padre saharaui y madre gallega. Es miembro del grupo de escritores La Generación de la Amistad Saharaui y coautora del libro "La primavera saharaui, los escritores saharauis con Gdeim Izik", tras los acontecimientos de El Aaiún, en 2010. Periodista y profesora de Lengua Castellana y Literatura en institutos públicos de Madrid. Como no puede ser de otra manera, apoya al Frente POLISARIO en proyectos de ayuda a su pueblo, refugiado y abandonado a su suerte en Tinduf (Argelia), desde hace cuatro décadas.

Roberto MajánRoberto Maján, ilustrador. Le gusta decir que fue el último humano nacido en su pueblo; piensa que eso lo hace especial. Y que su abuela se empeñó en llamarle Roberto en memoria de Robert Kennedy asesinado cuatro días antes. En la época en que nació y se bautizó, el Sahara era español, en el mal sentido de la palabra. El lo sabía por las cartas que recibía de su tío Ramón, destinado allí en su servicio militar. Los sellos que las franqueaban prefiguraron el universo imaginario que tratará de recrear en las imágenes de este blog.

Bahia Mahmud Awah Bahia Mahmud Awah. Escritor, poeta y profesor honorario de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Madrid, natural de la República del Sahara Occidental. Nacido en los sesenta en la región sur del Sahara, Tiris, la patria del verso y los eruditos. Cursó estudios superiores entre La Habana y Madrid, donde reside. Pertenece al grupo de Escritores Saharauis en lengua castellana.

Willy Veleta Willy Veleta. Willy Veleta consiguió su licenciatura de periodismo de una universidad estadounidense (ahí queda eso) y ha trabajado en todos los canales privados de TV en España… de los que huyó cuando se dio cuenta de que querían becarios guapos. Ahora es profesor de periodismo en inglés y prepara su tercer libro, una novela sobre los medios.

Liman Boicha Liman Boicha. Se licenció en Periodismo en la Universidad de Oriente en Cuba. Después de una larga ausencia regresó a los campamentos de refugiados saharauis y durante cuatro años trabajó en la Radio Nacional Saharaui. Actualmente reside en Madrid. Ha publicado Los versos de la madera y ha participado en varias antologías de poesía saharaui: Añoranza, Um Draiga, Aaiún, gritando lo que se siente, entre otras. Forma parte del grupo poético Generación de la Amistad Saharaui y es miembro de la Asociación de Escritores por el Sahara-Bubisher.

Larosi Haidar Larosi Haidar. Tras el alto el fuego, se instaló en Granada, donde se licenció y doctoró en Traducción e Interpretación. Actualmente es profesor de esta misma disciplina en la Universidad de Granada y ha publicado varios trabajos relacionados con la cultura saharaui. También ha participado en varias antologías de poesía saharaui.

1000 voces para un poema

SANKARA SIDATI2
Poema de Bahia MH Awah, escritor, poeta y antropólogo. Imagen del archivo RASD, el poeta y diplomático saharaui Mohamed Sidati y el desaparecido líder africano Tomás Sankara en 1982 visitando a la República Saharaui y a los campos de refugiados saharauis. 

África vuelo California BA 279

En homenaje a mis hermanos y hermanas del

África negra que surcan por sus

sueños atravesando desiertos y

océanos por un mundo mejor.

 

Lejos y sin cosechas, allí dejo

mi África sin pan.

 

Repetía una y otra vez cuando despedía

tierra firme, su tambor, su mortero y su viejo arado.

Náufrago,

se marchó en busca de otros horizontes,

y el África atrás despedía, sumergida en tristes tinieblas,

de hambrunas,

de guerras de tripas,

de cayucos y pateras,

hundidos con todas las quimeras de la tribu.

 

El pan que un día partió para traer

costaba tanto como el caviar

del “Masa Time Warner Center de Manhattan”.

 

Bububakar, no dejó de llevar consigo un fardo

lleno de ilusiones,

se lo aconsejó el jefe de los saimara,

se lo aconsejó el chej de los bambara,

se lo aconsejó el patriarca de los zulú,

para que el día de la vuelta,

“si Dios navega

en tu habitual deriva de cada mar

viera su nueva chabola rebosando pan,

trigo, maíz, arados y el timbal de tambores”.

 

Desde mi ventanilla busco África y delibero para sofocar

la ira de mi conciencia.

 

Veo una Europa egoísta,

envuelta en oscuras nubes del porvenir,

veo gigantes rascacielos,

veo chimeneas de fábricas triturar mi virgen maíz,

y veo otras ensayar armas que destruyan

los verdes campos de mis trigales,

y al ver otras y otras aldeas de espigas segadas

el dolor remueve mis intestinos vacíos,

esos de quienes llegan la deriva.

 

Preocupados los ancianos del clan,

dicen, de España esta vez llegan al Atlas

blindados de guerra en vez de granos de cebada

para hacer el cuscús del Rif,

y de Francia estorban la vida muchos soldados,

que no dejan de molestar ¡Eh, tu outre ici!

En pleno vuelo,

no dejo de pensar en el viejo continente,

rezo para que esa humanidad vuelva a emerger

otra vez tras este siglo sin siembras

de maíz,

sin arrozales y sin el sagrado trigo de los hijos de Caín.

 

Ya sobre las nubes del Atlántico

siento franqueadas las fronteras,

y rotos los sueños,

los cayucos no cesarán de atravesar estos mares

porque creen que otro mundo más justo es posible.

¿A dónde vas humanidad de tez blanca?

De ojos miopes, azules, oscuros y verdes,

de hurtados cerebros enfermizos,

de vacíos y retuertos vocabularios

de postizos principios y corruptos amigos,

su mundo es tan alejado,

separado y diferente en valores de lucha,

de África y de la franca libertad al mío.

 

Y como africano le confieso que

ni una vez me inclino a la mano que se besa,

ni en mi corazón tengo lugar para cubrir al malvado.

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