André Biancarelli es un economista que da clases e investiga en la Universidad de Campinas (UNICAMP), Brasil. Pertenece al Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) brasileño. En la UNICAMP integra el Centro de Estudios de Coyuntura y Política Económica y la Plataforma Política Social Agenda para el Brasil del Siglo XXI. Además coordina en esa universidad del estado de São Paulo coordina la Red Desarrollista, que lideran Ricardo Carneiro y Pedro Paulo Zahluth Bastos, y en la que también se inscribe Luiz Bresser-Pereira. En diálogo desde Campinas (90 kilómetros al norte de la ciudad de São Paulo), Biancarelli opina que Latinoamérica enfrenta el desafío de seguir creciendo en la segunda década del siglo XXI con una demanda externa no tan pujante como hasta 2008 y con la competecia china más presente en el propio mercado.
Pregunta: -¿Qué temas está investigando en la actualidad?
Respuesta: -Por un lado estoy estudiando el sector externo de Brasil. Por el otro, la integración financiera y la cooperación en América del Sur.
P: -¿Y a qué conclusiones llegó?
R: -La idea de cooperación financiera regional surgió del nuevo regionalismo, de los esfuerzos de fomentar el proceso de integración regional. En América del Sur, a partir de los cambios de gobierno en Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia y Paraguay (en los 2000), hubo un giro hacia la integración, un relanzamiento de esa agenda. Se lanzó un regionalismo posliberal. El regionalismo abierto o liberal (de los 90) estaba muy concentrado en temas comerciales y su símbolo máximo era el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas, que incluía a 34 países del continente, incluido EE UU y solo excluida Cuba). El cambio de la política regional trajo una agencia con contenido en contra del libre comercio. La cuestión financiera aparece: es necesario fundar un mecanismo para la cooperación financiera en la región, un mecanismo de facilitación del comercio, un sistema de pago del comercio en moneda local, fortalecer el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR, integrado por Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Perú, Uruguay y Venezuela) y el financiamiento de largo plazo, como la CAF (Corporación Andina de Fomento), el BID (Banco Interamericano de Desarrollo), pero el gran símbolo es el Banco del Sur. En los últimos diez años hubo bastante voluntad política, pero los proyectos de integración son un poco distintos entre, por ejemplo, Brasil y Venezuela. No son liberales, pero tienen diferencias de fondo. Venezuela está más por la intervención del Estado, es menos liberal, más antinorteamericano y Brasil está en una postura más intermedia, entre la izquierda y el liberalismo. Para Brasil, EE UU es un socio comercial.
P: -Esa cooperación financiera por ahora ha quedado en palabras, como el Banco del Sur.
R: -Es complejo el Banco del Sur porque implica nuevos aportes de capital, nuevas concepciones de gobernanza, que cada país tenga un voto, independientemente de su contribución al banco. Pero el FLAR ya existe. Brasil y Argentina podrían adherir al FLAR con costes bajos y beneficios claros. Con Brasil y Argentina, el FLAR llegaría a nueve miembros. Debe haber un bloqueo probable del Banco Central de Brasil a esa opción porque tendría que colocar dinero para algo que sería de utilidad para países como Ecuador y Bolivia en caso de dificultades. Periódicamente los países pasan por dificultades y la única fuente de ayuda es el FMI (Fondo Monetario Internacional) y el FLAR, pero el FLAR tiene poco dinero. La razón de que no se amplíe son las barreras burocráticas, los preconceptos ideológicos.
P: -¿Por eso no entra Brasil?
R: -En la prensa se dice que Brasil lo está estudiando. Puede que haya algún impedimento legal, pero se puede resolver. Si entrase Brasil, el capital del fondo aumentaría cinco veces, independientemente de que Brasil no usaría nada de él. La ganancia para Brasil no sería más protección, pero sí los beneficios de la solidaridad, como hizo China con el acuerdo de transferencias de reservas con Brasil. En 2011, el capital del FLAR era menos de 2.000 millones de dólares. Brasil aportaría 4.000 millones. Para Brasil es una cuenta pequeña.
P: -¿Y cómo está el sector externo brasileño?
R: -Los números empeoraron. Brasil tuvo en la década pasada tres años de superávit de cuenta corriente, algo raro en su historia. Fue sobre todo por los precios de las materias primas, que siguen en buenos niveles. Desde 2008 Brasil tiene déficit de cuenta corriente, pero, a diferencia de Argentina, tiene un flujo abundante de financiamiento externo. Lo difícil es administrarlo. En cambio, Argentina tiene dificultades de financiamiento externo, tiene un problema cambiario, de administración de las monedas extranjeras y la subida del precio del dólar en el mercado paralelo. Esto es un contraste grande entre Argentina y Brasil. Pero las cosas empeoraron en Brasil en los últimos meses. En la cuestión financiera Brasil debe tener cuidado porque sufre una amenaza a su industria. Aunque hay ingreso de inversión directa y de cartera, el problema es la apreciación del real, lo contrario que en Argentina. Entonces sería bueno tener un mecanismo de solidaridad internacional. La calidad de las exportaciones brasileñas a Argentina es mayor que hacia otros países. Ante la situación económica mundial, una salida posible es que la industria apueste a la integración regional. La competencia china es un riesgo.
P: -¿Cómo está América Latina en general?
R: -En los últimos diez años en general se vivió una situación bastante peculiar en la región. Ha habido crecimiento económico, reducción de la desigualdad y la pobreza, solidez de las cuentas externas. La combinación de crecimiento y cuentas externas sólidas es rara. Antes se crecía con déficit de la cuenta corriente. Otras veces se crecía poco. Ahora lo extraordinario es que también se redujo la deuda pública con mejoras sociales. Es imposible entender esto sin la aparición de la demanda de China por las materias primas, que ha subido de precio. El desafío del crecimiento en la segunda década del siglo XXI es convivir con un ambiente externo menos favorable, con un impulso económico menor. El gran desafío de la economía latinoamericana es la competencia china en los propios mercados. Esto es una amenaza sobre todo para las economías más diversificadas, como las de Brasil, Argentina y Colombia, pero no para países como Bolivia. China viene a disputar el mercado regional. En la segunda década del siglo se mantendrá la demanda china por productos básicos, con lo que los precios serán aún favorables, pese a que habrá un poco más de crisis externa. Ante la competencia industrial china, debemos apostar por la integración productiva regional. Para Brasil, China deja de tener un efectivo solo positivo. Hay un riesgo de profundizar la primarización de la economía.
P: -En la última reunión del G7 los países ricos volvieron a declararse contra las devaluaciones, pero las siguen implementando, siguen inyectando liquidez al mundo y el exceso aprecia las monedas latinoamericanas, lo que termina dañando las industrias.
R: -Esa fue solo una declaración diplomática porque va en contra de lo que vienen haciendo desde hace tres años. El sistema internacional está muy centrado en EE UU y China. EE UU importa de China y China, desde Latinoamérica. Y el desde lado financiero el contexto es muy favorable porque ante los tipos de interés bajos los capitales buscan buenos rendimientos en los países emergentes. Tras la Gran Receción de 2009, algún dinamismo del comercio de China volvió, pero ya no impulsado por EE UU, la Unión Europea y Japón. Esos compradores perdieron mucho dinamismo, China tuvo que suplirlos y entonces buscó otros mercados. Entró en forma agresiva en Brasil, que tiene un mercado interno apetecible, tiene bastante demanda. El escenario es bastante menos favorable para el comercio de la región. Y en lo financiero ha habido una agresiva inyección de liquidez, los países ricos se jugaron todo a la recuperación con más liquidez doméstica y bajos tipos. Esto se vio de forma impresionante en Japón y un poco menos en el BCE (Banco Central Europeo) en las últimas semanas. Eso provoca lo que (el ministro de Hacienda de Brasil, Guido) Mantega llama guerra cambiaria. El resultado para Brasil es claro: se aprecia la moneda. Hay que administrar el exceso de financiamiento. La liquidez excesiva no se va a ser revertir, va a continuar la fase muy expansiva por un largo tiempo, por la situación económica y del empleo en los países ricos. Habrá más devaluación de las monedas centrales, riesgo de apreciación de las de la periferia. Para algunas como la de Brasil es un problema. Los países ricos buscan la solución individual, crecer por medio de la exportación. El problema es que el mundo no da para que todos exporten más.
P: -¿Por qué Brasil y Argentina fueron en 2012 de los países que menos crecieron en Latinoamérica?
R: -Yo no divido la región entre los que aplican políticas correctas y los que hacen políticas excesivamente intervencionistas. No separo a Chile y Colombia por un lado y a Brasil, Venezuela y Argentina por el otro. Son países diferentes, con grados de desarrollo diferente. Hay que mirar la historia reciente de cada país para entender mejor lo que hacen. Pero el hecho es el siguiente. Es diferente que Brasil crezca al 3% y que Perú crezca al 10% porque tiene otros estructuras productivas. La estructura productiva de Perú es mucho más simple, depende de los minerales. En Brasil no dependemos tanto de las materias primas. Pero por razones diferentes, Brasil y Argentina han tenido problemas en los últimos años. Argentina tiene inflación y conflictos de poderes. Brasil tiene dificultades para crecer: creció 1% en 2012 y ahora los más optimistas hablan del 3%. Hay una economía internacional que transmite señales negativas y eso afecta el comercio y las expectativas, afecta el trabajo. Argentina tiene un problema de modelo crecimiento y Brasil tiene un problema de que la inversión pública es baja. Soy relativamente optimista con la región, y particularmente con Brasil, porque tienen mejores perspectivas que el resto del mundo, pero depende de la inversión, que tiene que aumentar. Hay que aumentar la inversión pública, no cualquier gasto.
P: -Economistas y periodistas hablan de países modelo en la región. ¿Existen?
R: -Es muy simplista eso de los modelos. A veces en la economía y en otras fases del conocimiento muchas simplificamos. En los 90 era el alumno de buen comportamiento aquel que privatizada todo, abría todo y crecía mucho, pero gran ejemplo se tornó el peor con la gran crisis de Argentina. Brasil, en cambio, mantuvo una situación intermedia, no acabó en crisis tan grandes. En los 2000 lo bueno ha sido el dinamismo del mercado doméstico, que tiene que ver con el proceso de distribución de la renta y la reducción de la pobreza. Si miramos modelos de Latinoamérica, México no lo es. Si hay cierta novedad positiva en lo social y lo económico, está en las economías que se volcaron más para el mercado doméstico. Esta es una región con alta concentración de ingresos. Brasil en eso era el campeón. Ahora nos dimos cuenta de que es posible crecer para adentro, sin renunciar a la exportación y sin proteccionismo. No apostamos solo al crecimiento internacional porque el mercado internacional ahora no es muy favorable, porque es imposible competir con China por el coste social alto, por los salarios. En Brasil, en cambio, ha habido una política de subir el salario mínimo, de ampliar el crédito, de desempleo bajo a pesar del bajo crecimiento. Esto es un gran triunfo de Brasil y le servirá para crecer en próximos años. También en otros países ocurrió lo mismo: el impacto de las materias primas fue mayor en la recaudación impositiva de otros países que en Brasil y se ha ampliado entonces transferencias de protección social, ha habido más gasto del Estado, y ha sido fundamental.
P: -El problema es que mercado interno grande sea abastecido solo por China…
R: -Exacto, que no solo sea aprovechado por China sino por las estructuras productivas locales. Algunos países pueden abastecer todo el mercado interno y otros no, como Uruguay. Pero sería mejor que países como Brasil, Argentina y Colombia lo abastecieran. Hay una verdadera invasión china sin compromiso con la integración regional. Al contrario, trae más conflictos. Ahora México está bien considerado en los mercados internacionales, pero sufrió mucho con la crisis mundial por su relación con EE UU, por la competencia china. Ahora, tras la pérdida del nivel de vida y de los salarios, puede competir con las cadenas productivas de China, pero no es una manera muy virtuosa de integración en el mundo la de competir con bajos salarios. Lo positivo es lo contrario: mejorar los indicadores de pobreza, redistribución de la renta y salario, tanto desde el punto de vista social como de actividad económica.
Hay 1 Comentarios
Pero este mal no es solo de America Latina:
http://rajoyideasgratis.blogspot.com.es/
No nace falta nada mas que salir a la calle y estar un poco receptivo.
Publicado por: Ignacio | 24/05/2013 19:54:30