Bienvenidos a Tuiza, la gran jaima de Federico Guzmán

Por: | 14 de julio de 2015

Esta entrada ha sido escrita por la periodista y escritora Conchi Moya.

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Detalle de las telas de la gran jaima ubicada en el interior del Palacio de Cristal, en el Parque de El Retiro

¡Marhaban1, sean todos ustedes bienvenidos a nuestra jaima lekbira2!

Al Palacio de Cristal del Parque del Retiro en Madrid se accede a través de caminos protegidos por la acogedora sombra de centenarios árboles y rodeados de fresco césped. Desde el 16 de abril la silueta del delicado palacio ha experimentado un cambio. En su interior se ha levantado una majestuosa jaima saharaui, integrada con amor en este edificio emblemático. Se trata de la exposición “Tuiza. Las culturas de la jaima”, del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.  Su artífice, el artista sevillano Federico Guzmán, se inspiró en las primeras jaimas levantadas con melhfas por las mujeres saharauis durante la huida del territorio tras la invasión marroquí en 1975. “En el desierto, para proteger a su familia, las mujeres colgaban las melhfas atadas a las ramas de los árboles. Se pueden considerar las primeras jaimas levantadas en tierra ajena, por esas mujeres que luego levantaron los campamentos en Argelia. Me pareció una imagen tan poderosa, tan humana, tan llena de protección y que significaba esta idea de las mujeres como refugio, como fundamento de la familia y de toda la familia humana. De todo ello salió la idea de una jaima que se convirtiera en una obra de arte”, explica Federico.

Jaima refugio, lugar de bienvenida, de encuentro, de conservación de las tradiciones y la cultura, rincón donde encontrarse, charlar y aprender. Cada vez que una jaima se levanta fuera del territorio saharaui el Sahara está presente en ese espacio encantado. El de Tuiza, según Federico Guzmán, ha sido levantado con “idea de transmitir belleza, tranquilidad, unión, una experiencia estética”, de abrir un espacio “donde podamos imaginar un nuevo lenguaje, un nuevo vocabulario, unas nuevas perspectivas para abordar unos conflictos que son muy duros y muy profundos y que los llevamos dentro como heridas, pero creemos en la posibilidad de que se abran nuevos espacios y nuevas visiones”.

Levantar una jaima tradicional saharaui, no las tiendas de refugiados que se usan hoy en día en los campamentos de Argelia, es una ardua tarea que requiere de muchas manos. Este trabajo colectivo, mediante el cual un grupo de mujeres se unen para tejer las tiras de pelo de cabra o camello con las que se realizará la jaima, es lo que se denomina tuiza. Este importante elemento de la antropología saharaui inspiró a Federico: “La jaima como espacio femenino, como espacio común y la tuiza como acción colaborativa, como la solidaridad que invita, que organiza y que pone en acción a la comunidad, mediante el trabajo colectivo. Con estos dos parámetros hemos construido el espacio y la acción que se desarrolla en este proyecto”.

Tuiza_02                                          Un grupo de personas visita la exposición Tuiza, del artista Federico Guzmán

Efectivamente, la gran protagonista es la enorme y colorida jaima, que provoca que el huésped (mucho más que un mero visitante) que accede a ella se sienta dentro de un enorme cuadro de colores, una “especie de pintura habitable”, explica el artista. La jaima está realizada con delicadas melhfas dibujadas y teñidas, en un trabajo dirigido por Federico y realizado por un grupo de mujeres saharauis del Taller de Anna Lind durante dos meses en el campamento de Bojador. Ellas han elegido los motivos que decoran las melhfas de Tuiza: “elementos que significan la paz, la belleza, las tradiciones de la jaima, elementos de la hospitalidad saharaui como la tetera, el perfumador, las sillas de montar antiguas, la henna4, los paisajes del campamento con niños jugando, el louh5, los collares, los rosarios, los elementos tradicionales que significan los valores de una vida que ha estado en equilibrio con el entorno durante miles de años, y los valores femeninos de paz y de compartir, que son precisamente lo opuesto al expolio, a la dominación, al pillaje, a todos los valores negativos en que se basa la explotación”. La espectacular “cúpula” de la jaima, cuenta con una serie de triángulos fabricados con tela de benia6, cosidos por Antonio Guisado, del taller de velería Sun Sails del puerto de Sevilla. Las melhfas colgadas todas unidas, se funden con total armonía con las benias, con las propias columnas del Palacio de Cristal que hacen las veces de los palos de la jaima, y con las alfombras, las esteras, los cojines, las colchonetas y todo el diseño de un salón saharaui para una gran celebración, en un espectacular conjunto levantado  por las arquitectas gaditanas Charo Escobar y Maripi Rodríguez.

Pero hay algo aún allá en Tuiza. Mediante la jaima, integrada en el interior del Palacio de Cristal, el colonizado invade el terreno de colonizador, no de manera violenta ni intrusiva, si no con la elegancia y la fuerza de las melhfas, que es la de las mujeres y todo el pueblo saharaui. La jaima, símbolo tradicional y cultural de un pueblo colonizado, se impone a una construcción colonial. En efecto, el Palacio de Cristal se construyó en 1887 con motivo de la Exposición General de las Islas Filipinas. Tuiza es, en palabras de Joao Fernandes, subdirector del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, “un espacio dentro de un espacio”. Como afirma Fernandes, en esta instalación “hay un diálogo y una provocación a la arquitectura colonialista del siglo XIX, símbolo del capitalismo industrial, del mundo organizado alrededor del discurso colonial”. En palabras de Federico Guzmán, al levantarse Tuiza “ha desaparecido ese símbolo de la arquitectura colonial eurocéntrica imperial y se ha elevado de la tierra, a través de la jaima y de su arquitectura, la voz de los propios colonizados, que somos todos en la actualidad, para plantar cara a esa fuerza colonizadora e imperialista que quiere acabar con nuestra sociedad”.

Tuiza_03               Vista exterior del Palacio de Cristal en el Parque de El Retiro en Madid con la gran jaima en su interior

Tuiza no es una mera experiencia estética. La jaima grande de Federico Guzmán “invita a profundizar, a compartir y a construir entre todos algo nuevo”. La verdadera obra de arte es la jaima en sí, pero a la jaima se está uniendo mucha más gente, artistas, músicos, poetas, pensadores, antropólogos, activistas y público visitante que aportan sus propias capacidades y experiencias y en una gran tuiza “toman el acogedor espacio de la jaima para compartir, para construir”.

Así Tuiza, la jaima grande del Palacio de Cristal, es un espacio efímero, pero profundo, de pensamiento, activismo y creación. Bienvenidos todos, queridos huéspedes, a este espacio para conocer y difundir la voz y la cultura del pueblo saharaui.

  1 Bienvenidos.
  2 En la cultura saharaui es aquella jaima destacada entre las otras por la generosidad, hospitalidad y caballerosidad de sus dueños.
  3 El colorido y fino manto que visten las mujeres saharauis.
  4 Tinte natural de color rojizo que se emplea para el cabello y que además se usa para la coloración de la piel de manos y pies con elaborados dibujos. Las mujeres saharauis la usan sobre todo en festividades y bodas, y es símbolo de belleza y alegría.
  5 Tabla de madera usada tradicionalmente por los saharauis para enseñar a los niños a leer, escribir y memorizar textos de poesía y pasajes del Corán.
 6 Una ornamentada tela que cubre el interior de las jaimas tradicionales.

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Y… ¿dónde queda el Sáhara?

Sobre el blog

Intentar mostrar la riqueza de la cultura saharaui. Ese es el objetivo de este espacio. Una cultura nacida de la narración oral, de los bellos paisajes del desierto, de las vidas nómadas y el apego a la tierra, de su origen árabe, bereber y musulmán, de sus costumbres únicas y de la relación con España que se remonta a más de un siglo. Una cultura vitalista, condicionada por una historia en pelea por la supervivencia desde 1975. Coordina Sukeina Aali Taleb

Sobre los autores

Sukina Aali-Taleb Hija del exilio, Sukina Aali-Taleb nació en Madrid por casualidad, de padre saharaui y madre gallega. Es miembro del grupo de escritores La Generación de la Amistad Saharaui y coautora del libro "La primavera saharaui, los escritores saharauis con Gdeim Izik", tras los acontecimientos de El Aaiún, en 2010. Periodista y profesora de Lengua Castellana y Literatura en institutos públicos de Madrid. Como no puede ser de otra manera, apoya al Frente POLISARIO en proyectos de ayuda a su pueblo, refugiado y abandonado a su suerte en Tinduf (Argelia), desde hace cuatro décadas.

Roberto MajánRoberto Maján, ilustrador. Le gusta decir que fue el último humano nacido en su pueblo; piensa que eso lo hace especial. Y que su abuela se empeñó en llamarle Roberto en memoria de Robert Kennedy asesinado cuatro días antes. En la época en que nació y se bautizó, el Sahara era español, en el mal sentido de la palabra. El lo sabía por las cartas que recibía de su tío Ramón, destinado allí en su servicio militar. Los sellos que las franqueaban prefiguraron el universo imaginario que tratará de recrear en las imágenes de este blog.

Bahia Mahmud Awah Bahia Mahmud Awah. Escritor, poeta y profesor honorario de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Madrid, natural de la República del Sahara Occidental. Nacido en los sesenta en la región sur del Sahara, Tiris, la patria del verso y los eruditos. Cursó estudios superiores entre La Habana y Madrid, donde reside. Pertenece al grupo de Escritores Saharauis en lengua castellana.

Willy Veleta Willy Veleta. Willy Veleta consiguió su licenciatura de periodismo de una universidad estadounidense (ahí queda eso) y ha trabajado en todos los canales privados de TV en España… de los que huyó cuando se dio cuenta de que querían becarios guapos. Ahora es profesor de periodismo en inglés y prepara su tercer libro, una novela sobre los medios.

Liman Boicha Liman Boicha. Se licenció en Periodismo en la Universidad de Oriente en Cuba. Después de una larga ausencia regresó a los campamentos de refugiados saharauis y durante cuatro años trabajó en la Radio Nacional Saharaui. Actualmente reside en Madrid. Ha publicado Los versos de la madera y ha participado en varias antologías de poesía saharaui: Añoranza, Um Draiga, Aaiún, gritando lo que se siente, entre otras. Forma parte del grupo poético Generación de la Amistad Saharaui y es miembro de la Asociación de Escritores por el Sahara-Bubisher.

Larosi Haidar Larosi Haidar. Tras el alto el fuego, se instaló en Granada, donde se licenció y doctoró en Traducción e Interpretación. Actualmente es profesor de esta misma disciplina en la Universidad de Granada y ha publicado varios trabajos relacionados con la cultura saharaui. También ha participado en varias antologías de poesía saharaui.

1000 voces para un poema

SANKARA SIDATI2
Poema de Bahia MH Awah, escritor, poeta y antropólogo. Imagen del archivo RASD, el poeta y diplomático saharaui Mohamed Sidati y el desaparecido líder africano Tomás Sankara en 1982 visitando a la República Saharaui y a los campos de refugiados saharauis. 

África vuelo California BA 279

En homenaje a mis hermanos y hermanas del

África negra que surcan por sus

sueños atravesando desiertos y

océanos por un mundo mejor.

 

Lejos y sin cosechas, allí dejo

mi África sin pan.

 

Repetía una y otra vez cuando despedía

tierra firme, su tambor, su mortero y su viejo arado.

Náufrago,

se marchó en busca de otros horizontes,

y el África atrás despedía, sumergida en tristes tinieblas,

de hambrunas,

de guerras de tripas,

de cayucos y pateras,

hundidos con todas las quimeras de la tribu.

 

El pan que un día partió para traer

costaba tanto como el caviar

del “Masa Time Warner Center de Manhattan”.

 

Bububakar, no dejó de llevar consigo un fardo

lleno de ilusiones,

se lo aconsejó el jefe de los saimara,

se lo aconsejó el chej de los bambara,

se lo aconsejó el patriarca de los zulú,

para que el día de la vuelta,

“si Dios navega

en tu habitual deriva de cada mar

viera su nueva chabola rebosando pan,

trigo, maíz, arados y el timbal de tambores”.

 

Desde mi ventanilla busco África y delibero para sofocar

la ira de mi conciencia.

 

Veo una Europa egoísta,

envuelta en oscuras nubes del porvenir,

veo gigantes rascacielos,

veo chimeneas de fábricas triturar mi virgen maíz,

y veo otras ensayar armas que destruyan

los verdes campos de mis trigales,

y al ver otras y otras aldeas de espigas segadas

el dolor remueve mis intestinos vacíos,

esos de quienes llegan la deriva.

 

Preocupados los ancianos del clan,

dicen, de España esta vez llegan al Atlas

blindados de guerra en vez de granos de cebada

para hacer el cuscús del Rif,

y de Francia estorban la vida muchos soldados,

que no dejan de molestar ¡Eh, tu outre ici!

En pleno vuelo,

no dejo de pensar en el viejo continente,

rezo para que esa humanidad vuelva a emerger

otra vez tras este siglo sin siembras

de maíz,

sin arrozales y sin el sagrado trigo de los hijos de Caín.

 

Ya sobre las nubes del Atlántico

siento franqueadas las fronteras,

y rotos los sueños,

los cayucos no cesarán de atravesar estos mares

porque creen que otro mundo más justo es posible.

¿A dónde vas humanidad de tez blanca?

De ojos miopes, azules, oscuros y verdes,

de hurtados cerebros enfermizos,

de vacíos y retuertos vocabularios

de postizos principios y corruptos amigos,

su mundo es tan alejado,

separado y diferente en valores de lucha,

de África y de la franca libertad al mío.

 

Y como africano le confieso que

ni una vez me inclino a la mano que se besa,

ni en mi corazón tengo lugar para cubrir al malvado.

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El País

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