Memoria de agua [04]

Por: | 10 de abril de 2015

Memoria de agua_04                                                                                    Ilustración de Roberto Maján

LA AUSENCIA Y LA PRESENCIA DEL MAR EN LA LITERATURA SAHARAUI - Bahia Mahmud Awah


“Nuestra sociedad generalmente ha estado viviendo de espaldas al mar”. Esa es la respuesta que podrían dar muchos saharauis. Y resulta obvio cuando observamos que nuestra cultura de raíces nómadas, se ha fijado más en el verde para sus ganados que en ese otro color aguamarina del mar. Sin embargo, si buscamos más en nuestra literatura este concepto es totalmente errado. 

 
El pensador libanés Khalil Gibran decía sobre el mar: "Debe haber algo extrañamente sagrado en la sal: está en nuestras lágrimas y en el mar". Pero esta filosofía difícilmente la vamos a entender sin que nos hayamos informado acerca de los ritos y leyendas mitológicas que registra la literatura saharaui en relación al mar. En el mundo moderno se habla de que el mar cura el alma cuando está dolida, mitiga las penas con su mágico olor y el vaivén de las olas, aunque en ocasiones aterroriza cuando desata su incontenible furia. El mar para el saharaui ha estado presente en muchas leyendas y misterios de la oralidad beduina. Pero con el tiempo este registro se lo han ido llevando los mayores y sabios que nos dejan. En hasania la palabra “mar” ha existido siempre y muestra de ello son sus múltiples nombres: se le llama elmuhit, lebhar, ateimum y también lebhar lajdar, lebhar elbarid y lebhar elmaleh. Los tres últimos nombres son para referirse a los distintos tipos de mar que entiende la mente del beduino y en lo relativo al lenguaje del pescador saharaui, aunque ellos aún usan más términos para referirse al mar y todo lo que le rodea.

Así, ateimum se refiere a cuando se está navegando en alta mar. Y cuando nombra las profundidades oceánicas se dice lebhar lajdar, el mar verde. El origen del término deriva de que en las profundidades el mar se hace verde oscuro. Esta referencia aparece en unos cortos versos anónimos que rezan:
(...)
هذا ماهو بحرك ذاك
هذا لبحر لخظر (...)

(…) “Este no es aquel mar
que tú conoces,
este es el mar verde (…)


En las tertulias se citan estos versos para decirle a una persona que no se debe equivocar con un contrincante más fuerte e invencible, al decirle a su adversario “este es el mar verde”, en alusión a los océanos porque, aunque se sepa navegar en la alta mar no es lo mismo que en la profundidad del océano.


Otra de las acepciones de la palabra mar que guarda hasania se utiliza para las grandes bolsas de las aguas dulces, el don tan apreciado en los desiertos. Es el caso del mencionado lebhar elbarid. Los grandes ríos, en la cultura del beduino saharaui, guardan cierta relación en cuanto a denominación con el mar. Los saharauis que en sus nomadeos llegaron hasta las orillas del río Senegal, que pasa por Mali y Mauritania, le llaman lebhar elbarid, el mar dulce, a diferencia de lebhar elmaleh, el mar salado.


Los ritos del mar en la cultura hasaní son varios y los más diversos son los conocidos entre los imraguen, los grandes pescadores que siempre vivieron pegados al mar y que se alimentaban de sus riquezas. A ellos se les atribuyen estos cortos versos:
(...)
و انتم انروق الحوت
الين اموت (...)

(…) y persigo a estos peces
hasta que mueran (…)

Entre los ritos de los imraguen se encuentran el baile y el canto al tiburón, que practicaban antes de ir a pescar, evocando con ello la buena suerte en el mar. Por otra parte es tradicional que cuando el beduino quiere limpiar su estómago de impurezas se practica un enema especial de agua del mar. Este rito suelen hacerlo por separado los hombres de las mujeres y con más frecuencia lo practican las mujeres. Para ello se usa un enema tradicional que las mujeres preparan cuidadosamente de un hueso de las patas de la gacela o cabra y una bolsa de cuero animal donde se vierte el agua. Pero el agua que se coge del mar pasa por diferentes fases. Primero se cuenta el paso de  اسبع موجات siete olas y se llena el cuenco con la octava. Se sale del mar, se realiza el enema y se vuelve repetir la operación hasta siete veces seguidas. El estómago vuelca todo fuera y con la salinidad se depuran las impurezas.


En torno al mar surgen leyendas saharauis que no dejan de ser míticas. Mi padre me contó una historia protagonizada por el teólogo y santón saharaui Ahmed Bazeid y su discípulo Legüeidsi, ambos descendientes de la erudita familia Ahel Barical-la. Ahmed Bazeid estaba en una cárcel de los “infieles franceses” en el mar y estaba acompañado por su discípulo Legüeidsi. Una noche de mucha luna Ahmed Bazeid rezó en la cárcel y al concluir su oración extendió a su lado una alfombra. Le dijo a su discípulo que subiera con él sobre la alfombra y éste aceptó. Salieron volando y amanecieron los dos en el lomo de una duna, en la región de Tiris.

También hay proverbios saharauis relacionados con el mar. Cuando una persona está enfadada y no quiere asumir su culpabilidad en el error, se le dice: “Pues tómate el agua del mar o revienta”. Cuando una persona debe conformarse con lo que hay y no lo hace, se le dice, pensando en el mar: “Oh tú, pez, esta es tu agua, tómala o muérete”. Cuando se intenta decir que una persona es sabia en conocimientos, se afirma:  هذ الراجل ابحر من العلم “Ese hombre es un mar de conocimientos”.

Hubo muchos poetas que se refirieron al mar en diferentes periodos, pre y post colonial. El sabio y erudito Chej Mohamed Elmami en este poema se refería a un barco azorado y dañado por la furia del mar.
(...)
لايعماه بيك اوارك            و اوارك هو و ازمل
يرتجف من خوف              المالك و ريح الݣبل
رجفت ݣارب و طار  انشوشو و اكسر بانك (...)

Que no te la juegue Auarek1,
Auarek y la colina de Zemla2
del todopoderoso tiemblan de miedo
porque el viento de lgueblilla3
sacudió a un barco:
rompió su inshushu4  y arrancó su banik5.


Mientras escribía este artículo consulté a un descendiente lejano del sabio Chej Mohamed Elmami, con el que tengo relación de amistad desde los años ochenta, a raíz de conocerle en la guerra contra Marruecos. Se trata de Mohamed Said, alias Afeluat, un hombre que atesora muchos pasajes del libro, “Qitabu Albadia”, El libro del nomadeo, mítica obra del sabio saharaui. Afeluat me relacionó los anteriores versos con el mar y me explicó el significado de algunas palabras como inshushu, mástil y banik, velas, que son términos de esta amalgama de antiguas lenguas sanhaya y senegalesas que también forman parte del corpus lingüístico del hasania.


En definitiva, el mar está ausente y presente en la cultura saharaui. A pesar de su ausencia por haberle dado la espalda, sólo hay que navegar un poco en la Historia saharaui para encontrar que el mar está presente desde remotos tiempos en nuestra literatura.

1 Montes en la región sur de Tiris donde soplan vientos del sur llamados Lgueblilla, procedentes del mar.
2 Colina en la misma región sur, conocida también porque soplan vientos del sur.
3 Vientos del sur muy conocidos por su fuerza, y a la vez muy esperados porque traen lluvias y refrescan la tierra, ya que proceden del mar.
4 Palabra de la lengua sanhaya, zenaga, uno de los componentes lingüísticos de hasania. Significa mástil del barco velero.
5 Palo horizontal donde se sujetan las velas del barco.

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Y… ¿dónde queda el Sáhara?

Sobre el blog

Intentar mostrar la riqueza de la cultura saharaui. Ese es el objetivo de este espacio. Una cultura nacida de la narración oral, de los bellos paisajes del desierto, de las vidas nómadas y el apego a la tierra, de su origen árabe, bereber y musulmán, de sus costumbres únicas y de la relación con España que se remonta a más de un siglo. Una cultura vitalista, condicionada por una historia en pelea por la supervivencia desde 1975. Coordina Sukeina Aali Taleb

Sobre los autores

Sukina Aali-Taleb Hija del exilio, Sukina Aali-Taleb nació en Madrid por casualidad, de padre saharaui y madre gallega. Es miembro del grupo de escritores La Generación de la Amistad Saharaui y coautora del libro "La primavera saharaui, los escritores saharauis con Gdeim Izik", tras los acontecimientos de El Aaiún, en 2010. Periodista y profesora de Lengua Castellana y Literatura en institutos públicos de Madrid. Como no puede ser de otra manera, apoya al Frente POLISARIO en proyectos de ayuda a su pueblo, refugiado y abandonado a su suerte en Tinduf (Argelia), desde hace cuatro décadas.

Roberto MajánRoberto Maján, ilustrador. Le gusta decir que fue el último humano nacido en su pueblo; piensa que eso lo hace especial. Y que su abuela se empeñó en llamarle Roberto en memoria de Robert Kennedy asesinado cuatro días antes. En la época en que nació y se bautizó, el Sahara era español, en el mal sentido de la palabra. El lo sabía por las cartas que recibía de su tío Ramón, destinado allí en su servicio militar. Los sellos que las franqueaban prefiguraron el universo imaginario que tratará de recrear en las imágenes de este blog.

Bahia Mahmud Awah Bahia Mahmud Awah. Escritor, poeta y profesor honorario de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Madrid, natural de la República del Sahara Occidental. Nacido en los sesenta en la región sur del Sahara, Tiris, la patria del verso y los eruditos. Cursó estudios superiores entre La Habana y Madrid, donde reside. Pertenece al grupo de Escritores Saharauis en lengua castellana.

Willy Veleta Willy Veleta. Willy Veleta consiguió su licenciatura de periodismo de una universidad estadounidense (ahí queda eso) y ha trabajado en todos los canales privados de TV en España… de los que huyó cuando se dio cuenta de que querían becarios guapos. Ahora es profesor de periodismo en inglés y prepara su tercer libro, una novela sobre los medios.

Liman Boicha Liman Boicha. Se licenció en Periodismo en la Universidad de Oriente en Cuba. Después de una larga ausencia regresó a los campamentos de refugiados saharauis y durante cuatro años trabajó en la Radio Nacional Saharaui. Actualmente reside en Madrid. Ha publicado Los versos de la madera y ha participado en varias antologías de poesía saharaui: Añoranza, Um Draiga, Aaiún, gritando lo que se siente, entre otras. Forma parte del grupo poético Generación de la Amistad Saharaui y es miembro de la Asociación de Escritores por el Sahara-Bubisher.

Larosi Haidar Larosi Haidar. Tras el alto el fuego, se instaló en Granada, donde se licenció y doctoró en Traducción e Interpretación. Actualmente es profesor de esta misma disciplina en la Universidad de Granada y ha publicado varios trabajos relacionados con la cultura saharaui. También ha participado en varias antologías de poesía saharaui.

1000 voces para un poema

SANKARA SIDATI2
Poema de Bahia MH Awah, escritor, poeta y antropólogo. Imagen del archivo RASD, el poeta y diplomático saharaui Mohamed Sidati y el desaparecido líder africano Tomás Sankara en 1982 visitando a la República Saharaui y a los campos de refugiados saharauis. 

África vuelo California BA 279

En homenaje a mis hermanos y hermanas del

África negra que surcan por sus

sueños atravesando desiertos y

océanos por un mundo mejor.

 

Lejos y sin cosechas, allí dejo

mi África sin pan.

 

Repetía una y otra vez cuando despedía

tierra firme, su tambor, su mortero y su viejo arado.

Náufrago,

se marchó en busca de otros horizontes,

y el África atrás despedía, sumergida en tristes tinieblas,

de hambrunas,

de guerras de tripas,

de cayucos y pateras,

hundidos con todas las quimeras de la tribu.

 

El pan que un día partió para traer

costaba tanto como el caviar

del “Masa Time Warner Center de Manhattan”.

 

Bububakar, no dejó de llevar consigo un fardo

lleno de ilusiones,

se lo aconsejó el jefe de los saimara,

se lo aconsejó el chej de los bambara,

se lo aconsejó el patriarca de los zulú,

para que el día de la vuelta,

“si Dios navega

en tu habitual deriva de cada mar

viera su nueva chabola rebosando pan,

trigo, maíz, arados y el timbal de tambores”.

 

Desde mi ventanilla busco África y delibero para sofocar

la ira de mi conciencia.

 

Veo una Europa egoísta,

envuelta en oscuras nubes del porvenir,

veo gigantes rascacielos,

veo chimeneas de fábricas triturar mi virgen maíz,

y veo otras ensayar armas que destruyan

los verdes campos de mis trigales,

y al ver otras y otras aldeas de espigas segadas

el dolor remueve mis intestinos vacíos,

esos de quienes llegan la deriva.

 

Preocupados los ancianos del clan,

dicen, de España esta vez llegan al Atlas

blindados de guerra en vez de granos de cebada

para hacer el cuscús del Rif,

y de Francia estorban la vida muchos soldados,

que no dejan de molestar ¡Eh, tu outre ici!

En pleno vuelo,

no dejo de pensar en el viejo continente,

rezo para que esa humanidad vuelva a emerger

otra vez tras este siglo sin siembras

de maíz,

sin arrozales y sin el sagrado trigo de los hijos de Caín.

 

Ya sobre las nubes del Atlántico

siento franqueadas las fronteras,

y rotos los sueños,

los cayucos no cesarán de atravesar estos mares

porque creen que otro mundo más justo es posible.

¿A dónde vas humanidad de tez blanca?

De ojos miopes, azules, oscuros y verdes,

de hurtados cerebros enfermizos,

de vacíos y retuertos vocabularios

de postizos principios y corruptos amigos,

su mundo es tan alejado,

separado y diferente en valores de lucha,

de África y de la franca libertad al mío.

 

Y como africano le confieso que

ni una vez me inclino a la mano que se besa,

ni en mi corazón tengo lugar para cubrir al malvado.

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El País

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