Esta entrada ha sido escrita por la periodista y escritora Conchi Moya.
Todos los países inventan su historia pero las metrópolis inventan además la historia de sus colonias. Como recordaba el profesor Juan Carlos Gimeno en unas jornadas sobre el Sahara Occidental: “En la edad moderna todos los estados tienen su historia, y es una historia inventada que procura ser coherente con su futuro. El colonialismo tiene su historia y el estado saharaui tiene que empezar a construir su propia historia (…) Hay historias silenciadas, fundamental es sacar a luz la historia propia de cada pueblo. Lo contrario es fomentar el genocidio y etnocidio”. Durante mucho tiempo la historia del Sahara Occidental la escribió la metrópoli, en muchas ocasiones a través del testimonio de los militares que allí estuvieron. Botánica, geología, geografía, manuales de hasania (la lengua de los saharauis), historia e incluso literatura, destacando las obras de Emilio Bonelli, Ángel Domenech, José Ramón Diego Aguirre o los hermanos Vicenç y José Guarner, entre otros; incluso algunos militares novelaron su experiencia en la que fuera provincia española como Fernando Mata, Mariano Fernández-Aceytuno, Agripín Montilla o Julián Delgado, o la reflejaron a través de la poesía, caso de Julio Martín Alcántara y Luis López Anglada.
Entre esa bibliografía colonial destaca el testimonio de Francisco Bens Argandoña (La Habana, 1867-Madrid, 1949), uno de los primeros gobernadores del Sahara Español y quien puso las bases para asentar el dominio colonial sobre el territorio saharaui. Bens escribió unas apasionantes memorias publicadas en los años cuarenta, que suponen un documento de enorme importancia al ser un testimonio directo narrado en privilegiada primera persona.
Por suerte la editorial Athenaica las ha recuperado en una reedición que cuenta con la siempre rigurosa participación del periodista e historiador Pablo Ignacio de Dalmases. El pasado lunes 16 de enero estas memorias de Bens se presentaban en Madrid en el Archivo Histórico Nacional, en una mesa moderada por Severiano Hernández Vicente, subdirector general de los Archivos Estatales.
Manuel Rosal de Athenaica destacó que la editorial, “académica y universitaria”, recupera libros difíciles de encontrar y de gran valor en la historia de España. De ahí el interés por la reedición de estas memorias, publicadas en 1947, dos años antes de la muerte de Bens. La editorial decidió contar para la introducción del libro con Pablo Dalmases, como especialista en la historia saharaui y a partir de este trabajo ha surgido la posibilidad de rescatar más obras relacionadas con el África Española.
A continuación tomó la palabra Antonio Ramos-Yzquierdo, teniente general del Ejército de Tierra e integrante de Tropas Nómadas entre 1960 y 1963, para realizar una semblanza militar del autor de las memorias. Destacó las “dos partes” en que se divide la carrera de Bens, una primera en Cuba, operativa, en la que participó en numerosas batallas y una segunda en el Sahara Occidental, entre 1903 y 1925, donde “primaron las labores de diplomacia, conocimiento de gentes y la gestión administrativa”; estos veintidós años son los que se recogen en las memorias. Según Ramos-Yzquierdo “la lejanía y la carencia de comunicaciones en aquella época posibilitaron que Bens gozara de gran autonomía pero también tuviera encima una gran responsabilidad”. Gracias al conocimiento que fue adquiriendo de la sociedad saharaui Bens pudo realizar de manera pacífica su misión en el Sahara, “sin pegar un tiro”, como se recalcó en las diferente intervenciones. Bens llevó a cabo de la mano de los saharauis varias incursiones fuera de Villacisneros, que era donde se circunscribía la presencia española. Esto facilitó la posterior ocupación del territorio interior saharaui, a partir de los años 30, y el afianzamiento del dominio colonial español. En cuanto a su gestión, se construyó un nuevo fuerte, a pesar de no contar apenas con medios materiales ni humanos.
Las memorias fueron “reconstruidas” por Bens, ya que las originales fueron destruidas por su familia durante la Guerra Civil, lo que originó diferentes lagunas e inexactitudes, que son resueltas gracias a la introducción biográfica que ha realizado Pablo Dalmases con el título “Bens, el cubano que hizo español el Sahara”. También con la inclusión de una parte final formada por artículos del propio Bens sobre las tres expediciones que llevó a cabo y que contienen datos mucho más precisos.
La metrópoli había tardado más de veinte años en salir de los fortines de Villacisneros; hasta las incursiones de Bens los militares españoles sólo se habían movido dentro del núcleo del fortín. Se adentró en el desierto gracias a la invitación de los propios saharauis, sin portar “ni un lápiz” para no despertar suspicacias. En un momento, principios del siglo XX, en que no había demasiado interés en España sobre lo que sucediera en el territorio saharaui, Bens llegó al Aargub; realizó una expedición a Atar en el Adrar Stemar, espeso palmeral que ya estaba entonces en manos francesas; ocupó cabo Juby, a cuya localidad principal se le dio el nombre de Villa Bens, la actual Tarfaya (Marruecos); también ocupó más tarde La Güera, localidad saharaui fronteriza con Mauritania.
Resulta fascinante la vida y la presencia de Bens en el Sahara, un militar que había combatido con crudeza en la guerra de Cuba y que sin embargo “supo cambiar el chip” al llegar a Río de Oro, sustituyendo las armas por las palabras y la diplomacia, que usó con inteligencia y astucia. En las memorias se recogen recuerdos e impresiones, testimonios sobre la forma de relacionarse con los saharauis y su idiosincrasia, reflejando también la importancia de la mujer saharaui en su sociedad. Bens no adoptó la vestimenta saharaui, aunque sí aprendió a montar a camello sobre la rajla (montura tradicional), vistiendo serual (el pantalón que usan los saharauis para montar sobre el camello). Hay versiones encontradas sobre si Bens aprendió o no a hablar hasania, algo que no se sabe a ciencia cierta. Es difícil pensar que no lo hablara, ya que vivió codo con codo con los saharauis, haciendo las incursiones en el desierto directamente de su mano. Sí se sabe que contaba con un intérprete de su confianza, Laseny, con el que aparece en algunas fotos de la época.
Pablo Dalmases agradeció al coronel Javier Perote, que se encontraba entre el público asistente, el acceso al material sobre Bens que poseen los descendientes del autor. Como curiosidad, Bens formó una familia en Cuba, y posteriormente formó otra familia en España. De esa unión tuvo una hija, Engracia, fallecida en 2008. Gracias a sus pesquisas, Dalmases pudo contactar con la nieta de Bens, que aún vive. Hay otros misterios en torno a su vida, como quién le ascendió a General Honorario, ya que Bens acabó su carrera militar como coronel; tampoco hay constancia de dónde estuvo durante la Guerra Civil ni qué fue de su familia cubana.
En definitiva un importante trabajo para la recuperación de la memoria histórica del Sahara Occidental, en este caso de la memoria colonial, esperando que los saharauis sigan poniendo las bases para el estudio de la historia de su país, a través de los testimonios de sus propias fuentes, la mayoría orales, y también recogidas en la poesía y en antiguos manuscritos.
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