El Banco Mundial prevé que Latinoamérica desacelerará su crecimiento en 2012, desde el 4,2% del año pasado al 3,6%. Esa ralentización se produciría pese a que Brasil tendrá un mejor año que en 2011: pasará de crecer 2,9% a hacerlo al 3,4%. El problema es que México rebajaría el ritmo, del 4% al 3,2% y sobre todo Argentina, que se expandió al 7,5% el año pasado y se acomodaría a un 3,7% en 2012, según el informe Perspectivas económicas globales que difundió el banco el pasado miércoles.
La desaceleración latinoamericana obedecería a un menor crecimiento en los países ricos y en China, lo que afectaría a las exportaciones, elevaría los costes del financiamiento, reduciría los flujos de capitales y terminaría dañando la inversión y el consumo. El banco anticipa que la demanda doméstica se mantendrá débil en Brasil después de las políticas fiscales y monetarias restrictivas que aplicó el año pasado para enfrentar la inflación y el supuesto sobrecalentamiento del que alertaba el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la región. A finales de 2011, Brasil comenzó a revertir aquellas medidas y tal vez por eso se distinguirá de la región con algo más de expansión. La fuerte desaceleración prevista para Argentina obedece a un enfriamiento de la demanda doméstica. México y Centroaamérica se verán afectados por un menor crecimiento de EE UU, mientras que República Dominicana debería beneficiarse por los esfuerzos para la lenta reconstrucción de su vecino Haití. El banco advierte que los diversos países de la región que se han beneficiado por los altos precios de las materias primas pueden quedar expuestos a significativas bajadas de esas cotizaciones en caso de que se produzca un fuerte debilitamiento del crecimiento global.
El Banco Mundial hizo un ejercicio sobre cómo impactaría un abaratamiento de las materias primas, que sobre todo afectaría al petróleo, y concluyó que entre los más beneficiados figurarían China, Nepal y Uruguay, país que compensaría la caída de precios agrícolas con la del crudo. En cambio, entre los más perjudicados por un barril de petróleo más económico figuran varios países latinoamericanos, encabezados por Venezuela. Las materias primas agrícolas penden sobre las cabezas de países exportadores como Brasil y “particularmente” Argentina, según el organismo. El gigante sudamericano está expuesto a la evolución del hierro y Chile, “significativamente” al cobre. La depreciación de las materias primas afectará los balances de pagos de varios países.
Los mercados emergentes tienen que prepararse para lo peor, según el Banco Mundial. “Si los mercados financieros globales se congelan, los gobiernos y las empresas pueden no llegar a financiar sus crecientes déficits”, advierte el organismo. “Los niveles históricamente altos de emisión de bonos corporativos en los últimos años pueden poner a las empresas en Latinoamérica en riesgo si no logran refinanciar esos títulos”, añade el banco.
Entre tantas advertencias del organismo con sede en Washington al menos se destaca que Latinoamérica es la región del mundo menos vulnerable a la crisis de Europa en cuanto a sus exportaciones. Solo el 18% de sus ventas al exterior se destina al Viejo Continente. Entre los más expuestos están Brasil, Chile, Argentina y Perú. De por sí durante el año pasado el ritmo de crecimiento de las exportaciones latinoamericanas se redujo en forma notable. Incluso llegó a caer la producción industrial en el segundo y el tercer trimestres, lo que no solo obedece a la demanda externa sino a las políticas fiscales y monetarias restrictivas aplicadas en Brasil y otros países, así como a la apreciación de las monedas.
Pese a las medidas de ajuste, la inflación se mantuvo alta en 2011, sobre todo en Venezuela y Argentina, en cuyas estadísticas oficiales no se basa el Banco Mundial para sus opiniones. Para el nuevo año, el organismo prevé que la subida de precios se modere por la desaceleración económica y pese a previsibles depreciaciones de las monedas.
Pese a todo, el organismo considera que la región cuenta con fuertes fundamentos para enfrentar una nueva recesión mundial. No obstante, advierte que los países tienen menos capacidad fiscal para enfrentarla que la que tenía en 2008/2009, sobre todo en los dependientes de la exportación de materias primas como Argentina, Venezuela y Ecuador. El banco prevé que el déficit fiscal regional crezca algo, al 2,7% del PIB, porque anticipa que se activarán los llamados estabilizadores automáticos, que son políticas contracíclicas que se ponen en marcha en casos de recesión. Por ejemplo, el seguro de desempleo. Dados los altos tipos de interés que rigen en la región, los bancos centrales tienen espacio para hacer políticas expansivas para contrarrestar una crisis.
El ingreso neto de capitales privados se reduciría del 10,2% del PIB en 2011 al 4,1% en 2012. La inversión extranjera directa disminuiría el 7,6% y los préstamos del sector privado externo se contraerían hasta el 20%.
Las remesas de emigrantes se mantendrían relativamente estables, lo que afectaría negativamente en las cuentas corrientes de países que dependen de ellas, como El Salvador, Honduras, Nicaragua y Guatemala. Otra vía de transmisión de una crisis mundial a Latinoamérica sería la caída de la confianza de consumidores e inversores.
También estarían más expuestos los países con más necesidades de financiamiento externo en relación a su PIB, como Panamá y Nicaragua. Argentina también puede llegar a estar en apuros, dada su falta de acceso al crédito internacional y al uso intensivo que ha hecho en los últimos años de los recursos domésticos, según el banco. Si bien es cierto que en los últimos tiempos varios países se han financiado en sus mercados locales, allí han concurrido inversores externos que podrían retirarse hacia destinos tradicionalmente más seguros en caso de una crisis. Los técnicos de Washington sugieren a los países en problemas que prefinancien sus deudas para evitar una eventual escasez del crédito.
El banco también cita como un factor de vulnerabilidad el rápido crecimiento de los préstamos domésticos en 2011, como en Argentina, Bolivia, Ecuador, Panamá, Brasil, Colombia y El Salvador. El organismo recomienda a los países que hagan pruebas de stress en sus sistemas financieros.
Ante una crisis mundial, el banco sugiere que los países latinoamericanos busquen otros motores para su crecimiento. Y, como siempre, este organismo tan criticado por la izquierda latinoamericana por sus recetas neoliberales insiste con que se apliquen reformas estructurales para mejorar la competitividad.
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