Ilustración de Roberto Maján
DE DIOSES, HOMBRES Y RATONES - Sukina Aali-Taleb
A mis oídos llegó un día la historia de un hombre ciego.Entre verdad y leyenda, este cuento llegó a mí, arrastrado y aupado por el viento. El viento del Sáhara que ruge airado en ocasiones, y otras, como hoy, suave y apacible para permitir que se escuche esta sencilla historia de dioses, hombres y ratones.
Dios fue a visitar a un hombre ciego,
su fin era concederle un único deseo.
El hombre ciego pensó,
y un instante tardó en decidir su deseo.
Entre las miles de cosas que un hombre puede desear,
aquel hombre ciego le pidió a su Dios
ver el mundo del que tanto había oído hablar,
aunque sólo fuera un minuto.
Dios le concedió el deseo,
y le permitió ver el mundo.
Cuando sus ojos se abrieron
y en ellos penetró por primera vez la luz del sol,
la suerte puso en su camino a un peludo y torpe ratón
que avanzaba a saltitos sobre las alfombras.
Lo observó atento,
y al cumplirse el minuto,
sus ojos se cerraron
y en ellos no volvió a penetrar jamás la luz solar.
Desde aquel momento,
cuando escuchaba a otros hombres hablar,
ya no se quedaba en silencio.
Si oía decir que algo era muy grande,
apuntaba convencido: grande como aquel ratón que un día vi,
si alguien era ágil, el hombre ciego señalaba,
ágil como aquel ratón que un día vi,
y si algo era realmente bello,
para nuestro hombre ciego era bello y hermoso
como aquel ratón que un día vio.