EE UU pierde algo de su influencia en Latinoamérica

Por: | 19 de octubre de 2013

EE UU estuvo a punto de caer este jueves en suspensión de pagos. Hubiese sido como una bomba nuclear, advirtió en su momento su presidente, Barack Obama. Su impacto hubiese dañado la economía de todo el mundo, incluida la vecina Latinoamérica. Pero no ha sucedido y la Casa Blanca ganó tiempo hasta febrero próximo para que los legisladores demócratas negocien con los republicanos algún acuerdo presupuestario duradero. Lo que ha quedado demostrado es que la superpotencia encuentra dificultades internas que erosionan su liderazgo global, tal como escribieron Antonio Caño y Timothy Garton Ash en este periódico. Esa pérdida de influencia también ocurre en lo que EE UU consideraba su patio trasero. Sobre este asunto escribió un interesante artículo el político y diplomático boliviano Gustavo Fernández en una reciente edición de la revista Nueva Sociedad, un proyecto de la Fundación Friedrich Ebert, de la socialdemocracia alemana, para América Latina.

 

Fernández considera que la hegemonía de EE UU en América Latina comenzó a declinar a partir del siglo XXI tras la guerra de Irak y la crisis financiera originada en Wall Street en 2008. También influyó la emergencia de China como potencia económica. Gracias a ello, “se le abrieron nuevas opciones a Sudamérica, hasta entonces dependiente de los mercados y de las decisiones de política, de EE UU y Europa”. “En la primera década (del siglo XXI), mejoraron los precios de sus materias primas, las exportaciones de la región casi se triplicaron, disminuyó a la mitad el peso de la deuda externa, aumentaron sus reservas monetarias, se redujo sustancialmente la pobreza y la región se benefició de un periodo de desarrollo, con altas tasas de crecimiento del producto (PIB). Simultáneamente, se encogió el valor relativo de EE UU y Europa como fuentes de recursos financieros y tecnológicos y como mercados para los productos de exportación de Sudamérica. La participación de EE UU en las exportaciones  sudamericanas se contrajo del 30% al 18% entre 2000 y 2011, y las importaciones sudamericanas de EE UU cayeron del 55% al 30%. China se transformó en el primer mercado para las ventas de Brasil, Perú y Chile, en el segundo para Argentina, Paraguay y Uruguay, y desplaza cada día a la oferta estadounidense en las plazas sudamericanas”, reseña quien fuera ministro de la Presidencia del Gobierno de Jaime Paz Zamora (1989-1993) y ministro de Relaciones Exteriores de los Ejecutivos de Walter Guevara (1979), de Hernán Siles Suazo entre 1984 y 1985 y de Jorge Quiroga entre 2001 y 2002.

Otros factores que han influido en la pérdida de poder de la potencia aún hegemónica en la región  radican en que “Sudamérica cortó la cadena de la deuda externa y redujo el rol tutelar” del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en los que EE UU es el principal accionista, según Fernández. Los países de la región redujeron su pasivo público y a su vez contrajeron la parte de él que estaba nominado en divisas, sobre todo en dólares. Países como Brasil y Argentina cancelaron toda su deuda con el FMI. Sudamérica ya no depende de la ayuda ni de los flujos financieros del Banco Mundial o del BID, según el analista boliviano. El brasileño Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) “es más grande que estas dos instituciones”, aprecia Fernández. Los países con gobiernos de diversa ideología, desde neoliberales hasta socialdemócratas o de izquierda como el de Evo Morales en Bolivia, consiguen ahora financiamiento barato en los mercados. Y otros como Venezuela, de alta prima de riesgo, acceden al crédito de China, que presta más a Latinoamérica que el Banco Mundial y el BID juntos. Fernández también destaca el renacer de la Corporación Andina de Fomento (CAF), que tiene como accionistas a Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Costa Rica, Ecuador, España, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, República Dominicana, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.  

Dilma

Fernández recuerda que la iniciativa norteamericana de crear un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) debió ser archivada y reemplazada por tratados bilaterales de libre comercio con países como Perú y Colombia. También señala que la ciudadanía votó en contra de la receta económica del Consenso de Washington cuando eligió gobiernos de diversas izquierdas en Venezuela, Brasil, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Honduras, Nicaragua y El Salvador en los últimos años. El autor no menciona a Argentina. “Emergió Brasil y comenzó a proyectar su propia zona de influencia en la región, aunque su peso político dista de ser equivalente a su poder económico”, advierte Fernández.

De todos modos, México sigue siendo el referente más importante para EE UU en la región, por su tamaño, su proximidad y su historia, según el autor del artículo. En 2012, el comercio entre ambos países sumó más de 500.000 millones de dólares, casi lo mismo que intercambiaron la superpotencia y China. Las exportaciones de EE UU a México mantienen vivos 6 millones de empleos y superan en valor a todo lo que el país del Norte provee en conjunto a Brasil, India, Japón y Reino Unido. A su vez, las ventas externas de México a EE UU han crecido de 42.000 millones de dólares en 1993, un año antes de la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, a 263.000 millones en 2011.

En los últimos años aparecieron instituciones de integración regional, más políticas que económicas, sin la presencia de EE UU, como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Se han articulado dos bloques regionales que se contraponen por su relación con EE UU y sus posiciones sobre los papeles que el Estado y el mercado deben cumplir en la economía: Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Venezuela, más los aspirantes Bolivia y Ecuador) y la Alianza del Pacífico (México, Chile, Colombia y Perú, y Costa Rica en proceso de adhesión). Mientras tanto, continúa el bloqueo económico de EE UU a Cuba.

 

Un dato no menor en las relaciones bilaterales es el creciente peso de los latinos en EE UU. Representan 50 millones de habitantes, un sexto del total de la población estadounidense, y unos 12 millones de votantes, que dieron la victoria a Obama en 2012, según Fernández. La reforma migratoria se metió en la agenda del Gobierno demócrata por ese voto, según el analista boliviano. Obama recibió en los últimos años a sus pares de México, Colombia, Perú y Brasil, y planeaba volver a encontrarse con la brasileña Dilma Rousseff en Washington este octubre, pero el espionaje norteamericano a ella estropeó el viaje. Además, el vicepresidente de EE UU, Joe Biden, y el secretario de Estado, John Kerry, han visitado Costa Rica, Perú, Colombia y Brasil en un intento por sostener la influencia en la región, según Fernández.

“La declinación irreversible de EE UU ya se pronosticó otras veces y otras la potencia recuperó el lugar que parecía haber perdido”, advierte el texto de Nueva Sociedad. Fernández descarta que los vínculos económicos entre la superpotencia y Latinoamérica vayan a cortarse de un “tajo”. EE UU seguirá siendo comprador de exportaciones latinoamericanas. Incluso el analista menciona la predicción de que México y Brasil serán dos de los tres principales proveedores de petróleo del país del Norte, con lo que se reduciría la dependencia de éste respecto de Oriente Medio. Habrá que ver si esto será así teniendo en cuenta el desarrollo de hidrocarburos no convencionales en EE UU, que va camino del autoabastecimiento. Además, Fernández recuerda que la presencia de multinacionales norteamericanas en la región es aún más importante que antes, y se advierte desde la minería a la agricultura, desde la industria hasta los servicios.

Hay 2 Comentarios

La pérdida de influencia de esa gran potencia mundial en el ámbito de Ibero-américa es la consecuencia de su política nefasta de sostener y apoyar a los grandes tiranos y asesinos que asolaron el siglo pasado a los países del Caribe, Centro y Sudamérica. Y para mas INRI se disfrazaba y se sigue disfrazando de democrático.

Eso de los "50 millones de latinos" es una falacia. El 25% ya no se pueden considerar "latinos" ya que han sido asimilados por la mayoría "anglo" y su llengua y forma de vida no se distingue de la de sus vecinos.

En relación a Latinoamérica, si los Estados Unidos y Canada se integran en la "Alianza del Pacífico", ésta dejará de ser una referencia para el mundo de habla hispana, y se convertirá en un mero apéndice estratégico y comercial de los EE.UU.

Panama y Costa Rica van a ser los próximos países en incorporarse a la Alianza del Pacífico. Si el resto de Centroamérica, incluida Nicaragua, y Ecuador se integran en dicha Alianza, alcanzaría una población de 260 millones de habitantes, pero con continuidad territorial desde México hasta Chile y con una lengua vehicular, el español.
Recordaría a la formación de Italia o Alemania. con la unificación de estados que compartían una cultura. Una Federación Hispana de 260 millones de habitantes, y con un PIB de $ 3 Tr. podría tener una gran relevancia mundial, y Puerto Rico podría terminar integrándose en la misma.

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Sobre el autor

Alejandro Rebossio es periodista. Su especialidad es la economía y trabaja en la corresponsalía de El País en Buenos Aires. Coautor del libro Estoy verde. Dólar, una pasión argentina (Aguilar) y Vaca Muerta (Planeta) junto con Alejandro Bercovich.

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