Esta entrada ha sido escrita por Larosi Haidar, profesor de Traducción e Interpretación en la Universidad de Granada y miembro del grupo de escritores la Generación de la Amistad Saharaui.
Se veía venir. Estaba cantado. Las implacables fauces del destino lo anunciaban goteando sangre oscura y polvorienta sobre los inocentes semblantes de polvo y arena del desierto. Rayos y truenos se afanaban en amedrentar a todo un pueblo abandonado en la nada, a la deriva blasfema en el abismo del olvido cruel y planificado que todo lo destruye, carcome, ablanda; a un pueblo que simple y llanamente se niega a rendirse, a ser absorbido, fagocitado, digerido. Estertores de agonía apenas audibles sellan la inevitable realidad que todo el mundo acepta, e incluso desea, como un hecho irreversible.
Tras el diluvio, esa marabunta líquida inyectada de homúnculos esclavizados al servicio de su amiguete rey y verdugo, el silencio mezquino de los poderosos tomó las riendas y se dispuso a hacer el trabajo sucio. Sonó el abrumador silencio y las gallináceas, defecando su propia miseria, se volvieron reptantes de la última hornada. El depredador inasible e infiltrado se presentó y lo ahogó todo, asfixió la humilde existencia de las criaturas del desierto, barrenó su fatigada nave de las esperanzas con afilados utensilios y traidores quebrados y no quebrados, de esos que nunca supieron de caballetes de tortura y que, sin embargo, en menos de un santiamén se metamorfoseaban en asnos sarnosos de Troya, gusanos de aguas empantanadas. Abyectos vientos del norte soplaron iracundos y vomitaron su rojez sanguinolenta sobre los indefensos vecinos del sur. Huyeron, lucharon y resistieron como nadie lo había hecho, mas continuó lloviendo y siguieron siendo pisoteados como harapientos indignos de ser visibilizados. Continuó, desvergonzado y canallesco, el silencio ecuménico del resto de la humanidad deshumanizada. Cayeron las lluvias destruyendo humildes hogares de barro y esperanza, marcharon las hordas pisoteando cadáveres y sueños saharauis. Y siguió lloviendo lágrimas y dolor sobre el infeliz desierto. Del cielo, caían gotas infames disolventes de hogares e ilusiones perdidas, se precipitaban fosforescentes bombas de racimo y fósforo blanco que todo lo ennegrecían. El agua ruidosa se lo llevó todo con su diluvio imparable. La marcha ensordecedora de las hordas quemó el universo beduino, paralizó la vida con su abominable curare y sus mugrientas botas chapotearon en sangre inocente. En la acera de enfrente, nadie vio nada merecedor de alarma, pues apenas se trataba de un sirimiri que, con un paraguas, fácilmente se solucionaba. Nadie oyó nada. La agonía de las víctimas, el rugido de los cañones, no eran más que lejanas sensaciones sonoras, imperceptibles acúfenos que cosquillean en el interior del oído.
El mundo de las avutardas de cagalera pronta es un mundo sordo y ciego. Y lo fue desde la desafortunada Operación Gallina de finales de 1975, cuando se malvendió y abandonó cobardemente lo que se suponía parte integrante de la piel de toro. En ese preciso instante, empezó el destructor diluvio y empezó la funesta marcha fúnebre, hasta hoy, cuatro décadas después. Mas al séptimo día, y afortunadamente, salió el sol y auténticos brotes verdes aparecieron victoriosos para vestir al desierto con su noble capa de fertilidad y justicia; el ave fénix renació de las cenizas del olvido y la injusticia, y levantó su vuelo inquebrantable hacia los queridos horizontes de su tierra natal; los niños, futuros valedores del indomable espíritu beduino, desecharon la triste endecha de ayer y cantaron alegres sones mientras saltaban y chapoteaban entre risas y gritos de júbilo en las polvorientas aguas del charco de la felicidad. Luego, inevitablemente, alguien dirá que nunca llueve a gusto de todos.
Hay 1 Comentarios
No me cabe en la cabeza que un pueblo esté viviendo en las condiciones de los saharauis, se puede ser muy digno por haber ocupado tu país pero se es menos digno si te están manteniendo y olvidando en mitad del desierto y los niños se crian en esas condiciones, por lo que el agua ha sido una bendición para ellos.
Publicado por: no lo entiendo | 15/12/2015 23:44:56