Dos hojas de ruta bien distintas: el FMI y la heterodoxia

Por: | 03 de febrero de 2012

Desde dos visiones muy contrapuestas de la realidad económica hay coincidencias en que el panorama económico mundial puede complicarse y, por tanto, Latinoamérica debe adoptar medidas. La diferencia radica en qué receta seguir. Una es la opinión del director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), Nicolás Eyzaguirre, que ayer escribió en su blog sobre el impacto regional de unas “perspectivas mundiales más sombías”. La otra es la de un joven economista heterodoxo y asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores de Ecuador en inversión extranjera directa, Daniel Munevar, que a finales del año pasado escribió en la revista argentina Voces en el Fénix sobre los riesgos que implicaba la actual estructura económica de Latinoamérica ante una crisis internacional que volverá a azotar, según su visión. Eyzaguirre no es tan pesimista como Munevar, prevé un crecimiento latinoamericano del 3,6% en 2012 (medio punto por debajo de lo que calculaba en septiembre pasado), pero recomienda “prepararse para lo peor”, por si sucede. Ambos no son tan optimistas como los mercados financieros, que han tenido un buen enero, con bolsas para arriba y monedas apreciándose otra vez, como el real brasileño.

 

Eyzaguirre, exministro de Hacienda de Chile en tiempos de la Concertación (2000-2006), da a entender que las medidas de ajuste fiscal en Europa deberían estar contrapesadas por políticas expansivas de otras regiones ricas y de los mercados emergentes, de modo de evitar un crecimiento mundial más reducido que bajaría los precios de las materias primas (principales exportaciones sudamericanas) y agudizaría las tensiones financieras. “Para nuestra región, esto significaría un menor dinamismo de las exportaciones, un deterioro de los términos de intercambio y condiciones de financiamiento más restrictivas”, alerta Eyzaguirre, antes de adentrarse en su receta de “esperar lo mejor, pero prepararse para lo peor”.

El jefe del FMI para Latinoamérica recomienda “seguir reconstruyendo las defensas fiscales y reforzando la credibilidad fiscal, y tener planes contingentes para el caso de que los riesgos en el panorama global se concreten”. También sugiere “estar preparados para relajar la política monetaria, pero solo en los casos en que la solidez institucional (incluido un tipo de cambio flexible) y el bajo nivel de inflación así lo permitan”. Por último, “se debe de vigilar atentamente cualquier signo de tensión en los sistemas financieros”, advierte Eyzaguirre. Brasil, la principal economía de la región, no está oyendo demasiado al FMI: a finales del año pasado anunció rebajas impositivas y recortes de los tipos de interés a pesar de que la inflación aún no ha sido domada al nivel que esperaban los economistas más ortodoxos. Pregunté por Twitter a los economistas que me siguen qué opinaban sobre los comentarios de Eyzaguirre. En Argentina, el economista Ricardo Delgado, de la consultora Analytica, opina que el FMI ofrece “lo de siempre: credibilidad fiscal, mirar la inflación, instituciones... nada interesante y, peor, todo huele a viejo”. En su país, el Gobierno ha adoptado recortes en subvenciones a diversos sectores, pero acaba de aumentar un 17% las pensiones. Ha evitado una devaluación del peso al permitir que subieran los tipos de interés, pero ahora intenta rebajarlos, mientras recurre a otros métodos para controlar la tasa de cambio: nuevos controles de importaciones y mayores exigencias de capital a los bancos, las que impedirán a las entidades extranjeras el giro de utilidades a sus casas matrices por lo menos en 2012.

La otra receta es la de Munevar, economista de la Universidad de Pinar del Río, Cuba, máster en Asuntos Públicos de la Universidad de Texas y analista del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo en Bruselas. En primer lugar, propone una “regulación al crédito otorgado al sector privado por entidades financieras, con miras a controlar el rápido crecimiento de las deudas de hogares y corporaciones”. Teme que se repita en Latinoamérica lo que él considera el origen de la crisis de los países ricos en 2008: un sobreendeudamiento del sector privado en combinación con una pérdida de la participación de los ingresos de los trabajadores en la economía, con la consiguiente reducción de la posibilidad de que el consumo interno aliente la actividad. En segundo término, sugiere “coordinar la creación de un sistema de control de capitales a nivel regional que permita reducir la entrada" de los de carácter especulativo, “con el objetivo de reducir el impacto negativo de tales flujos sobre el valor de las monedas y el crédito local”. El economista colombiano prevé "este sistema podría venir acompañado de la creación de un impuesto regional a las transacciones financieras, que sirva a su vez para financiar las actividades del Banco del Sur", que es la entidad de fomento que sueña crear la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

En tercer lugar, Munevar recomienda que se acelere la creación del Banco del Sur, pendiente desde 2007, porque serviría para “financiar el fortalecimiento de la capacidad productiva regional, para así reducir la dependencia de las exportaciones de materias primas que sufre actualmente la región”. El economista residente en Bélgica advierte sobre el “serio desacierto en términos de política económica que se ha cometido en varios países de la región, como Colombia, Perú, la Argentina y varios otros, donde la estrategia de desarrollo se fundamenta en la extracción de recursos naturales”. En la revista del Grupo Fénix (el colectivo de economistas heterodoxos de la Universidad de Buenos Aires que encabezaron la llamada a que Argentina abandonara las recetas neoliberales a principios de la década de 2000), Munaver opina que “el fortalecimiento de la integración regional permitiría crear las economías de escala requeridas para el desarrollo de un sector manufacturero en los diferentes países de América Latina”.

 
Por último, el economista formado en Cuba y EE UU aboga por la formación de “comités de auditoría de la deuda a nivel regional que permitan la supervisión y vigilancia del manejo de los mecanismos de endeudamiento público”. No se refiere explícitamente a las auditorías para revisar la deuda ya asumida, como hizo Ecuador, sino “para controlar en forma preventiva la socialización de las pérdidas del sector financiero asociadas en un escenario de pánico financiero regional e internacional”. Munaver teme que, al igual que ha sucedido en EE UU y Europa, los Estados se terminen endeudando demasiado para salvar a los bancos y las grandes compañías de un colapso.

Hay 3 Comentarios

John: el economista colombiano no dice que no haya que auditar las deudas actuales. Simplemente que en este artículo de la revista Voces en el Fénix no lo menciona.

Simplemnte decirle al Jefe del FMI pra Latinoamérica que brasleños y argentinos ya les pagamos la deuda contraída por gobiernos militarsy civiles neoliberales. ASí que muchachos GO HOME. déjennos a nosotros con las políticas heterodoxas que nos ayudaron a salir del infierno y a crecer a tasas chinas. El aumento a las jubilaciones y las paritarias libres de gremios con empresarios activa el mercado interno, por lo tanto hay consumo, ergo, hay más producción, en consecuencia hay más trabajo. Apartándose de los "sabios" del FMI, Argentina redujo su desocupación del 25 % a 6, 7%. Es más. Argentina debería cobrar derechos de autor por la quita de la deuda externa a la que van a apelar estados europeos.

El segundo se parece a Niño Becerra joven! Asi que no hay que auditar la deuda actual que a todas luces es impagable? No se puede asumir esta deuda, asi que de poco sirve pensar en hipoteticas soluciones para un hipotetico futuro. Resolvamos primero los problemas presentes.

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Sobre el blog

Novedades, tendencias y debates sobre el devenir de la economía y el desarrollo de Latinoamérica y los latinoamericanos.

Sobre el autor

Alejandro Rebossio es periodista. Su especialidad es la economía y trabaja en la corresponsalía de El País en Buenos Aires. Coautor del libro Estoy verde. Dólar, una pasión argentina (Aguilar) y Vaca Muerta (Planeta) junto con Alejandro Bercovich.

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