MADRID – Sukina Aali-Taleb
Nació corista y sin pretenderlo la eligieron protagonista.
No le deslumbran los focos ni los neones.
Linda solista, vive deprisa.
Ha aprendido a estar en el punto de mira.
Protegida por dioses alados con sus pegasos,
que salvaguardan desde lo alto el horizonte de tejados anaranjados.
Y en la azotea del arte descansa Minerva, firme guerrera, que odia las guerras,
y que salpica a quien mira con polvo de estrellas,
la magia que otorga la inteligencia.
En las aceras, árboles con troncos negros
que esperan al alba un aluvión de coches.
Mientras, la ciudad bosteza y se despereza. Lenta.
Crujen sus huesos de animal metropolitano,
luego ruge, protesta y escupe. Despierta.
Renace cada mañana bajo los cielos pintados.
Se venden libros baratos en la cuesta de Moyano,
se vende arte a raudales en los museos y en las calles,
hay casas de empeño que compran oro, y venden sueños.
Tertulias de mesa camilla,
encuentros en bares, cafés y paseos.
Parques de árboles floridos,
capricho de enredaderas y pinos.
Apenas algún madroño, con oso,
mustio y olvidado en la plaza que despide el año.
Noble villa, escenario de paseantes,
navegantes y capitanes de barcos a la deriva,
de mil y una vidas, con sus días y sus noches.
Piedras que rompen farolas,
zapatos que bailan en cables, colgados,
pintadas oportunas, vagones pintarrajeados, descampados,
y peonzas en los patios que giran sobre sí mismas,
al ritmo que la Tierra gira.
Grandes avenidas, de idas y venidas,
de gente que habla diferentes idiomas,
de alguna parte, de ninguna parte.
Gentes de allá y de aquí que luchan por vivir.
En Madrid, a veces, hasta es fácil ser feliz.
Acueductos con cristales para evitar saltos de intrépidos mortales.
Despistada, una diosa pasea altiva guiada por leones.
No muy lejos, Neptuno, irascible,
capaz de desatar a golpe de tridente su furia.
Restaurantes de cinco tenedores,
mercados, mercadillos de fruta y ropa,
bocinas, plazas, rastro, artículos de ocasión,
borrachos tropezando en los adoquines cuadrados
y cuatro torres muy altas que cambian la topografía urbana.
Escenario de risas, amores, cuernos y desengaños.
Barrios alegres, barrios de tabernas, tapas y cucarachas.
Corralas con ropa colgada, bicis mal aparcadas,
bocas de metro que introducen al visitante en un mundo de subsuelo,
de música, mimos, frenos y ruido.
Desacreditada, denostada, engañada, a veces maltratada.
Fiero animal central,
fiera casa de valientes,
de locos urbanos, cuerdos castizos y menos castizos, acogidos,
de gente que sueña,
que canta, que vive, sobrevive, y ríe.
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