A pesar del crecimiento de la producción agrícola y ganadera y del aumento de los precios de las materias primas en los últimos diez años, “América Latina es la campeona de la desigualdad” en el sector primario en el mundo, según Benjamin Kiersch, oficial de Recursos Naturales para la región de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, según sus siglas en inglés). “Chile, Venezuela y Brasil están en los primeros puestos” en esta clasificación, según Kiersch, que expuso en el seminario latinoamericano que se organizó este domingo en Buenos Aires como parte del congreso anual de la Federación Internacional de Periodistas Agrarios (IFAJ, según sus siglas en inglés).
De todos modos, Kiersch se mostró optimista por el potencial de la agricultura para contribuir al desarrollo latinoamericano y por la posibilidad de que el campo cambie para mejorar su sustentabilidad. “América Latina y el Caribe están en mejores condiciones que nunca para establecer las bases del cambio sostenible”, comentó el experto de la FAO, que en una reciente entrevista con el periódico Los Andes, de Mendoza, advirtió sobre un “proceso de concentración del uso de la tierra, a través de los pools (consorcios) de siembra; ellos no compran tierras, alquilan, y como no es su tierra, no se sienten responsables”. En esa entrevista Kiersch señaló que, “en el fondo, la concentración del uso de la tierra es un problema político” y los gobiernos “deben poner ciertas reglas sobre el uso del suelo porque el inversor no necesariamente va a cuidar la tierra debido a que no son los productores familiares que la cuidaban para sus hijos o sus nietos”.
Para reducir la desigualdad y la pobreza, se requiere de un “Estado garante, pero no interventor”, según Álvaro Ramos, experto para Mercosur del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), otra agencia de la ONU. Ramos consideró que la política pública agrícola debería apuntar a tres objetivos: “Producir más, agregar tecnología a esa producción y generar inclusión social para que se perciban los resultados del crecimiento”. Recomendó inversión en infraestructura, normas claras y mercados transparentes, y opinó que los gobiernos deben tener en cuenta que existen dos tipos de agricultura, la de los “agronegocios” y la familiar. En contraposición a lo que opinan otros especialistas o representantes del campesinado, estos dos tipos “no son antagónicos”, según Ramos.
En la entrada del blog de ayer escuchábamos las voces de quienes se oponen a la deforestación y la gran agricultura transgénica. Pues en el seminario de la IFAJ expuso el consejero delegado para Latinoamérica de una de las principales multinacionales de semillas modificadas genéticamente, la suiza Syngenta, competidora en la materia de Monsanto, BASF, Dow, Bayer y DuPont. Se trató de Antonio Aracre, que convocó al sector rural y a sus periodistas a “generar consciencia del dilema del incremento de la demanda de alimentos a nivel mundial y del rol protagónico que deberían estar tomando nuestros gobiernos”, y agregó que “América Latina tiene la capacidad de generar el cambio disruptivo para dar solución a ese dilema”. El ejecutivo de Syngenta también calculó que más del 40% del PIB latinoamericano está “generado” por el campo. Es decir, la agricultura representa un porcentaje mucho menor, pero sus defensores siempre incluyen el impacto del sector en la industria y los servicios.
Ante unos 200 periodistas de 50 países, en el seminario también se debatió sobre el periodismo agrícola en la región. Entre los expositores figuró el anfitrión y presidente del Círculo Argentino de Periodistas Agrarios, Adalberto Rossi.
En la clausura del encuentro hablaron dos referentes del campo argentino: el viceministro de Agricultura, Lorenzo Basso, y el presidente del Foro Productores Agro Industriales de Soja (PAÍS), Mario Blejer, que en el pasado presidió el Banco Central de Argentina y que ahora aparece como candidato a dirigir la autoridad monetaria de Israel. Blejer es un argentino judío que de joven migró a Israel, donde estudió la carrera y el master de economía, pero después de marchó a EE UU para desempeñarse en universidades y organismos internacionales, como paso previo al regreso a su país natal.
Pese a las disputas que mantienen el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y las patronales agrarias, Basso destacó “el gran salto” del sector agrícola “en esta última década”, es decir, desde que el kirchnerismo llegó al poder, y lo atribuyó a la tecnología de semillas que aprobó el Ejecutivo y que los agricultores adoptaron. Pese a que Argentina aún exporta mucha materia prima agrícola que después se industrializa o sirve de comida para ganado en otros países, Basso destacó el papel de su país como "productor de alimentos". En esta visión coincide con sus antagónicos rivales de los colectivos de grandes y medianos terratenientes. El viceministro destacó que el Cono Sur de América dispone "tierras, agua, clima favorable y recursos humanos" y, por lo tanto, “haciendo a un lado a África", es la región con "más posibilidades de expandirse".
"La soja es la oleaginosa de mejor relevancia y más rápida expansión" de Argentina, dijo Blejer. En 1980 solo había cinco millones de hectáreas cultivadas con esta semilla y en 2013 sumaron 20 millones, según el presidente del Foro PAÍS. También quiso convencer del valor añadido del sector sojero: contó que el 43% de la harina y el aceite de soja del mundo es provisto por Argentina. Claro que el aceite con el que consumidores de todo el planeta condimentan el sushi, por ejemplo, no se embotella en este país, que lo suele exportar a granel. En 2010, Argentina llegó a producir el 60% del biodiésel proveniente de la soja, pero esa cifra disminuyó por motivos que Blejer no aclaró, pero que atañen al resultado de nuevos impuestos internos y barreras proteccionistas en la Unión Europea.
"La capacidad argentina (de molienda de soja) es más alta que (las de) China, EE UU, Brasil, por la infraestructura, capital. En diez años se invirtieron 2.500 millones de dólares", relató el presidente del Foro PAÍS. "Éste es el logro de nuestro país, porque nos permite sentarnos a la mesa de la seguridad alimentaria" internacional, opinó Blejer. Claro, es la voz del Foro PAÍS, que está sostenido por las propias empresas del sector, como las argentinas Aceite General Deheza, Molinos Río de la Plata y Vicentín y una filial de la agrominera suiza Glencore Xstrata, Oleaginosa Moreno.
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