La semana pasada nos preguntábamos si los países latinoamericanos que habían firmado tratados de libre comercio (TLC) con EE UU habían resultado beneficiados. Se trata de un análisis que requiere de la evaluación de diversas variables, pero aquí nos circunscribimos a las de exportaciones e importaciones. Una de las conclusiones obtenidas fue que solo los países con estructuras productivas fuertes pudieron aprovechar la ventana más abierta para colocar productos en el mercado más consumidor del mundo y evitaron una invasión de artículos norteamericanos en sus territorios. Veamos qué sucedió con los dos países latinoamericanos que mantienen un TLC con la Unión Europea: Chile y México.
El acuerdo entre la UE y México entró en vigencia en 2000. Fue el primero entre el bloque y un país latinoamericano y se selló como un intento europeo de competir con EE UU, con el que México había iniciado su TLC en 1994. Entre 1999 y los primeros 11 meses de 2011 (último dato disponible), las exportaciones mexicanas a la UE crecieron un 238,8% y las importaciones desde allí aumentaron 163,5%. En el medio, la UE sumó 12 países del Este y el Mediterráneo. En ese mismo periodo, a dos países que carecen de un TLC con la Unión Europea no les fue nada mal: Brasil elevó un 285,4% sus ventas externas hacia allí, más que México, y Argentina, un 228,9%. En 1999 los precios de las materias primas aún eran bajos y comenzaron a subir a partir de 2002, con el consiguiente beneficio para los países latinoamericanos, pero sobre todo para los sudamericanos.
Las exportaciones europeas a Brasil aumentaron en ese plazo un 209,6%, lo que refleja en parte que la economía de este país sudamericano creció más que la mexicana. Los envíos de la UE a Argentina se incrementaron 78,2%. Sucede que en 1999 en este país el peso estaba muy apreciado y eso favorecía la importación de productos. Después, en la crisis de Argentina de 2002, las importaciones de este país se derrumbaron y poco a poco fueron creciendo otra vez. Además, en la actualidad Buenos Aires impone unas restricciones al comercio que no existían hace 13 años y que contrastan con el TLC que rige entre la UE y México.
Los dos socios de Mercosur lograron revertir el déficit comercial que mantenían con la UE en 1999 y ahora gozan de un superávit. México, en cambio, sigue padeciendo un rojo con el bloque europeo. Las monedas europeas también se apreciaron en forma considerable en estos años.
El tratado UE-Chile comenzó a regir en 2005. Desde 2004, año en que la UE sumó diez países de Europa del Este y del Mediterráneo, hasta 2010 (último dato anual completo de las estadísticas chilenas; de 2011 solo están disponible los primeros nueve meses), las exportaciones de este país sudamericano al bloqueo europeo crecieron 55,9%. Las importaciones se expandieron 110,6%. En 2007, la UE incorporó a Bulgaria y Rumania. En aquel mismo periodo, Brasil logró eleva sus ventas externas hacia allí en mayor medida, un 78,5%, mientras que sus compras en la UE subieron 145,6%. Otra vez, este último número refleja el crecimiento del PIB brasileño.
Argentina elevó sus envíos a la Unión Europea un 83,9% entre 2004 y 2010, bastante más que Chile. Sus adquisiciones en la UE aumentaron 132,4%, lo que también demuestra la expansión del mercado argentino, pese a las limitaciones a la importación.
Tanto Chile, sin aranceles de por medio con la UE, como Argentina y Brasil han mantenido en esos años el superávit con el bloqueo europeo. Desde 1999 la UE y Mercosur (al que también pertenecen Paraguay y Uruguay) negocian sin éxito un acuerdo de asociación que incluye un TLC.
En el primer trimestre del presente año comenzará a regir la asociación entre la UE y Centroamérica. A mediados de 2012 entrará el vigor el que une al bloqueo europeo con Colombia y Perú. Veremos cómo les va.
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