Latinoamérica es la región del mundo que más ha reducido el hambre en las dos últimas décadas. Sin embargo, en los últimos tres años la cantidad de indigentes ha disminuido de manera más lenta y además se encuentra amenazada por el alza de los precios de las materias primas. Resulta curioso que en un subcontinente que es potencia en producción de alimentos, su encarecimiento representa una oportunidad porque supone mayores ingresos para los productores y para las agencias tributarias, pero también un riesgo porque muchos pobres carecen de acceso a la tierra o a los ingresos suficientes para comprar lo básico necesario para alimentarse bien.