Voces del viento

Por: | 14 de marzo de 2018

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Texto: Mohamed Salem, Ebnu. Foto: AeA

Una manada de enormes elefantes pastando petrificada en el tiempo, dinosaurios, anatomías deformes, hombres y mujeres, familias de pastores fosilizadas manteniendo un milenario abrazo desafiando al sol y al viento, bustos exuberantes, corazones desechos, todas las figuras que la imaginación, la fantasía y la poesía puedan concebir. Monumentales rocas de plata, majestuosas y altivas que se juntaron creando el paisaje más amado y a la vez el más temido por todos aquellos que en algún momento de sus vidas pasaron por ahí.

Los generosos, Layuad, así fueron bautizados como un deseo, como una intención evidente de que el nombre fuera a apaciguar cualquier furia o enemistad de los vecinos del frig más conocido de Tiris.

Layuad eran los espíritus que habitaban esas hermosas montañas.

Dicen que en las noches se escuchaban sus voces, sus cantos, sus tambores, sus palmas, los sonidos de sus animales y que incluso se habían observado sus hogueras. Se dice que cada vez que alguien intentaba sacar agua del pozo escavado entre las montañas salían bandadas de aves extrañas y lo obligaban a alejarse.

Por las noches nadie se atrevía a cruzar entre las montañas y menos acampar entre ellas, los camellos cuando se acercaban a Layuad se mostraban nerviosos como si de repente tuvieran prisa y apuraban sus largos pasos para alejarse. Los nómadas, los beduinos, las caravanas, todo el mundo quería pasar por los generosos, quería admirar la magia y la belleza del lugar pero nadie quería que la noche lo sorprendiese cerca.

Dicen que son “las voces del viento” le comenté, en un viaje a Tiris, a un veterano poeta. Cuentan que expertos españoles que estudiaron el lugar explicaron que todos los sonidos que se escuchaban eran producidos por el viento, porque según concluyeron las montañas están dispuestas de tal manera que el viento al pasar entre unas y otras producía diferentes sonidos que pueden parecer lo que no son, sobre todo en las oscuras noches cuando el temor anida en los corazones.

El poeta sonrió y me dijo, si son las voces del viento por qué ya no se han vuelto a escuchar, por qué, siendo Tiris una región de mucho viento, no se han escuchado las voces en los últimos cuarenta años;

sabes por qué, porque los generosos se fueron al exilio y no volverán  hasta el día en que regrese la paz, solo entonces regresarán los espíritus de Layuad o las voces del viento que dicen los españoles.

Volverán las añoradas y temibles noches oscuras de los generosos que, como gran parte del pueblo saharaui, emprendieron el camino del destierro huyendo de las balas asesinas y de los bombardeos de los aviones marroquíes.

¿Dónde habrán ido a anidar, dónde fueron a instalar su jolgorio, sus fiestas nocturnas y sus tambores, por qué montañas o llanos deambulan entreteniendo sus pasos mientras esperan el día del retorno?

Tal vez están acompañándonos en los campamentos de refugiados, tristes, silenciosos e impotentes.

Tal vez tengan su propio campamento mudo y ausente por donde nunca corre el viento y desde ahí esperan como nosotros el día del retorno, el día del regreso a su patria, a Tiris para reanudar su fiesta interrumpida por la guerra.

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Y… ¿dónde queda el Sáhara?

Sobre el blog

Intentar mostrar la riqueza de la cultura saharaui. Ese es el objetivo de este espacio. Una cultura nacida de la narración oral, de los bellos paisajes del desierto, de las vidas nómadas y el apego a la tierra, de su origen árabe, bereber y musulmán, de sus costumbres únicas y de la relación con España que se remonta a más de un siglo. Una cultura vitalista, condicionada por una historia en pelea por la supervivencia desde 1975. Coordina Sukeina Aali Taleb

Sobre los autores

Sukina Aali-Taleb Hija del exilio, Sukina Aali-Taleb nació en Madrid por casualidad, de padre saharaui y madre gallega. Es miembro del grupo de escritores La Generación de la Amistad Saharaui y coautora del libro "La primavera saharaui, los escritores saharauis con Gdeim Izik", tras los acontecimientos de El Aaiún, en 2010. Periodista y profesora de Lengua Castellana y Literatura en institutos públicos de Madrid. Como no puede ser de otra manera, apoya al Frente POLISARIO en proyectos de ayuda a su pueblo, refugiado y abandonado a su suerte en Tinduf (Argelia), desde hace cuatro décadas.

Roberto MajánRoberto Maján, ilustrador. Le gusta decir que fue el último humano nacido en su pueblo; piensa que eso lo hace especial. Y que su abuela se empeñó en llamarle Roberto en memoria de Robert Kennedy asesinado cuatro días antes. En la época en que nació y se bautizó, el Sahara era español, en el mal sentido de la palabra. El lo sabía por las cartas que recibía de su tío Ramón, destinado allí en su servicio militar. Los sellos que las franqueaban prefiguraron el universo imaginario que tratará de recrear en las imágenes de este blog.

Bahia Mahmud Awah Bahia Mahmud Awah. Escritor, poeta y profesor honorario de Antropología Social en la Universidad Autónoma de Madrid, natural de la República del Sahara Occidental. Nacido en los sesenta en la región sur del Sahara, Tiris, la patria del verso y los eruditos. Cursó estudios superiores entre La Habana y Madrid, donde reside. Pertenece al grupo de Escritores Saharauis en lengua castellana.

Willy Veleta Willy Veleta. Willy Veleta consiguió su licenciatura de periodismo de una universidad estadounidense (ahí queda eso) y ha trabajado en todos los canales privados de TV en España… de los que huyó cuando se dio cuenta de que querían becarios guapos. Ahora es profesor de periodismo en inglés y prepara su tercer libro, una novela sobre los medios.

Liman Boicha Liman Boicha. Se licenció en Periodismo en la Universidad de Oriente en Cuba. Después de una larga ausencia regresó a los campamentos de refugiados saharauis y durante cuatro años trabajó en la Radio Nacional Saharaui. Actualmente reside en Madrid. Ha publicado Los versos de la madera y ha participado en varias antologías de poesía saharaui: Añoranza, Um Draiga, Aaiún, gritando lo que se siente, entre otras. Forma parte del grupo poético Generación de la Amistad Saharaui y es miembro de la Asociación de Escritores por el Sahara-Bubisher.

Larosi Haidar Larosi Haidar. Tras el alto el fuego, se instaló en Granada, donde se licenció y doctoró en Traducción e Interpretación. Actualmente es profesor de esta misma disciplina en la Universidad de Granada y ha publicado varios trabajos relacionados con la cultura saharaui. También ha participado en varias antologías de poesía saharaui.

1000 voces para un poema

SANKARA SIDATI2
Poema de Bahia MH Awah, escritor, poeta y antropólogo. Imagen del archivo RASD, el poeta y diplomático saharaui Mohamed Sidati y el desaparecido líder africano Tomás Sankara en 1982 visitando a la República Saharaui y a los campos de refugiados saharauis. 

África vuelo California BA 279

En homenaje a mis hermanos y hermanas del

África negra que surcan por sus

sueños atravesando desiertos y

océanos por un mundo mejor.

 

Lejos y sin cosechas, allí dejo

mi África sin pan.

 

Repetía una y otra vez cuando despedía

tierra firme, su tambor, su mortero y su viejo arado.

Náufrago,

se marchó en busca de otros horizontes,

y el África atrás despedía, sumergida en tristes tinieblas,

de hambrunas,

de guerras de tripas,

de cayucos y pateras,

hundidos con todas las quimeras de la tribu.

 

El pan que un día partió para traer

costaba tanto como el caviar

del “Masa Time Warner Center de Manhattan”.

 

Bububakar, no dejó de llevar consigo un fardo

lleno de ilusiones,

se lo aconsejó el jefe de los saimara,

se lo aconsejó el chej de los bambara,

se lo aconsejó el patriarca de los zulú,

para que el día de la vuelta,

“si Dios navega

en tu habitual deriva de cada mar

viera su nueva chabola rebosando pan,

trigo, maíz, arados y el timbal de tambores”.

 

Desde mi ventanilla busco África y delibero para sofocar

la ira de mi conciencia.

 

Veo una Europa egoísta,

envuelta en oscuras nubes del porvenir,

veo gigantes rascacielos,

veo chimeneas de fábricas triturar mi virgen maíz,

y veo otras ensayar armas que destruyan

los verdes campos de mis trigales,

y al ver otras y otras aldeas de espigas segadas

el dolor remueve mis intestinos vacíos,

esos de quienes llegan la deriva.

 

Preocupados los ancianos del clan,

dicen, de España esta vez llegan al Atlas

blindados de guerra en vez de granos de cebada

para hacer el cuscús del Rif,

y de Francia estorban la vida muchos soldados,

que no dejan de molestar ¡Eh, tu outre ici!

En pleno vuelo,

no dejo de pensar en el viejo continente,

rezo para que esa humanidad vuelva a emerger

otra vez tras este siglo sin siembras

de maíz,

sin arrozales y sin el sagrado trigo de los hijos de Caín.

 

Ya sobre las nubes del Atlántico

siento franqueadas las fronteras,

y rotos los sueños,

los cayucos no cesarán de atravesar estos mares

porque creen que otro mundo más justo es posible.

¿A dónde vas humanidad de tez blanca?

De ojos miopes, azules, oscuros y verdes,

de hurtados cerebros enfermizos,

de vacíos y retuertos vocabularios

de postizos principios y corruptos amigos,

su mundo es tan alejado,

separado y diferente en valores de lucha,

de África y de la franca libertad al mío.

 

Y como africano le confieso que

ni una vez me inclino a la mano que se besa,

ni en mi corazón tengo lugar para cubrir al malvado.

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