Murió el poeta…

Por: | 15 de febrero de 2018

Beibuh

Murió el poeta…

Texto: Mohamed Salem Abdelfatah, EBNU

Foto: archivo 

Murió el poeta, lejos del hogar, como diría el poeta del poeta que murió desterrado, lejos de la patria, lejos de un patio de Sevilla y de un huerto claro donde madura el limonero.

Hace unos pocos meses en los Campamentos de Refugiados Saharauis, lejos de su querida tierra, lejos de Saguia el Hamra, perdió la vida el gran poeta saharaui Beyebuh. El camello blanco que lo aguardaba para su último viaje emprendió la marcha hacia la eternidad.

La última vez que le vi  estaba durmiendo, fui a despedirme porque al día siguiente me iba de viaje, saludé y entré. El poeta estaba tendido de costado y llevaba una darraa blanca. A su lado había dos mujeres que vestían de negro, me senté e intercambié unas palabras con las mujeres. Una de ellas quiso despertarlo pero le sugerí que no lo hiciera, por nada iba a interrumpir el descanso del poeta y más en el estado en que se encontraba. Por aquellos días la salud del poeta se había deteriorado y me pareció que un rato de descanso era más importante que cualquier duda que yo tenía sobre algunos términos de su poesía, a pesar de que en un encuentro anterior acordamos que pasaría a ver si era posible que me explicara algunas cosas, sumado a que mi egoísmo añorara disfrutar de su grata y siempre enriquecedora compañía.

Me levanté, me despedí de las mujeres y les pedí, que por favor me despidieran del poeta y que le transmitieran mis deseos de una pronta recuperación.

Y cuál es tu nombre, hijo, preguntó una de las señoras.

Soy hijo de Beyebuh. Díganle  que vino a verlo Uld Beyebuh.

No te falta razón, todos somos hijos de Beyebuh, dijo la otra mujer.

Beyebuh ha sido y lo seguirá siendo, el padre de todos los saharauis, desde que decidió dedicar su poesía exclusivamente a la revolución del 20 de mayo y la lucha del pueblo saharaui por su libertad. A lo largo de los últimos cuarenta años de la historia reciente del  pueblo saharaui, el poeta ha estado presente contando a través de su poesía, cual reportero de guerra, todas las batallas y las gestas emprendidas por el Ejército de Liberación Saharaui y sus victorias sobre los ejércitos invasores.

Colaborando con las instituciones de cultura e información del estado saharaui ha plasmado junto a otros poetas las batallas que el joven estado libraba en la arena internacional, a nivel diplomático, político y cultural para dar voz a la causa saharaui por todos los rincones del mundo, su poesía hecha canción fue popularizada por diferentes grupos y cantantes saharauis, donde denunciaba la ocupación, la represión y la constante violación de los derechos de los saharauis en las ciudades ocupadas.

Su poesía  es muy didáctica, aconsejaba, advertía, mostraba e iluminaba el verdadero camino por el que debería transitar el pueblo hacia el objetivo final.

Tenía una memoria prodigiosa, una cabeza llena de cientos de historias, del ayer y de hoy, parte de la memoria del pasado y del presente de los saharauis y aunque en los últimos años tuvo problemas de vista la poesía seguía fluyendo, el manantial de sus versos estaba a rebosar. Con su desaparición física, inevitablemente desaparece parte de nuestra historia, de nuestra mejor y más ardorosa poesía, el hablar pausado y firme, la elocuencia, el talento innato para captar a quien le escucha y el privilegio de haber hecho felices a los saharauis en medio de sus mayores penurias.

Beyebuh, nos ha hecho llorar y reír de emoción, nos ha hecho pensar y analizar nuestra realidad, nos dejó claro que solo con la unidad llegaremos al objetivo final y nos legó su visión, su fuerza y determinación.

En uno de sus últimos poemas, no me atrevo a decir el último porque estoy seguro que siguió creando hasta su muerte, dejó claro que lo que más le dolería cuando le llegara la hora de partir sería la ausencia de los amigos.

“…solo la ausencia de los amigos no la podría soportar”

Se fue Beyebuh, como tantos hombres, mujeres y niños de este pueblo en las zonas ocupadas, en los campamentos de refugiados y en la diáspora y se irán muchos más. 

Son muchos años de exilio y espera y el tiempo impasible sigue su curso ajeno a nuestras desgracias, mientras vamos poco a poco, por la libertad, dejándonos la vida.

Hay 1 Comentarios

La corrupción en España se ha vuelto un problema de masas.Ya no son casos aislados, ahora son casi todos, en todas partes.
Se creen muy listos.Hay demasiada impunidad.Es una epidemia , un cáncer peligroso.
La mitad de lo que la gente paga en impuestos, termina siendo robado por corruptos.
Incluso en un pueblo de Teruel, en el Bajo Aragón, tienen sus sistemas organizados para lo de siempre, en las obras públicas.
Todo cuesta el triple.Existen enormes sobrecostes en todas las obras que hacen los Ayuntamientos. Y los empresarios de la construcción pagan el tanto por ciento al partido y al politico. Son clientelares. Sobre todo en el partido de la derecha.
Dentro de un Ayuntamiento , en el mismo inmueble institucional,existe la sociedad Fomentando, una empresa privada.
Esta empresa vende terrenos, a unos precios muy hinchados, desproporcionados, para camuflar y encubrir el pago de un soborno.
Apariencias engañosas.
Las obras se retrasan mucho, para justificar unos gastos tan elevados.
La restauración de monumentos antiguos, es un deber de la Administración pública.Las iglesias, conventos, torres, campanarios, góticos, o románicos, en España, es muy necesaria.El problema es el precio.
También habría que restaurar los centros históricos de los pueblos y ciudades, para defender su identidad.
En algunos casos , con las obras, se causan daños a vecinos, y después el Ayuntamiento no quiere pagarlos.
Inventan todo un sistema de obstrucción, y de tardanza, retrasos, inconvenientes, obstáculos, para no pagar la indemnización debida.
Todo esto es un maltrato a la gente, con abusos de poder.Es una prevaricación muy injusta.Llegara el dia.
Esto no sucede ni en Valderobles, ni en Beceite, ni en Calaceite, ni en La Fresneda, sino en otro lugar donde gobierbna el PP.
No se pueden hacer tantos daños, y despues negarse a una reparación.

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Y… ¿dónde queda el Sáhara?

Sobre el blog

Intentar mostrar la riqueza de la cultura saharaui. Ese es el objetivo de este espacio. Una cultura nacida de la narración oral, de los bellos paisajes del desierto, de las vidas nómadas y el apego a la tierra, de su origen árabe, bereber y musulmán, de sus costumbres únicas y de la relación con España que se remonta a más de un siglo. Una cultura vitalista, condicionada por una historia en pelea por la supervivencia desde 1975. Coordina Sukeina Aali Taleb

Sobre los autores

Sukina Aali-Taleb Hija del exilio, Sukina Aali-Taleb nació en Madrid por casualidad, de padre saharaui y madre gallega. Es miembro del grupo de escritores La Generación de la Amistad Saharaui y coautora del libro "La primavera saharaui, los escritores saharauis con Gdeim Izik", tras los acontecimientos de El Aaiún, en 2010. Periodista y profesora de Lengua Castellana y Literatura en institutos públicos de Madrid. Como no puede ser de otra manera, apoya al Frente POLISARIO en proyectos de ayuda a su pueblo, refugiado y abandonado a su suerte en Tinduf (Argelia), desde hace cuatro décadas.

Roberto MajánRoberto Maján, ilustrador. Le gusta decir que fue el último humano nacido en su pueblo; piensa que eso lo hace especial. Y que su abuela se empeñó en llamarle Roberto en memoria de Robert Kennedy asesinado cuatro días antes. En la época en que nació y se bautizó, el Sahara era español, en el mal sentido de la palabra. El lo sabía por las cartas que recibía de su tío Ramón, destinado allí en su servicio militar. Los sellos que las franqueaban prefiguraron el universo imaginario que tratará de recrear en las imágenes de este blog.

Bahia Mahmud Awah Bahia Mahmud Awah. Escritor, poeta y profesor honorario de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Madrid, natural de la República del Sahara Occidental. Nacido en los sesenta en la región sur del Sahara, Tiris, la patria del verso y los eruditos. Cursó estudios superiores entre La Habana y Madrid, donde reside. Pertenece al grupo de Escritores Saharauis en lengua castellana.

Willy Veleta Willy Veleta. Willy Veleta consiguió su licenciatura de periodismo de una universidad estadounidense (ahí queda eso) y ha trabajado en todos los canales privados de TV en España… de los que huyó cuando se dio cuenta de que querían becarios guapos. Ahora es profesor de periodismo en inglés y prepara su tercer libro, una novela sobre los medios.

Liman Boicha Liman Boicha. Se licenció en Periodismo en la Universidad de Oriente en Cuba. Después de una larga ausencia regresó a los campamentos de refugiados saharauis y durante cuatro años trabajó en la Radio Nacional Saharaui. Actualmente reside en Madrid. Ha publicado Los versos de la madera y ha participado en varias antologías de poesía saharaui: Añoranza, Um Draiga, Aaiún, gritando lo que se siente, entre otras. Forma parte del grupo poético Generación de la Amistad Saharaui y es miembro de la Asociación de Escritores por el Sahara-Bubisher.

Larosi Haidar Larosi Haidar. Tras el alto el fuego, se instaló en Granada, donde se licenció y doctoró en Traducción e Interpretación. Actualmente es profesor de esta misma disciplina en la Universidad de Granada y ha publicado varios trabajos relacionados con la cultura saharaui. También ha participado en varias antologías de poesía saharaui.

1000 voces para un poema

SANKARA SIDATI2
Poema de Bahia MH Awah, escritor, poeta y antropólogo. Imagen del archivo RASD, el poeta y diplomático saharaui Mohamed Sidati y el desaparecido líder africano Tomás Sankara en 1982 visitando a la República Saharaui y a los campos de refugiados saharauis. 

África vuelo California BA 279

En homenaje a mis hermanos y hermanas del

África negra que surcan por sus

sueños atravesando desiertos y

océanos por un mundo mejor.

 

Lejos y sin cosechas, allí dejo

mi África sin pan.

 

Repetía una y otra vez cuando despedía

tierra firme, su tambor, su mortero y su viejo arado.

Náufrago,

se marchó en busca de otros horizontes,

y el África atrás despedía, sumergida en tristes tinieblas,

de hambrunas,

de guerras de tripas,

de cayucos y pateras,

hundidos con todas las quimeras de la tribu.

 

El pan que un día partió para traer

costaba tanto como el caviar

del “Masa Time Warner Center de Manhattan”.

 

Bububakar, no dejó de llevar consigo un fardo

lleno de ilusiones,

se lo aconsejó el jefe de los saimara,

se lo aconsejó el chej de los bambara,

se lo aconsejó el patriarca de los zulú,

para que el día de la vuelta,

“si Dios navega

en tu habitual deriva de cada mar

viera su nueva chabola rebosando pan,

trigo, maíz, arados y el timbal de tambores”.

 

Desde mi ventanilla busco África y delibero para sofocar

la ira de mi conciencia.

 

Veo una Europa egoísta,

envuelta en oscuras nubes del porvenir,

veo gigantes rascacielos,

veo chimeneas de fábricas triturar mi virgen maíz,

y veo otras ensayar armas que destruyan

los verdes campos de mis trigales,

y al ver otras y otras aldeas de espigas segadas

el dolor remueve mis intestinos vacíos,

esos de quienes llegan la deriva.

 

Preocupados los ancianos del clan,

dicen, de España esta vez llegan al Atlas

blindados de guerra en vez de granos de cebada

para hacer el cuscús del Rif,

y de Francia estorban la vida muchos soldados,

que no dejan de molestar ¡Eh, tu outre ici!

En pleno vuelo,

no dejo de pensar en el viejo continente,

rezo para que esa humanidad vuelva a emerger

otra vez tras este siglo sin siembras

de maíz,

sin arrozales y sin el sagrado trigo de los hijos de Caín.

 

Ya sobre las nubes del Atlántico

siento franqueadas las fronteras,

y rotos los sueños,

los cayucos no cesarán de atravesar estos mares

porque creen que otro mundo más justo es posible.

¿A dónde vas humanidad de tez blanca?

De ojos miopes, azules, oscuros y verdes,

de hurtados cerebros enfermizos,

de vacíos y retuertos vocabularios

de postizos principios y corruptos amigos,

su mundo es tan alejado,

separado y diferente en valores de lucha,

de África y de la franca libertad al mío.

 

Y como africano le confieso que

ni una vez me inclino a la mano que se besa,

ni en mi corazón tengo lugar para cubrir al malvado.

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