Raúl Benítez es un economista argentino de 52 años y es el representante regional de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, según sus siglas en inglés). Estudió en la Universidad de Córdoba (Argentina) y está haciendo el doctorado en la Católica Argentina (UCA). Ha sido consultor del Ministerio de Agricultura de su país, de los bancos Mundial e Interamericano de Desarrollo (BID), empresas y ONG. También fue ministro de Producción de la provincia argentina de San Juan. Desde la sede regional de la FAO, en Santiago de Chile, busca el equilibrio entre destacar logros y aplacar conflictos.
Pregunta: -¿Cómo se encuentra la agricultura y la alimentación en Latinoamérica?
Respuesta: -Latinoamérica es la región donde más se avanzó en la lucha contra el hambre. La mejora no ha sido pareja en el mundo. En África, lejos de observarse una disminución, hay un aumento del número de personas con hambre. Uno debería sentir orgullo. Latinoamérica lidera en esto de hacerse cargo del problema. Hay un compromiso político de la región en la lucha contra el hambre. Todos los países han adoptado la Iniciativa América Latina y el Caribe Sin Hambre. La CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) aceptó el desafío del hambre cero que planteó (el secretario general de la ONU) Ban Ki-Moon en la conferencia de Río+20. No obstante, casi 50 millones de personas sufren hambre en la región. Nosotros solo aceptamos que se llegue a cero, y hay largo rato para trabajar. Tenemos situaciones disímiles: hay países con elevada situación de malnutrición, con más del 50% de la población, y otros en los que casi no existe el hambre. Como hay países que lo erradicaron, sabemos que no es una utopía. Se puede hacer, y rápido. Hay ejemplos que hay que seguir. Y éstos no son privilegio de un color político. No es que los más socialistas se ocupan más del tema y otros no. Uno encuentra casos exitosos de distinto color.
P: -¿Cómo lo lograron los países exitosos?
R: -Se ha revelado que la estrategia exitosa contra el hambre es el enfoque de doble vía. Por un lado, una vez identificados los grupos vulnerables, se los asiste directamente. No puede permitirse que los chicos se vayan a dormir con hambre o no corten el ayuno antes de ir a la escuela. Pero esta ayuda debería ser más bien coyuntural. No puede prolongarse ad eternum, hay que generar condiciones para que estos sectores puedan hacerse de los recursos para comprar alimentos. Esto tiene que ver con las condiciones de empleo, con distintos instrumentos de promoción focalizados en el pequeño productor (agrícola). Hay que asistir a los grupos vulnerables ya, pero ese apoyo debería ir decreciendo y para que otros vayan creciendo.
P: -Usted habla de apoyo a la agricultura familiar. ¿Cómo ve la oposición entre ésta y la gran agricultura vinculada a los negocios y la exportación dominada por grandes grupos?
R: -Latinoamérica produce para unos cuantos millones más de los que somos. El problema no es tanto la producción de alimentos, salvo en algunos países, sino el acceso a los alimentos. Esto tiene que ver con algo particular de Latinoamérica. Así como somos la región que más avanzó, también somos la región más desigual en ingresos. Entre los peores 15 países del mundo en desigualdad, diez están en Latinoamérica y el Caribe. Este problema de distribución genera que no se pueda acceder a los alimentos. La brecha se observa en múltiples dimensiones. El sistema financiero está orientado al agribusiness (negocio de la agricultura). El agricultor familiar no puede pasar ni por la puerta del banco. El 80% de los productores es pequeño o mediano, que son los que dan el 50% del empleo en los sectores agrícola, ganadero, de silvicultura y pesca. Son una inmensa cantidad de personas y por lo general enfrentan una brecha de productividad importante, no tienen acceso a la tecnología. Es necesario que los países de la región continúen reforzando las políticas hacia estos sectores. La agricultura familiar no es la agricultura de los pobres, es distinta, es inclusiva. Entendemos que puede convivir perfectamente con el agribusiness, pero hay que definir medidas para la agricultura familiar.
R: -Pero no son casos generalizados, sino más bien aislados. En la medida en que se dé respuesta a todos los sectores, la convivencia se hará más pacífica.
R: -Cuando hablamos de bosques, tenemos que darnos cuenta de que contamos con un cuarto de los bosques del mundo. Casi 900 millones de hectáreas dedicadas a bosques. Pero esta participación importante no significa que no debamos ponerle atención. Hemos tenido tasas de deforestación elevadas, pero se disminuyó a 4000 hectáreas anuales, casi 5000 hectáreas por año se reforestan, pero hay un bache de tiempo entre que uno corta y se regenera el bosque. Hay deforestaciones que perjudican a la sociedad.
P: -Pero muchas veces se corta el bosque nativo y se plantan árboles para la producción maderera.
R: -Eso es parte de otra discusión. Primero se deforesta el bosque nativo y se reforesta con árboles con fines más comerciales. Es otra discusión que hay que dar al interior de cada uno de los países. Cada país debe dictar su propia legislación. En Latinoamérica el 10% de las tierras es área protegida, es un buen porcentaje, un buen ejemplo mundial.
P: -La FAO ha advertido hace un año y medio sobre la concentración y la extranjerización de las tierras en Latinoamérica. ¿Cómo prosigue el fenómeno?
R: Se estudiaron entonces 17 países y se alertó contra la concentración de tierras y también la extranjerización. Es un fenómeno que está teniendo lugar y tenemos que ser cuidadosos. No por xenofobia sino porque hay cambios de modalidades de producción por sistemas altamente excluyentes. Entonces hay una migración masiva a la ciudad, por lo general a las capitales o a países vecinos. Es un proceso doloroso y se da cuando hay concentración de la tierra.
P: -¿Y los países está haciendo algo?
R: -Brasil y Argentina tomaron medidas porque de alguna manera se vieron afectados por la compra de tierras por extranjeros, y también por estados extranjeros. Lo importante que tenemos que considerar es que es un fenómeno que tenemos encima, pero cada país de la región debe determinar cuáles son las medidas apropiadas. Nuestra tarea como FAO es alertar de que el fenómeno puede traer consecuencias sociales.
P: -¿Y otros países hacen algo?
R: -En países desarrollados tienen medidas similares. Y en Latinoamérica hay por lo menos discusiones en países como Ecuador y Venezuela. Me parece muy válido que haya discusión social.
P: -¿Estados extranjeros como China, Corea del Sur, Arabia Saudí y Qatar siguen avanzando en la compra de tierras latinoamericanas?
R: -No veo nuevos movimientos de estados extranjeros, pero sí de empresas extranjeras que se extienden a estados vecinos, y uno observa el impacto en el precio de la tierra. Solo por dar un ejemplo, en el caso de Uruguay, siete veces se incrementó el precio en diez años, casi el 50% de la tierra ha cambiado de manos. Es un fenómeno al que hay que prestarle atención.
P: -¿Algunos gobiernos están haciendo algo contra la concentración de tierras no solo en manos extranjeras sino de sus connacionales?
R: -Aquí tenemos que volver a caer en el modo de producir. Tenemos que ver la convivencia de diferentes modos de producción, que haya crecimiento económico, que se produzcan más alimentos, pero de manera inclusiva, porque si no, habrá buenos números en exportaciones, en servicios, pero malos datos sociales, hambre o marginados del proceso de creación de riqueza. Que los beneficios económicos del crecimiento se repartan de manera justa.
P: -¿Una forma de combatir la concentración es la reforma agraria, como la que ha aplicado Venezuela?
R: -Ecuador está iniciando la discusión en torno al tema. Son intentos para encontrar un camino que permita un desarrollo inclusivo. Algunos procesos son más radicalizados, pero intentan que los beneficios lleguen a todos. Si no, hay desempleo y migración. Hay que prestar atención al proceso de paz en Colombia porque llevará necesariamente a la discusión de qué se va a hacer con parte del territorio. El Gobierno está tomando medidas interesantes.
P: -¿Cuál es el legado económico que deja Hugo Chávez en Venezuela y el resto de Latinoamérica?
R: -Cada uno mira desde el cristal que le toca. Para nosotros, la lucha contra el hambre fue muy buena. Tomó parte de la renta del país y la dedicó a los grupos más vulnerables. Antes había una alta tasa de inseguridad alimentaria, que llegaba al 16% o 18%, y hoy no hay hambre en Venezuela. Es un ejemplo lo que hizo la República Bolivariana. ¿Es un modelo? Sí. ¿Es el único? No. Otros países han combatido el hambre desde otras perspectivas políticas también válidas.
P: -¿Teme que los precios de las materias primas bajen, con el consiguiente impacto en los ingresos de divisas en Latinoamérica?
R: -Tras el pico de precios de inicios de 2012, los precios descendieron un poquito. ¿Esto fue una crisis de precios al nivel mundial? No. Estos altos precios han beneficiado a algunos y han perjudicados a otros, a los que consumen. ¿Cómo tenemos que enfocar este problema? No solo ver el nivel del precio sino la variabilidad de los precios. Las oscilaciones atentan contra decisiones de inversión porque uno no sabe dónde está parado. Esto sí es un problema porque necesitamos que se siga invirtiendo en el sector productor de alimentos. ¿Cómo impactó la variabilidad? Hay países que han extremado las medidas para prevenir estos shocks, que han permitido resguardar a grupos vulnerables, hicieron transferencias a familias de menores ingresos para garantizarles la seguridad alimentaria. Creo que en América Latina y el Caribe hemos aprendido de nuestras crisis pasadas.
R: Respeto esas opiniones como tales. Nuestra perspectiva es que la demanda de alimentos seguirá siendo importante. En la medida en que los países emergentes vayan sacando gente de la pobreza, vamos a consumir más alimentos y de mejor calidad, pasaremos de la proteína vegetal a la proteína animal. Se produce una demanda de producción de alimentos por encima del crecimiento de la población. Parte de los alimentos se usan para otros usos, como los biocombustibles, y esto trae una presión adicional al desafío de incrementar la producción. No veo factores que puedan determinar una disminución de la demanda de alimentos y esto puede traer buenos precios. Los países podrían hacerse de esa renta para convertir la bonanza económica en bonanza social.
P: ¿Pero no hay especulación en los mercados de granos?
R: -Los alimentos son perecederos y por tanto no puede haber tanta especulación con esto. Si se pueden modificar los stocks, eso puede modificar los precios futuros. Pero estamos lejos de llamarlo especulación financiera.
R: -Hay mucha declamación de principios. Cuando uno analiza la exportación de producción agrícola, descubre que muchos productos son muy sofisticados. El 50% del costo de producción de uva fresca es mano de obra y necesita refrigeración permanente para llegar al consumidor. Después dicen que estamos exportando uva y no vino. Por otro lado, se exporta materia prima en bruto pudiendo haber agregado valor en la región. Depende de las condiciones de mercado, del poder de negociación entre el comprador y el vendedor. No siempre es posible imponer las condiciones.
P: -¿Pero no hay barreras de otros países a productos con mayor valor añadido?
R: -América Latina ha avanzado bastante en agregación de valor. No me gusta echarle la culpa a los de afuera. El futuro será responsabilidad de lo que hagamos nosotros. En la región ha habido agregación de valor, pero puede faltar en algunas cadenas. En otras el valor se produjo in situ. Si se exporta ganado o alimento para ganado es otro el valor, otra la generación de empleo y riqueza. Siempre uno trata de que gran parte del beneficio quede acá en la región. Hay buenos ejemplos, incluso hacia adentro de un mismo país.
P: -¿Por ejemplo?
R: -Fíjese en Brasil. Para las compras del Estado para los desayunos en los comedores se determinó que una parte proveniese de la agricultura familiar. Los agricultores encontraron un mercado que se les hacía fácil y a precios más acomodados. Y esto permitió a los compradores tener la certeza de la provisión del producto sin intermediarios. Otro ejemplo es lo que está haciendo Ecuador con los centros de economía social, que el propio Gobierno ha tecnificado. Los productores van y pueden seleccionar la fruta, lavarla, limpiarla y llegar con mayor valor agrega al mercado.
Hay 5 Comentarios
En Venezuela nunca se paso hambre.Hoy produce 30 por ciento menos alimentos que cuando llego Chavez,en Brasil la inflaccion de la alimentacion es del 30 por ciento anual.E n los 70 se realizo una reforma agraria,que fracaso porque el agricultor se fue para las grandes ciudades.En el Brasi de Lula han surgido las favelas en el campo y es gracias al agribusnes que el Brasil subsiste,
Publicado por: jose lazaro | 26/03/2013 9:55:04
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LO malo de pasar hambre es que los hambrientos noponen buena cara al mal tiempo y en cambio los ladrones que se han lucrado con el dinero del pueblo se rien a carcajadas , incluso cuando los llevan al juzgado exposados..
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Publicado por: ANTONIO LARROSA | 22/03/2013 14:14:06
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Publicado por: Moderna | 22/03/2013 9:04:08
Bueno si se compara con los 40 millones largos de norteamericanos que dependen de los cupones para alimentos no es tanto.Ademas una cosa es "hambre" y otra malnutricion.Si no se tiene comida en condiciones se acaba comiendo basura hipercalorica y asi estan los yankies,como cerdos
Publicado por: AMCXXL | 22/03/2013 4:21:19