Los ordenadores avanzan en las aulas latinoamericanas

Por: | 30 de mayo de 2013

Entre el 20% más rico de la sociedad latinoamericana, entre ocho y nueve de cada diez personas terminó la escuela secundaria. Entre el 20% más pobre, menos de tres de cada diez, advirtió Martín Hopenhayn, director de Desarrollo Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en una rueda de prensa sobre el IX Foro Latinoamericano de Educación que organizó la Fundación Santillana en Buenos Aires entre este lunes y miércoles. “La secundaria parece el pasaporte para salir de la pobreza. Hay una reproducción intergeneracional de las desigualdades sociales. Además hay brechas por el aprendizaje efectivo. Hay un aprendizaje más alto en sectores económicos más altos, que en general asisten a la educación privada. Los logros están muy segmentados por el nivel socioeconómico, no por género, pero sí también por si son alumnos de zonas rurales o indígenas”, planteó el funcionario de CEPAL, que abrió el foro que este año se tituló La escuela ante nuevos desafíos: participación, ciudadanía y nuevas alfabetizaciones. También expuso Myriam Southwell, docente de la Universidad de La Plata (Argentina) e investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

 

Pese a todo, "la escuela está sirviendo en Latinoamérica para igualar las desigualdades de acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC)”, destacó Hopenhayn. Sin embargo, planteó interrogantes sobre ese acceso: “¿Cuántos chicos hay por computador (ordenador)? ¿Cuántas horas por semana la usan? ¿Tienen apoyo familiar para acceder a información y conocimiento? ¿Qué relación tienen las TIC con la currícula? Es diferente si tienen acceso en su casa al computador”, señaló el experto.

En 23 de los 26 países de América Latina y el Caribe se han lanzado programas para que cada alumno tenga su ordenador, según contó el director de relaciones institucionales de Santillana, Mariano Jabonero Blanco. En cambio, en países de alto rendimiento educativo como Singapur, Corea del Sur o Australia hay entre cinco y ocho niños por ordenador. En 2009, los países ricos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, que entre sus miembros también incluye a emergentes como Chile y México) tenían cinco ordenadores por niño en las escuelas, frente a nueve o diez en Latinoamérica. Nueve años antes, la proporción en Latinoamérica era de casi 100 estudiantes por aparato, según Hopenhayn. “Ha habido un avance muy rápido”, comentó el experto de CEPAL. “Estos programas para que cada niño tenga su computador son los que más compensan la falta de computadores en los hogares. El primero fue el de Uruguay. Allí los chicos se llevan la netbook a su casa y ahí hay padres que la miran y les preguntan a sus hijos cómo se enciende”, contó Hopenhayn cómo esa aparición de la tecnología impacta no solo en los colegios.

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Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay son de los países con más acceso a las TIC en la región, según Hopenhayn. “Uno se pregunta cómo se mastican estas nuevas tecnologías en la escuela. Frente a la lógica de que tenemos que educar para estar en la frontera del conocimiento, primero hay que educar para que los chicos no deserten, que valoren lo que aprenden. En Uruguay se hizo una encuesta a los chicos de 18 años y la mitad no terminó la secundaria. Y eso que es un país con alto nivel educativo y es de los de mayor igualdad de ingresos de la región. ¿Por qué se van de la escuela? Primero se dijo que porque la pobreza está infantilizada”, se refirió Hopenhayn a que, como las familias pobres son más numerosas, en la población juvenil hay más personas con bajos recursos económicos. “Es el clásico argumento. Pero para eso están las transferencias condicionadas”, aludió a los planes sociales que en diversos países latinoamericanos se han creado en los últimos años para asistir a los padres de los niños con la condición de que los envíen al colegio. “Pero después se hizo otra encuesta que reveló la poca confianza de las familias de que la educación les va a resolver los problemas”, advirtió Hopenhayn.

“Las computadoras se usan menos en las escuelas que lo que se usan en las casas”, comentó Southwell. “Los chicos buscan información en sus casas. Se está avanzando en la reducción de la brecha digital”, destacó la también investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina. Pero Hopenhayn planteó que tiene “dudas de si las TIC están influyendo en la mejora del nivel educativo”. Dijo que habrá que esperar qué resultados da la última prueba 2012 del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, según sus siglas en inglés) en Uruguay, donde el llamado Plan Ceibal comenzó antes que en otros países de la región, en 2007. El experto se pregunta si la presencia del portátil “genera un mayor cúmulo de información dispersa o pasa a construir más autonomía de conocimiento que se refleja en las pruebas de calidad”.

 

“Hay que empoderar a las nuevas generaciones en el uso de las nuevas tecnologías”, pregonó Southwell. También abogó por que la escuela no solo enseñe contenidos como historia o matemática sino que forme ciudadanos que intervengan en el mundo. “Del saber encapsulado, libresco, no siempre en relación con las prácticas sociales, debemos pasar a intervenir. Que los jóvenes sepan literatura y cálculos para intervenir. La participación y la posibilidad de convivencia con el otro es un aprendizaje muy sustantivo que la escuela tiene que hacer. No es algo nuevo, pero hasta ahora sobre todo ha habido miradas morales o miradas sociales con muy poca autonomía. Queremos formar sujetos críticos y autónomos que puedan convivir, demandar, estar en nuevas expresiones políticas”, expuso la investigadora de FLACSO, que redactó el documento básico del foro.

¿En qué medida las escuelas están educando en la participación ciudadana en un mundo en el que cada vez más se usa para ello la nueva tecnología? “La educación en la participación en la escuela latinoamericana hay que verla caso por caso”, respondió Hopenhayn. “En Colombia hay una materia de competencia ciudadana. En principio es fantástico, pero los profesores a veces dicen que están sobrecargados con matemática, lengua, y ahora también tienen que dar esta materia. ¿Hay capacidad instalada en la escuela para dar esta materia? Se ha puesto en lugar de educación cívica, que no ayudaba a la participación. Es una buena señal, pero es un caso aislado el de Colombia. En Chile depende de cada escuela”, contó este residente en Santiago. “Es importante que las escuelas abran espacios de participación práctica y no solo teórica ni que dependan solo del proyecto educativo del director de la escuela. Es difícil. ¿Cómo se enseña la participación si no se practica? Hay que mostrar que la historia no la hicieron unos iluminados sino movimientos sociales que se movilizaron. Hay que ver qué pasa con las TIC. La participación vía TIC es más fuera de la escuela, aunque sea para cuestionar al sistema educativo. El ejemplo es Chile, donde los estudiantes se organizan para salir a la calle, ir al ministerio, pero no hay una discusión en la escuela”, observó Hopenhayn.

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“La educación en la participación ciudadana no puede ser una descripción de contenidos que no se ponen en juego en la realidad”, opinó Southwell. “Eso sería contraproducente. Debe servir para la concreción cotidiana del convivir con otros. Hay una cuestión en Argentina y Uruguay de seguir pensando la escuela pública como el lugar donde asisten los distintos sectores sociales. Hay una preocupación de hacer una escuela para todos. En otros países esa pretensión se ha abandonado”, lamentó la experta de FLACSO. Hopenhayn agregó que en la región “la carrera docente es poco apetitosa, por prestigio o salario” y se preguntó “qué margen tienen los docentes para hacer actualización permanente”, dada su alta carga horaria de clases. Una vez, este experto le preguntó a un ministro de Educación de Cuba por qué su país lograba buenos resultados en las pruebas de calidad y la respuesta fue que influía “el lugar que ocupa el docente en la sociedad”. 

Hay 3 Comentarios

Muy bueno el artículo hay que poder aprovechar las (TICs) y no que ellas no manejen a nosotros!
les dejo mi sitio para que lo puedan visitar
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más les vale que avancen en derechos reproductivos y en derechos humanos

Dentro de no tanto, muchos españoles emigrarán para allá en hordas... la historia se repite

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Sobre el autor

Alejandro Rebossio es periodista. Su especialidad es la economía y trabaja en la corresponsalía de El País en Buenos Aires. Coautor del libro Estoy verde. Dólar, una pasión argentina (Aguilar) y Vaca Muerta (Planeta) junto con Alejandro Bercovich.

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