Diario de viaje - Entre arenas (VIII)

Por: | 11 de marzo de 2016

Entre arenasVI_22
Tras las lluvias asoma un arcoiris en el cielo del desierto

Por Federico Guzmán

23 de octubre. Recogemos y hacemos balance del proyecto. En mayo nos vemos en Donosti.

La mañana del jueves 23 de octubre amanece en calma. Hemos pasado ya seis días refugiados en la Escuela de Arte. El cielo sigue nublado y el sheibany Mohamed Ali nos dice que esto todavía no ha terminado. Su huerto resplandece más verde que nunca, ahora despojado de muretes de adobe. Un lúgubre silencio gravita sobre el refugio. Extrañamos los gritos y risas infantiles y hasta los balidos de las cabras. Llega Ahmed y nos cuenta con su imperturbable tranquilidad que la riada se ha llevado su casa, pero todos están bien hamduli-láh. Vamos a visitar a Nasra que hace vida con su abuela, refugiadas en un contenedor. Su casa también está siniestrada. “Estamos bien y eso es lo único que importa al-hamduli-láh”. Mientras paseamos juntos por la wilaya somos testigos de las dimensiones del cataclismo que ha golpeado a una población en estado de emergencia permanente. Contemplando todo esto con respetuosa gravedad, conversamos con la gente, y documentamos la situación. Estamos conmovidos por la desnuda realidad del dolor de nuestro pueblo. El desolador paisaje asemeja las ruinas de una ciudad bombardeada.

Empezamos a vislumbrar el profundo sentido del omnipresente concepto islámico de la maktuba saharaui (la suerte, el destino, literalmente: lo escrito). No estamos en control de nuestra suerte. Esto no significa fatalismo ni resignación. Nuestra libertad reside en hacer siempre lo que toca en cada momento, sin preocuparnos del resultado. Nuestro destino individual está indisolublemente vinculado al destino colectivo. El saharaui se confía en una fuerza anterior a nosotros que nos ha dado la existencia. Todas las personas somos parte de algo más grande y estamos unidas por una red inescapable de mutualidad, somos pequeñas hebras del vasto tejido de la vida. Cualquier cosa que afecte a uno directamente, afecta a todos indirectamente. Ahí residen nuestra felicidad y nuestra responsabilidad.

Almorzando un bocadillo de atún con Fanta de manzana en la Escuela de Arte, l+s cuatro artistas, Charo, Liasaa y yo, hacemos balance conjunto del trabajo realizado y nos replanteamos la pertinencia de nuestra presencia en Bojador en este preciso momento. Como todo el mundo, estamos extenuados y la emergencia no tiene límites. La radio dice que las lluvias van a continuar como mínimo hasta el lunes, y los ancianos dicen que aún más. Discutimos si podemos realmente ayudar en algo, o si más bien nos hemos convertido en una carga para nuestros desbordados anfitriones. Nuestr+s compañer+s saharauis se han de enfocar ahora en labores de contención de daños y supervivencia. Valoramos todas las opciones y l+s artistas deciden de forma unánime descontinuar las residencias hasta un momento apropiado. A partir de este momento, solicitamos a las autoridades locales y a la organización en España la repatriación inmediata de nuestros compañeros vascos en el próximo vuelo en que haya plazas desde Tinduf.

Concluye este capítulo, y comparto la decisión de un+s artist+s que no sólo han puesto todo su compromiso y esfuerzo colaborativo, sino que han diseñado una metodología conjunta para seguir colaborando a distancia. Han abierto cuentas de Gmail y grupos de whatsapp para estar comunicados hasta que l+s saharauis viajen en mayo a Donosti. También ha quedado concertada la vuelta de Ibon a los campamentos en febrero próximo. Yo espero acompañarlo. Hemos compartido mucho más que una enriquecedora e inolvidable experiencia artística, y estamos muy felices porque volveremos a vernos muy pronto incha Al-lâh. Nos llevamos el desierto en el corazón… y eso es Todo. Liasaa escancia otro vaso de té dulce y salimos a saborearlo a la puerta de la Escuela. En el inmenso cielo nublado del desierto ha aparecido un sutil arcoiris.

Hay 0 Comentarios

Publicar un comentario

Si tienes una cuenta en TypePad o TypeKey, por favor Inicia sesión.

Y… ¿dónde queda el Sáhara?

Sobre el blog

Intentar mostrar la riqueza de la cultura saharaui. Ese es el objetivo de este espacio. Una cultura nacida de la narración oral, de los bellos paisajes del desierto, de las vidas nómadas y el apego a la tierra, de su origen árabe, bereber y musulmán, de sus costumbres únicas y de la relación con España que se remonta a más de un siglo. Una cultura vitalista, condicionada por una historia en pelea por la supervivencia desde 1975. Coordina Sukeina Aali Taleb

Sobre los autores

Sukina Aali-Taleb Hija del exilio, Sukina Aali-Taleb nació en Madrid por casualidad, de padre saharaui y madre gallega. Es miembro del grupo de escritores La Generación de la Amistad Saharaui y coautora del libro "La primavera saharaui, los escritores saharauis con Gdeim Izik", tras los acontecimientos de El Aaiún, en 2010. Periodista y profesora de Lengua Castellana y Literatura en institutos públicos de Madrid. Como no puede ser de otra manera, apoya al Frente POLISARIO en proyectos de ayuda a su pueblo, refugiado y abandonado a su suerte en Tinduf (Argelia), desde hace cuatro décadas.

Roberto MajánRoberto Maján, ilustrador. Le gusta decir que fue el último humano nacido en su pueblo; piensa que eso lo hace especial. Y que su abuela se empeñó en llamarle Roberto en memoria de Robert Kennedy asesinado cuatro días antes. En la época en que nació y se bautizó, el Sahara era español, en el mal sentido de la palabra. El lo sabía por las cartas que recibía de su tío Ramón, destinado allí en su servicio militar. Los sellos que las franqueaban prefiguraron el universo imaginario que tratará de recrear en las imágenes de este blog.

Bahia Mahmud Awah Bahia Mahmud Awah. Escritor, poeta y profesor honorario de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Madrid, natural de la República del Sahara Occidental. Nacido en los sesenta en la región sur del Sahara, Tiris, la patria del verso y los eruditos. Cursó estudios superiores entre La Habana y Madrid, donde reside. Pertenece al grupo de Escritores Saharauis en lengua castellana.

Willy Veleta Willy Veleta. Willy Veleta consiguió su licenciatura de periodismo de una universidad estadounidense (ahí queda eso) y ha trabajado en todos los canales privados de TV en España… de los que huyó cuando se dio cuenta de que querían becarios guapos. Ahora es profesor de periodismo en inglés y prepara su tercer libro, una novela sobre los medios.

Liman Boicha Liman Boicha. Se licenció en Periodismo en la Universidad de Oriente en Cuba. Después de una larga ausencia regresó a los campamentos de refugiados saharauis y durante cuatro años trabajó en la Radio Nacional Saharaui. Actualmente reside en Madrid. Ha publicado Los versos de la madera y ha participado en varias antologías de poesía saharaui: Añoranza, Um Draiga, Aaiún, gritando lo que se siente, entre otras. Forma parte del grupo poético Generación de la Amistad Saharaui y es miembro de la Asociación de Escritores por el Sahara-Bubisher.

Larosi Haidar Larosi Haidar. Tras el alto el fuego, se instaló en Granada, donde se licenció y doctoró en Traducción e Interpretación. Actualmente es profesor de esta misma disciplina en la Universidad de Granada y ha publicado varios trabajos relacionados con la cultura saharaui. También ha participado en varias antologías de poesía saharaui.

1000 voces para un poema

SANKARA SIDATI2
Poema de Bahia MH Awah, escritor, poeta y antropólogo. Imagen del archivo RASD, el poeta y diplomático saharaui Mohamed Sidati y el desaparecido líder africano Tomás Sankara en 1982 visitando a la República Saharaui y a los campos de refugiados saharauis. 

África vuelo California BA 279

En homenaje a mis hermanos y hermanas del

África negra que surcan por sus

sueños atravesando desiertos y

océanos por un mundo mejor.

 

Lejos y sin cosechas, allí dejo

mi África sin pan.

 

Repetía una y otra vez cuando despedía

tierra firme, su tambor, su mortero y su viejo arado.

Náufrago,

se marchó en busca de otros horizontes,

y el África atrás despedía, sumergida en tristes tinieblas,

de hambrunas,

de guerras de tripas,

de cayucos y pateras,

hundidos con todas las quimeras de la tribu.

 

El pan que un día partió para traer

costaba tanto como el caviar

del “Masa Time Warner Center de Manhattan”.

 

Bububakar, no dejó de llevar consigo un fardo

lleno de ilusiones,

se lo aconsejó el jefe de los saimara,

se lo aconsejó el chej de los bambara,

se lo aconsejó el patriarca de los zulú,

para que el día de la vuelta,

“si Dios navega

en tu habitual deriva de cada mar

viera su nueva chabola rebosando pan,

trigo, maíz, arados y el timbal de tambores”.

 

Desde mi ventanilla busco África y delibero para sofocar

la ira de mi conciencia.

 

Veo una Europa egoísta,

envuelta en oscuras nubes del porvenir,

veo gigantes rascacielos,

veo chimeneas de fábricas triturar mi virgen maíz,

y veo otras ensayar armas que destruyan

los verdes campos de mis trigales,

y al ver otras y otras aldeas de espigas segadas

el dolor remueve mis intestinos vacíos,

esos de quienes llegan la deriva.

 

Preocupados los ancianos del clan,

dicen, de España esta vez llegan al Atlas

blindados de guerra en vez de granos de cebada

para hacer el cuscús del Rif,

y de Francia estorban la vida muchos soldados,

que no dejan de molestar ¡Eh, tu outre ici!

En pleno vuelo,

no dejo de pensar en el viejo continente,

rezo para que esa humanidad vuelva a emerger

otra vez tras este siglo sin siembras

de maíz,

sin arrozales y sin el sagrado trigo de los hijos de Caín.

 

Ya sobre las nubes del Atlántico

siento franqueadas las fronteras,

y rotos los sueños,

los cayucos no cesarán de atravesar estos mares

porque creen que otro mundo más justo es posible.

¿A dónde vas humanidad de tez blanca?

De ojos miopes, azules, oscuros y verdes,

de hurtados cerebros enfermizos,

de vacíos y retuertos vocabularios

de postizos principios y corruptos amigos,

su mundo es tan alejado,

separado y diferente en valores de lucha,

de África y de la franca libertad al mío.

 

Y como africano le confieso que

ni una vez me inclino a la mano que se besa,

ni en mi corazón tengo lugar para cubrir al malvado.

Ver todos los fragmentos »

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal