Memoria de arena [08]

Por: | 05 de diciembre de 2014

 

Roberto_Majan_Ilustracion_08

                                                                            Ilustración de Roberto Maján

SON PACÍFICOS - Contxi Moya

“Son violentos porque están desesperados”. Gandhi

Pero yo digo:
“son pacíficos aunque están desesperados”.

Los saharauis en las zonas ocupadas
alzan la bandera blanca de su República
y recuperan sus calles.

Resistencia Pacífica.
Rebelión no violenta.

Los saharauis de las zonas ocupadas
empuñan la pacífica arma de la palabra.
En el Sahara ocupado
las calles traen vientos de cambio
y las paredes susurran lemas de libertad.
“La badil, la badil” gritan las azoteas,
testigos horrorizados de una violencia sin límite.

Los vertederos recogen sus machacados huesos,
una melhfa cubre su alma dolorida
y un joven en la calle pone la otra mejilla.
“Podrán matarme, pero no morirme”,
dijo el poeta.
“Me mataréis, pero no podréis matar mis ideas”
clama Aminetu.

Resistencia Pacífica.
Rebelión no violenta.

Los verdugos derraman impunes
la sangre de los inocentes.
A cambio se condecora al torturador
y se alaba al tirano.
Mientras, todos miramos para otro lado
y el silencio nos hace cómplices.

Los saharauis de las zonas ocupadas
responden con paz a la violencia.
Su gesto es un ejemplo
pero todos miramos para otro lado.
Nada hay más desolador
que “el silencio de los bondadosos”.

Hay 4 Comentarios

Los primeros meses de la Intifada pacífica saharaui de 2005 dejaron en mí una huella imborrable, para siempre. Sahara Libre.

en el comentario anterior donde dice dudosa, por error, debe decir mila,

admiro el coraje, paciencia y capacidad de sufrimiento de los saharauis, su magnífica organización y su capacidad para mantener sus verdaderos valores a pesar de la gran adversidad que les ha tocado vivir.

Recuerdo que uno de los blogs que más me gustó fue el de "El nómada y la ciudad", donde se describía la vida de un nómada saharaui y su ganado a travás del territorio del Sahara, buscando las lluvias y pastos para su ganado, de donde obtenía los alimentos necesarios para vivir; después todo cambió, tuvo que desplazarse y dejar de ser nómada, subsistiendo sedentariamente en una ciudad que ahogaba su sed de libertad.
El relato memorizó lo que me contó un amigo que pasó un tiempo en los campos de refugiados saharauis en Argelia, donde viven en pleno desierto, sin agua, sin pastos, sin vegetación, sin nada, sólo arena, subsistiendo en tiendas y dependiendo, para ello, de la ayuda internacional, que puede ser o no suficiente para cubrir las necesidades de estas personas; personas que se mantienen, a pesar de todo, en pie, dignamente, para recordar que todavía existen, para que no se les olvide y denunciando su situación frente a la ambición y el abuso de la fuerza.
Pero, aunque les pese a muchos, su presencia seguirá viva y removerá las conciencias de los que empiecen a ver la debilidad y la palidez de sus rostros, la delgadez y falta de crecimiento de sus niños y la falta de rumia de sus pocos animales porque, en vez de pastos, a ellos la única ayuda internacional que les llega son las cajas desechadas de los envases de cartón con los que se alimentan.

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Y… ¿dónde queda el Sáhara?

Sobre el blog

Intentar mostrar la riqueza de la cultura saharaui. Ese es el objetivo de este espacio. Una cultura nacida de la narración oral, de los bellos paisajes del desierto, de las vidas nómadas y el apego a la tierra, de su origen árabe, bereber y musulmán, de sus costumbres únicas y de la relación con España que se remonta a más de un siglo. Una cultura vitalista, condicionada por una historia en pelea por la supervivencia desde 1975. Coordina Sukeina Aali Taleb

Sobre los autores

Sukina Aali-Taleb Hija del exilio, Sukina Aali-Taleb nació en Madrid por casualidad, de padre saharaui y madre gallega. Es miembro del grupo de escritores La Generación de la Amistad Saharaui y coautora del libro "La primavera saharaui, los escritores saharauis con Gdeim Izik", tras los acontecimientos de El Aaiún, en 2010. Periodista y profesora de Lengua Castellana y Literatura en institutos públicos de Madrid. Como no puede ser de otra manera, apoya al Frente POLISARIO en proyectos de ayuda a su pueblo, refugiado y abandonado a su suerte en Tinduf (Argelia), desde hace cuatro décadas.

Roberto MajánRoberto Maján, ilustrador. Le gusta decir que fue el último humano nacido en su pueblo; piensa que eso lo hace especial. Y que su abuela se empeñó en llamarle Roberto en memoria de Robert Kennedy asesinado cuatro días antes. En la época en que nació y se bautizó, el Sahara era español, en el mal sentido de la palabra. El lo sabía por las cartas que recibía de su tío Ramón, destinado allí en su servicio militar. Los sellos que las franqueaban prefiguraron el universo imaginario que tratará de recrear en las imágenes de este blog.

Bahia Mahmud Awah Bahia Mahmud Awah. Escritor, poeta y profesor honorario de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Madrid, natural de la República del Sahara Occidental. Nacido en los sesenta en la región sur del Sahara, Tiris, la patria del verso y los eruditos. Cursó estudios superiores entre La Habana y Madrid, donde reside. Pertenece al grupo de Escritores Saharauis en lengua castellana.

Willy Veleta Willy Veleta. Willy Veleta consiguió su licenciatura de periodismo de una universidad estadounidense (ahí queda eso) y ha trabajado en todos los canales privados de TV en España… de los que huyó cuando se dio cuenta de que querían becarios guapos. Ahora es profesor de periodismo en inglés y prepara su tercer libro, una novela sobre los medios.

Liman Boicha Liman Boicha. Se licenció en Periodismo en la Universidad de Oriente en Cuba. Después de una larga ausencia regresó a los campamentos de refugiados saharauis y durante cuatro años trabajó en la Radio Nacional Saharaui. Actualmente reside en Madrid. Ha publicado Los versos de la madera y ha participado en varias antologías de poesía saharaui: Añoranza, Um Draiga, Aaiún, gritando lo que se siente, entre otras. Forma parte del grupo poético Generación de la Amistad Saharaui y es miembro de la Asociación de Escritores por el Sahara-Bubisher.

Larosi Haidar Larosi Haidar. Tras el alto el fuego, se instaló en Granada, donde se licenció y doctoró en Traducción e Interpretación. Actualmente es profesor de esta misma disciplina en la Universidad de Granada y ha publicado varios trabajos relacionados con la cultura saharaui. También ha participado en varias antologías de poesía saharaui.

1000 voces para un poema

SANKARA SIDATI2
Poema de Bahia MH Awah, escritor, poeta y antropólogo. Imagen del archivo RASD, el poeta y diplomático saharaui Mohamed Sidati y el desaparecido líder africano Tomás Sankara en 1982 visitando a la República Saharaui y a los campos de refugiados saharauis. 

África vuelo California BA 279

En homenaje a mis hermanos y hermanas del

África negra que surcan por sus

sueños atravesando desiertos y

océanos por un mundo mejor.

 

Lejos y sin cosechas, allí dejo

mi África sin pan.

 

Repetía una y otra vez cuando despedía

tierra firme, su tambor, su mortero y su viejo arado.

Náufrago,

se marchó en busca de otros horizontes,

y el África atrás despedía, sumergida en tristes tinieblas,

de hambrunas,

de guerras de tripas,

de cayucos y pateras,

hundidos con todas las quimeras de la tribu.

 

El pan que un día partió para traer

costaba tanto como el caviar

del “Masa Time Warner Center de Manhattan”.

 

Bububakar, no dejó de llevar consigo un fardo

lleno de ilusiones,

se lo aconsejó el jefe de los saimara,

se lo aconsejó el chej de los bambara,

se lo aconsejó el patriarca de los zulú,

para que el día de la vuelta,

“si Dios navega

en tu habitual deriva de cada mar

viera su nueva chabola rebosando pan,

trigo, maíz, arados y el timbal de tambores”.

 

Desde mi ventanilla busco África y delibero para sofocar

la ira de mi conciencia.

 

Veo una Europa egoísta,

envuelta en oscuras nubes del porvenir,

veo gigantes rascacielos,

veo chimeneas de fábricas triturar mi virgen maíz,

y veo otras ensayar armas que destruyan

los verdes campos de mis trigales,

y al ver otras y otras aldeas de espigas segadas

el dolor remueve mis intestinos vacíos,

esos de quienes llegan la deriva.

 

Preocupados los ancianos del clan,

dicen, de España esta vez llegan al Atlas

blindados de guerra en vez de granos de cebada

para hacer el cuscús del Rif,

y de Francia estorban la vida muchos soldados,

que no dejan de molestar ¡Eh, tu outre ici!

En pleno vuelo,

no dejo de pensar en el viejo continente,

rezo para que esa humanidad vuelva a emerger

otra vez tras este siglo sin siembras

de maíz,

sin arrozales y sin el sagrado trigo de los hijos de Caín.

 

Ya sobre las nubes del Atlántico

siento franqueadas las fronteras,

y rotos los sueños,

los cayucos no cesarán de atravesar estos mares

porque creen que otro mundo más justo es posible.

¿A dónde vas humanidad de tez blanca?

De ojos miopes, azules, oscuros y verdes,

de hurtados cerebros enfermizos,

de vacíos y retuertos vocabularios

de postizos principios y corruptos amigos,

su mundo es tan alejado,

separado y diferente en valores de lucha,

de África y de la franca libertad al mío.

 

Y como africano le confieso que

ni una vez me inclino a la mano que se besa,

ni en mi corazón tengo lugar para cubrir al malvado.

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