Como decíamos en la entrada anterior de este blog, algunos economistas latinoamericanos recomiendan reforzar la cuenta corriente de la balanza de pagos para afrontar periodos de volatilidad de los flujos de capitales internaciones. Parte de esos flujos son las inversiones extranjeras directas, que en tiempos de crisis de deuda soberana en países europeos, dilema fiscal de Estados Unidos y volatilidad financiera global discriminan entre unos y otros países de Latinoamérica a la hora de depositarse, según se desprende del informe que difundió ayer la Comisión Económica para América latina y el Caribe (CEPAL).
La inversión extranjera directa creció en el primer semestre de 2011 en el conjunto de Latinoamérica un 54%, a 59.527 millones de euros. Los inversores de EE UU y la UE buscan compensar en esta región del Sur, que aún crece más que el Norte, los malos resultados que consiguen en sus países de origen. También llegan cada vez más empresas de China. “Los actuales flujos de inversión ratifican el buen desempeño de las economías de Latinoamérica y el Caribe, pese al escenario de turbulencias económicas”, destacó la secretaria ejecutiva de CEPAL, Alicia Bárcena, que, sin embargo, aclaró que la inversión extranjera directa en sí no resuelve los problemas de un país: “Nuestro mensaje a los países ha sido, y ahora lo reitero enfáticamente, que aprovechen estos ingresos con políticas de desarrollo productivo e innovación”. La mayoría de la inversión china en Latinoamérica se destina a la compra de empresas dedicadas a la producción primaria, como petróleo, minería y granos. Precisamente, CEPAL también vinculó el aumento de la inversión extranjera en la región a los precios de las materias primas, que se han mantenido altos por la demanda de China y pese a la inestabilidad financiera mundial.