Y… ¿dónde queda el Sáhara?

Sobre el blog

Intentar mostrar la riqueza de la cultura saharaui. Ese es el objetivo de este espacio. Una cultura nacida de la narración oral, de los bellos paisajes del desierto, de las vidas nómadas y el apego a la tierra, de su origen árabe, bereber y musulmán, de sus costumbres únicas y de la relación con España que se remonta a más de un siglo. Una cultura vitalista, condicionada por una historia en pelea por la supervivencia desde 1975. Coordina Sukeina Aali Taleb

Sobre los autores

Sukina Aali-Taleb Hija del exilio, Sukina Aali-Taleb nació en Madrid por casualidad, de padre saharaui y madre gallega. Es miembro del grupo de escritores La Generación de la Amistad Saharaui y coautora del libro "La primavera saharaui, los escritores saharauis con Gdeim Izik", tras los acontecimientos de El Aaiún, en 2010. Periodista y profesora de Lengua Castellana y Literatura en institutos públicos de Madrid. Como no puede ser de otra manera, apoya al Frente POLISARIO en proyectos de ayuda a su pueblo, refugiado y abandonado a su suerte en Tinduf (Argelia), desde hace cuatro décadas.

Roberto MajánRoberto Maján, ilustrador. Le gusta decir que fue el último humano nacido en su pueblo; piensa que eso lo hace especial. Y que su abuela se empeñó en llamarle Roberto en memoria de Robert Kennedy asesinado cuatro días antes. En la época en que nació y se bautizó, el Sahara era español, en el mal sentido de la palabra. El lo sabía por las cartas que recibía de su tío Ramón, destinado allí en su servicio militar. Los sellos que las franqueaban prefiguraron el universo imaginario que tratará de recrear en las imágenes de este blog.

Bahia Mahmud Awah Bahia Mahmud Awah. Escritor, poeta y profesor honorario de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Madrid, natural de la República del Sahara Occidental. Nacido en los sesenta en la región sur del Sahara, Tiris, la patria del verso y los eruditos. Cursó estudios superiores entre La Habana y Madrid, donde reside. Pertenece al grupo de Escritores Saharauis en lengua castellana.

Willy Veleta Willy Veleta. Willy Veleta consiguió su licenciatura de periodismo de una universidad estadounidense (ahí queda eso) y ha trabajado en todos los canales privados de TV en España… de los que huyó cuando se dio cuenta de que querían becarios guapos. Ahora es profesor de periodismo en inglés y prepara su tercer libro, una novela sobre los medios.

Liman Boicha Liman Boicha. Se licenció en Periodismo en la Universidad de Oriente en Cuba. Después de una larga ausencia regresó a los campamentos de refugiados saharauis y durante cuatro años trabajó en la Radio Nacional Saharaui. Actualmente reside en Madrid. Ha publicado Los versos de la madera y ha participado en varias antologías de poesía saharaui: Añoranza, Um Draiga, Aaiún, gritando lo que se siente, entre otras. Forma parte del grupo poético Generación de la Amistad Saharaui y es miembro de la Asociación de Escritores por el Sahara-Bubisher.

Larosi Haidar Larosi Haidar. Tras el alto el fuego, se instaló en Granada, donde se licenció y doctoró en Traducción e Interpretación. Actualmente es profesor de esta misma disciplina en la Universidad de Granada y ha publicado varios trabajos relacionados con la cultura saharaui. También ha participado en varias antologías de poesía saharaui.

1000 voces para un poema

01

Texto: Mohamidi Fakala, escritor y periodista saharaui desde su exilio en los campos de refugiados saharauis en el sur de Argelia.

En comparación con otros vientos, el siroco [1] (el proceso de lucha saharaui)  cubre el rostro tanto de día como de noche en un acelerado encuentro con el litoral atlántico, en el que pierde la euforia devastadora que traía del desierto. Asegura la leyenda que no pasaría inadvertidamente sin que sus brazos de gravilla dejaran máculas sobre paredes, pedregales, hombres y matorrales. En su viaje frenético agrieta la costra y levanta el remolino a soplo de efecto sarguia [2] (reaccionario mundo árabe) que se granjea en el pulso de la pobre vegetación del desierto.

En efecto, es el fenómeno natural omnipresente en la vida de los hombres de las nubes y de los vientos. Es la sucesión del tiempo en su propio efecto. Los pobres habitáculos y jaimas del Sahara se levantan en contratiempo para poder seguir erguidas, con el temor a ser atragantadas por la fina arena en un proceso de recesión a causa del embate de los caprichos de los colores del viento. Sin desmesura, caravanas y ciudades del desierto fueron llevadas por el espejismo de la arena, la soledad y el silencio de este gran imperio (la dictadura de la monarquía marroquí) donde no cabe la duda, la traición ni la mentira.

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El juego del viento

Por: | 14 de octubre de 2017

01

Texto: Mohamidi Fakala, escritor y periodista saharaui desde su exilio en los campos de refugiados saharauis en el sur de Argelia.

En comparación con otros vientos, el siroco [1] (el proceso de lucha saharaui)  cubre el rostro tanto de día como de noche en un acelerado encuentro con el litoral atlántico, en el que pierde la euforia devastadora que traía del desierto. Asegura la leyenda que no pasaría inadvertidamente sin que sus brazos de gravilla dejaran máculas sobre paredes, pedregales, hombres y matorrales. En su viaje frenético agrieta la costra y levanta el remolino a soplo de efecto sarguia [2] (reaccionario mundo árabe) que se granjea en el pulso de la pobre vegetación del desierto.

En efecto, es el fenómeno natural omnipresente en la vida de los hombres de las nubes y de los vientos. Es la sucesión del tiempo en su propio efecto. Los pobres habitáculos y jaimas del Sahara se levantan en contratiempo para poder seguir erguidas, con el temor a ser atragantadas por la fina arena en un proceso de recesión a causa del embate de los caprichos de los colores del viento. Sin desmesura, caravanas y ciudades del desierto fueron llevadas por el espejismo de la arena, la soledad y el silencio de este gran imperio (la dictadura de la monarquía marroquí) donde no cabe la duda, la traición ni la mentira.

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La rosa que tú eres

Por: | 10 de octubre de 2017

QUIJOTE 072

Texto: Mohamed Ali Ali Salem

Ilustración: Fadel Jalifa

Si le preguntas a un saharaui sobre su dolor interior causado por el largo exilio, el largo refugio, la diáspora, términos desconocidos en su lengua hasania o hassaniya, lo más probable y sin evadirse que te respondería con un verso en vez de palabras de desconsuelo.  El 10 de octubre es el Día de la Mujer Saharaui, el brazo fuerte en la sociedad y lucha política del Sahara Occidental.                             

(Palabras para evaporar el desconsuelo)

Cuando dormir no puedas,

cierra los ojos

aunque tengas desgarradamente

desvelada el alma,

rehén del dolor,

un arañazo en el corazón.

Algo.

Algo que se te escapa,

que persigues en los pensamientos.

Algo.

Algo que no puedes retornar,

ni seguir,

ni esperar.

Y te sientes vacía,

ausente

y anidas en tu ausencia.

Tu ausencia de graznidos,

tueras, serpientes

y espinas que ocultan la rosa,

la rosa que tú eres

y te ves pequeña

y enormemente herida

y cabes en tu herida.

Cuando dormir no puedas,

cierra los ojos,

abre tu alma,

enciende tu voluntad

y busca...

Busca allí,

allí, tu rosa,

tu rosa separada

de malezas y espinas.

Admira su hermosura.

¿Ves?

Ves el rocío

que lentamente la acaricia.

Mírala...

Fíjate en su altivez,

su donaire.

Se siente digna,

digna de sí misma.

Se quiere,

se sabe apreciada

porque se quiere

se quiere a sí misma

y puede vencer al dolor

y puede cerrar los ojos

y dormir

porque cree,

cree en sí misma.

Seguramente la libertad...

Por: | 09 de octubre de 2017

Spider and skulls

Texto: Mohamed Salem Abdelfatah, Ebnu

Ilustración: Fadili Yeslem.

Poema contra el "Muro de la vergüenza marroquí" que divide el territorio del Sahara Occidental desde 1986. Similar al muro de Gaza y el de México. 

Qué hay detrás de estas paredes que detienen mi silencio,

que apagan mi respiración.

Qué hay al otro lado

de este muro que se abalanza aplastando mi estatura,

hundiendo mi espalda corva.

Qué hay después de estas alambradas que zanjan las miradas,

que hieren los horizontes.

Qué hay allende los barrotes que atraviesan los brazos,

que oxidan las articulaciones.

No lo sé…

Tal vez unos niños jugando a las canicas entre las jaimas,

tal vez unos camellos rumiando un año de lluvia.

No lo sé…

Quizás las olas de espuma besando los pies de una duna,

quizás una madre acunando por primera vez su alegría.

No lo sé…

Acaso la sombra de un oasis que adornan las manos de alheña,

o la belleza en unos ojos que esperan la paz de la primavera.

No lo sé…

A lo mejor mi madre meciendo el océano en su odre de abundancia

o moliendo los granos tostados en el horno de la espera.

No lo sé…

El País

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