El Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA) es una fundación vinculada desde la década del 60 con la Presidencia de Brasil. Sus investigaciones son reconocidas dentro y fuera de su territorio. Su coordinador de Estudios de Relaciones Económicas Internacionales es Ivan Tiago Machado Oliveira, doctor en Administración por la Universidad Federal de Bahía y master en Estudios Contemporáneos de América Latina por la Complutense de Madrid. En diálogo desde Brasilia, Machado aborda la agenda de desafíos para su país y el resto de la región.
Pregunta. ¿Cómo ve la economía latinoamericana?
Respuesta. América Latina pasa por un momento claro de crecimiento, esencialmente en los últimos años muy empujado por la demanda china de materias primas. Esa relación de China con América Latina puede ser vista en cualquier país que uno tome de la región. Se amplió de forma bastante significativa en la última década. Esto vale para muchos de estos países, que en general son grandes exportadores de materias primas, con algunas excepciones donde juegan un papel un poco más importante las manufacturas, como en México, que se ha integrado en parte a las cadenas globales de valor. China explica buena parte del crecimiento del mundo en los últimos años. En el caso de Brasil no es muy diferente, a pesar de que estamos poco inclinados al mundo. Nuestra estrategia de desarrollo está bastante volcada hacia el mercado doméstico. Este mercado doméstico ha crecido recientemente a tasas relativamente altas para nuestros patrones, pero también en Brasil este auge de las materias primas impactó de forma positiva, como en el resto de América Latina. Claro que hay discusiones en países como Brasil sobre la concentración excesiva de la pauta de exportación hacia China. Muy pocos productos responden por buena parte de la balanza de las exportaciones de los países de América Latina hacia China. Esa es la realidad de los exportadores de materias primas en general hacia China, tanto para los países desarrollados, como Australia, como para los países en desarrollo, como los latinoamericanos. Pero China es un factor que no podemos dejar de considerar al pensar la dinámica económica latinoamericana reciente. Pero más allá de eso vemos una América Latina bastante diversa.
P. ¿Qué diferencias hay?
R. Por un lado, un Brasil muy volcado a su mercado doméstico, con intercambios internacionales muy poco importantes al explicar el crecimiento, a pesar de que el auge de materias primas impactó positivamente en el país. En Brasil influyeron el crédito, el crecimiento de la renta y el de la productividad, que era un problema de largo plazo. Todo esto comenzó a patinar el año pasado y tal vez continúe patinando los próximos años. En esto Brasil es relativamente similar, con algunas distinciones importantes, a Argentina, que claramente se volcó a una estrategia difícil de entender de neodesarrollismo o neoperonismo. Argentina pasa un momento de dificultades económicas, inclusive con sus índices económicos que han perdido la confianza, como el de inflación. Pero de cierta forma se ve un Mercosur relativamente menos abierto al comercio. Paraguay y Uruguay son países muy pequeños, con economías en las que el comercio intra Mercosur tal vez represente un poco más dentro de su dinamismo económico. Se ve por otro lado una economía latinoamericana que se vuelca mucho a Asia. Con la mudanza del eje económico del Atlántico Norte al Pacífico, no es que Europa deje de ser importante, pero en el dinamismo económico mundial pasa a ser China un elemento muy relevante su relación con EE UU. Muchos países como Perú, Chile, Colombia, México y algunos de América Central, como Costa Rica, hicieron un proceso de apertura mayor de sus economías e integración con Asia como parte esencial de su estrategia de inserción internacional. De ahí surge la iniciativa como la Alianza del Pacífico. De alguna forma se delatan claramente modelos distintos de desarrollo e integración internacional.
P. ¿Cuáles son las fortalezas y debilidades de estos dos bloques?
R. Para aquellos que están del lado proteccionista o más intervencionista, la pregunta es qué tipo de intervención del Estado uno quiere. ¿Uno quiere un Estado productor, que va más allá de la regulación, de colocar las reglas para que el juego se dé en el mercado, o si uno quiere un Estado que sea menor interventor? Es una falsa dicotomía. Uno siempre va a tener Estado y mercado juntos. La cuestión es más sobre los grados de intervención necesaria. Los mismos países desarrollados en el contexto de la crisis de 2008 implementaron una serie de medidas de protección comercial, con barreras no arancelarias e inclusive con nuevos mecanismos de apoyo financiero. El Estado interviene de vez en cuando en la economía, pero hay una falta de competencia en la economía brasileña que asusta. No es por otro motivo que podemos ver un Brasil que se ha convertido en un país muy caro. Brasil es caro para producir, para consumir. Cuando el brasileño va al exterior, encuentra productos textiles o electrónicos mucho más baratos que aquí. Está el elemento de los impuestos, pero también hay otro mucho más importante, con el que el Gobierno va a tener que lidiar, y es el exceso de concentración del mercado en los más diversos sectores de la economía. Es una de las debilidades de Brasil. Uno tiene una economía en la que muy pocas empresas controlan varios sectores, tanto sectores de insumos como de productos finales. Esa concentración excesiva es uno de los problemas con los que Brasil tendrá que lidiar para llegar a grados de crecimiento económico más elevado. Este tipo de perfil de economía vale también para algunos otros países de América Latina. Otro tema importante que está en la pauta de diversos países, como Brasil, es la tasa de inversión relativamente reducida en relación al PIB. Hay que volver a invertir particularmente en infraestructura. Brasil estuvo mucho tiempo sin inversiones importantes en infraestructura y nosotros estamos sintiendo ya los efectos de esa falta de inversión. Este es un elemento esencial y es un obstáculo para Brasil y otros países latinoamericanos, aunque en otros casos están en niveles distintos, dado el tamaño y la complejidad de la economía brasileña. Si pienso en la agenda que Brasil va a tener que asumir para volver a un crecimiento sustentable, se debe invertir en educación. Los efectos a mediano y largo plazo van a ser muy positivos. Esto lo veo con buenos ojos. Hemos mejorado, quizá no al ritmo deseado, pero tal vez de aquí a diez años llegaremos a un nivel más razonable de educación que permita inclusive ganancias de productividad globales para la economía. Estos serían los puntos débiles sobre los que debería actuar Brasil, y también diría los demás países de la región. Pero hay algunas diferencias.
P. ¿Cuáles?
R. Por ejemplo, México tiene claramente una política de integración económica nacional bastante más abierta que Brasil. México hoy vuelve a ser competitivo en diversos sectores, inclusive en relación a China. Hay diversas empresas, particularmente norteamericanas, que salieron de México hacia China, cuando China despuntaba con bajísimos costes de producción, y que ahora vuelven a México para aprovechar la propia competitividad que da la proximidad con EEUU en términos de logística y de participación mexicana en las cadenas productivas. Ahí se ve un México que no tiene un perfil parecido al resto de los países de América Latina en cuanto a pauta de exportación. También es distinto Costa Rica, dada sus características y que ha implementado políticas para conseguir espacio en cadenas de valor específicas, como las de procesadores y electrónicos, ha conseguido nuevas inversiones para esos sectores. Ha ganado escala y competitividad internacional. Costa Rica es un gran exportador de manufacturas, generalmente insumos para ser trabajados en otros países. Hay una serie de reformas de algunos países de la región que tal vez otros como Brasil y Argentina tienen que implementar. Brasil va a necesitar una América Latina integrada. No es que el mercado doméstico debe dejar de ser importante, a diferencia de Chile, Perú o Colombia, a pesar de que Colombia es importante en términos de producción. Pero para estos países es mucho más fácil la estrategia de apertura al comercio que para aquellos que tienen una demanda doméstica fuerte, que generalmente acaba siendo el sustento del crecimiento en el largo plazo. Esos países han hecho reformas, han ganado competitividad internacional y están más integrados. Para Brasil hay una necesidad cada vez más clara de que el Gobierno desarrolle una agenda de reformas ante la desaceleración del crecimiento económico, el aumento del desempleo en los próximos meses o años y una cierta reducción del crecimiento de la renta. Hay que hacer reformas importantes en políticas industriales, comerciales, de innovación para hacer a Brasil más abierto, más productivo y con mayor competencia, inclusive para bajar los precios. Estos son problemas comunes para la América Latina más cerrada al comercio y a la inversión internacional.
P. ¿Qué temas de la economía latinoamericana está estudiando?
R. Tenemos un proyecto en IPEA que está por comenzar y que tiene dos ejes. Uno es montar una matriz de insumo producto para América del Sur para que consigamos identificar lo que hay de hecho de integración productiva entre Brasil y cada uno de los países de la región. Uno sabe de algún que otro sector en el que hay integración productiva, como el automovilístico entre Brasil y Argentina, por ejemplo, pero no existen datos generales de todos los socios de América del Sur. Analizamos el potencial de integración. Además de lo que existe, queremos identificar la demanda en Brasil de ofertas de los países vecinos y comprender a través de entrevistas con empresarios por qué uno que produce un insumo en Perú, y que podría exportarlo a São Paulo, no lo hace y lo exporta a China. Queremos identificar los obstáculos para la integración productiva. Buscamos la respuesta efectiva de aquellos que hacen el comercio. Va a aparecer seguramente una agenda de desconocimiento de mercados, altos impuestos de importación. A pesar de que Mercosur tiene acuerdos de libre comercio con todo el resto de países de América del Sur, hay una coordinación relativamente limitada en cuanto a profundidad del comercio. Brasil es un polo económico productivo en la región, ¿pero por qué en América Latina no se consiguió hacer lo que se hizo en Asia, con un Japón, una Corea (del Sur) y una China que son un polo centrípeto importante que dinamizó la economía de la región? Brasil no consiguió cumplir esa función. Hay una necesidad de integración de la región en cadenas productivas globales. Por eso, nosotros también estamos comparando tres regiones: Europa del Este, Asia y América Latina. Nosotros elegimos algunos países y algunos sectores de esas tres regiones para hacer estudios de casos. Son sectores en los que los países no tenían una participación importante anteriormente, pero en los que consiguieron entrar en las cadenas globales y muchas veces consiguieron subir en las escalas de esas cadenas, comenzaron a producir productos de mayor valor añadido. Hacemos un análisis de las políticas industriales, comerciales y tecnológicas que afectaron a ese sector específico en aquel país específico. Eso nos va a ayudar a la estrategia brasileña en relación a esa agenda. El contexto económico brasileño tiende a llevar hacia una discusión sobre un poco más de apertura de la economía, la necesidad de repensar nuestra inserción internacional como elemento importante del desarrollo nacional, hay que identificar cadenas dependientes del mercado doméstico, sectores muy concentrados que han producidos superbeneficios para las empresas que están por aquí, muchas de las cuales son multinacionales que tienen estrategias muy distintas en sus países, pero que en Brasil gozan de relativa protección.
Hay 4 Comentarios
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Publicado por: zx-7 | 27/08/2013 18:26:05
Siempre se habla del gran crecimiento de la economía brasileña, su inclusión entre las principales economías emergentes "BRICS", y otros halagos relacionados con su dinamismo, sin embargo las estadísticas dicen otra cosa, el crecimiento promedio del producto de las últimas 3 décadas es el siguiente:
1980-89 3.0%
1990-99 1.7%
2000-08 3.7%
Publicado por: Alfred | 23/08/2013 11:31:47
Sucede que Brasil ha crecido a un ritmo fuerte y sostenido. No es fácil desarrollar a la par las infraestructuras necesarias. Luego sucede en Brasil una hiperconcentración de habitantes en SAO PAOLO que se devora cualquier programa. Es una pena concentrar tanta población en un territorio tan grande como el de Brasil. Se lograría un desarrollo mas armonioso con una cadena de ciudades de no más de 50.000 / 100.000 habitantes, lo cual facilitaría la infraestructura a la par que el desarrollo. Serían además ciudades mas seguras, porque donde la gente se conoce, el delito si bien no desaparece totalmente, existe una contención dada por mas auténticas relaciones humanas.
Publicado por: Beatriz Basenji | 22/08/2013 23:19:11
Hablando de aquí mismo porque nos afecta de forma inmediata y muy directamente.
Nuestra economía tiene el freno echado.
Ha sido un frenazo en toda regla para la gente, que somos los más.
Es cierto que la manada en bloque se desplaza en una dirección, y que llegado el caso, se precipitará por el acantilado sin remedio.
Queremos pensar los ciudadanos, que formamos esa manada, que nuestros vigías han detectado el acantilado y con la mejor intención han empezado a meter piedras en el camino para desviar el rebaño.
En otra dirección.
Ya que tenemos un acantilado enfrente de una deuda descomunal.
Que hay que pagar.
Que no vemos, y hacia la vamos embalados y a toda máquina.
Recortando el gasto en lo más fácil, en lo menos oneroso, en los que menos se pueden quejar.
Por eso los mordiscos de quienes se encuentran en el aprieto, a la gente normal.
Que además de los recortes nos vemos sumergidos en mil malversaciones, de quienes por no tener costumbre, consideran un derecho propio adquirido, el disponer eternamente de un colchón mullido.
Sin importar un comino como lo están viviendo la gente corriente, los demás.
El repunte de nuestra economía se dará cuando sea imposible malversar, engañar, y ningunear la ley y la justicia desde irresponsabilidades públicas.
Ordenando el rendimiento según al alcance de nuestras posibilidades reales.
En la vigilancia de las inversiones públicas, en donde el delito sea punible y castigado.
Publicado por: Albert | 22/08/2013 10:05:15