"Sin transformaciones productivas, no hay avance social"

Por: | 25 de octubre de 2013

Hoy a las 8 de la mañana de Argentina (las 13 de Madrid) comienza la veda electoral en este país: ya no se puede hacer más proselitismo hasta el domingo, día de los comicios legislativos, a las 21 (las 2 del lunes madrileño). Horas antes de que comience esa veda publicamos en este blog la última entrevista de la serie de diálogos con economistas candidatos en estas elecciones, para hablar de Argentina, pero también del resto de Latinoamérica. Hoy es el turno de Itai Hagman, graduado y profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA). De solo 30 años, encabeza la lista de candidatos a diputado de la alianza Camino Popular en la capital argentina. Este frente agrupa al partido de Hagman, Marea Popular, que surge como confluencia de varias agrupaciones juveniles de izquierda, sobre todo del mundo universitario, y a Unidad Popular, que tiene ya cinco diputados y que dejó este año el Frente Amplio Progresista (FAP) por el pacto que éste selló para estas elecciones con las centristas Unión Cívica Radical (UCR) y Coalición Cívica (CC). Hace unos meses entrevistamos en este blog al jefe del grupo parlamentario de Unidad Popular, el economista Claudio Lozano, cuyos informes de la situación social de Argentina era siempre requeridos por el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, el actual papa Francisco. Lozano se candidatea esta vez a senador. Aquí, el diálogo con Hagman, que con su partido debuta en unas elecciones generales.

 

Pregunta. ¿Cómo ve la economía argentina?

Respuesta. Desde ya que la situación económica argentina está complicada. Luego de diez años de crecimiento muy importante que hemos tenido desde la última crisis, aquella famosa de 2001, están emergiendo problemas que se refieren a cuestiones de tipo estructural. Tenemos una inflación de aproximadamente el 25%, tenemos una restricción importante en lo que hace a las divisas, tenemos una situación fiscal complicada. Pero esos problemas concretos, desde mi visión, tienen que ver con problemas de tipo estructural. Básicamente en estos diez años no se ha avanzado en una transformación de la matriz productiva del país. Como seguimos siendo un país que vive principalmente de un modelo extractivo y dependiente fundamentalmente de la exportación de commodities (materias primas), en particular de la soja, no hemos podido liderar un proceso de desarrollo que pueda evitar que choquemos con estos problemas. Ésta es mi visión crítica sobre lo que se ha hecho en estos diez años desde el punto de vista económico. La solución de estas dificultades implicarían avanzar en un proceso que tenga que ver con un mayor control público sobre los recursos naturales y con un plan de desarrollo industrial en función de las necesidades estratégicas del país, que no es lo que está ocurriendo hoy en Argentina. Esto nos permitiría resolver la enorme situación de precarización laboral que hay. Un tercio de los trabajadores está en negro. El nivel de pobreza estructural no se ha revertido, pese al crecimiento económico. Es de alrededor del 30%. El crecimiento económico por sí mismo no lo logra resolver si no hay otras transformaciones, ¿no?

P. ¿Qué medidas habría que adoptar para enderezar la economía argentina?

R. Hay varias cuestiones. La principal tiene que ver con discutir esto del control público sobre los recursos naturales, terminar con esta situación de saqueo y concentración brutal que hay en la economía. Para mí, claramente el problema inflacionario tiene que ver con el nivel de concentración: hay muy pocas empresas que manejan porcentajes muy altos de los mercados. En el caso de las principales actividades económicas, es muy patente. Tenemos seis empresas que controlan el 70% de las exportaciones de granos. Tenemos el 70% de la matriz que produce gas y petróleo, y que determina la matriz energética, en manos extranjeras. Tenemos una extranjerización de la economía muy importante. De las 500 empresas más grandes del país, dos tercios son extranjeras. Entonces la principal medida sería avanzar con la política de recuperar soberanía, recuperar control público sobre esos recursos, y con eso financiar un plan de desarrollo, que implica, entre otras cosas también, avanzar en discutir muchas de las leyes que fueron aprobadas durante 35 años de neoliberalismo en Argentina, desde la dictadura militar (1976-1983) y desde la década del 90 (cuando gobernaba el peronista Carlos Menem) y que no se han tocado. Todavía tenemos una ley de inversiones extranjeras que data de la dictadura militar. Tenemos una ley de entidades financieras, que regula el funcionamiento de los bancos, que también es de la dictadura militar. Tenemos las leyes de flexibilización laboral que se aprobaron en los 90 y que todavía están vigentes. Entonces otra medida importante serían avanzar en una nueva legislación, sobre todo ante estas elecciones que son legislativas. Para eso me postulo al Congreso de la Nación, para discutir las leyes que, en nuestra opinión, hay que derogar para avanzar hacia otras. Por otro lado hay que tener una política de creación de empleo y de inversión pública que garantice que se perfore el piso de desigualdad y de pobreza que en Argentina no se ha logrado solo con el crecimiento económico. Esto fundamentalmente está asociado a un sistema de seguro de empleo y formación que garantice un piso de ingresos universal, es decir, para toda la población argentina, que implica contraprestaciones de tipo laboral o formativo.

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P. Cuando usted habla de control público de recursos naturales, ¿significa estatalización de empresas petroleras, mineras o agrícolas?

R. En algunos casos puede ser estatización y en otros, no. Lo que para nosotros es inviable es que siga un sistema de producción en el cual el Estado no tiene ningún tipo de regulación. Insisto en que no necesariamente hay que estatizar todo, pero sí es necesario algún tipo de control público. Hoy en día, de cada 10 dólares que producen las empresas mineras, 1,50 quedan en Argentina nada más. Entonces hay que discutir de qué manera el Estado se puede apropiar de mayor cantidad de recursos que produce esa actividad. En el caso de la producción agrícola, el comercio exterior está prácticamente monopolizado por seis grandes empresas. Esto habría que discutirlo. El Estado podría tener un mayor control público sobre el comercio exterior. También creemos que hay que avanzar en recuperar la propiedad estatal de determinadas empresas que fueron privatizadas en los 90. Otros casos pueden implicar no estatizar, pero sí controlar desde el Estado.

P. Fuera de Argentina, muchos consideran que el Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner es de izquierda, cercano al eje bolivariano, pero ustedes lo critican desde la izquierda.

R. Yo entiendo que se hace esa visión desde fuera sobre el Gobierno argentino. Nosotros planteamos justamente que el Gobierno, a pesar de haberse ganado esa imagen en el exterior, en Argentina en lo económico se basa, al igual que el resto de América Latina, en la extracción de los recursos naturales y no ha habido un avance en el control estatal de esas actividades. Hay más una imagen que se ha transmitido a partir de algunas medidas, como pudo haber sido la estatización de YPF, que tampoco fue una estatización total, pero fueron todas medidas muy tibias en relación al punto que planteo. Acá no tenemos una política de Estado parecida a la de los países del eje bolivariano. Tenemos una política diferente. Por ejemplo, en el caso de Venezuela hay un control de prácticamente el 100% de la producción de petróleo que permite transferir recursos para llevar adelante una pelea. Hoy en general los candidatos de la oposición en Argentina cuestionan al Gobierno desde un punto de vista diferente al nuestro, quieren volver a políticas más ortodoxas, tradicionales, liberales, de menos intervención estatal, de la mayor liberalización de la economía. Nosotros planteamos la ruptura de las recetas ortodoxas o liberales que plantean la desregulación de mercados. Para nosotros, los problemas de Argentina se resuelven con más intervención estatal, más regulación de los mercados, más recuperación de derechos para la población, más políticas sociales, y no a la inversa.

P. ¿Cómo ve la realidad de la economía latinoamericana en general?

R. No podemos ver a la economía latinoamericana fuera de la situación económica general. Estamos atravesando una situación de crisis internacional y eso afecta a América Latina. En los últimos años se ha vivido un proceso de desaceleración del crecimiento económico que está sintiéndose en distintos países. El caso de Brasil es muy patente y repercute en Argentina de manera particular, y en otros países también. En los casos de algunos países que se plantean como más exitosos en los últimos años, si bien entraron inversiones, en materia de avances en términos sociales, de redistribución del ingreso, de ampliación de derechos, creo que el balance también es muy negativo. Si uno no mira solamente los números fríos de la economía, es decir, la inversión y el crecimiento, sino también la situación social, Latinoamérica está en una situación de relativo estancamiento. En parte, lo que le pasa a Argentina es lo mismo que le pasa al resto de América Latina. Al no avanzar en transformaciones estructurales productivas y al seguir sosteniendo, en general en todos los países, modelos dependientes de la exportación de commodities, ya sean minerales, granos, gas o petróleo, hay un impedimento para alcanzar niveles de igualdad social o de ampliación de derechos sociales mayores a los que está haciéndose. América Latina no ha logrado superar esa regla que el sistema internacional le asigna.

 

P. ¿Cuáles son esos países que reciben inversión, pero no mejoran en lo social?

R. Por ejemplo, Perú, que es uno de los países que más se ha mencionado en estos últimos años. Muchos de los economistas del establishment ponen a este país como ejemplo. También a Colombia. Es todo el bloque que ahora se denomina Alianza del Pacífico (también incluye a México y Chile). Efectivamente, son países que logran atraer importantes inversiones extranjeras y ha sido levantado como un modelo para el establishment económico, pero en términos sociales, de distribución de riqueza, se han mantenido igual o incluso en algunos casos han retrocedido.

P. ¿Y qué opina de Venezuela, que aparece como modelo alternativo al neoliberal?

R. Venezuela ha tenido un avance social muy importante, que se ha dado en términos del acceso a la educación, la salud, la vivienda. Por supuesto que está atravesando también una situación económica compleja que tiene que ver, como pasa en muchos países de la región, con una puja de actores políticos, sociales y económicos. Los niveles de inflación y de desabastecimiento tienen que ver con una puja que está dándose en esos países, donde hay sectores del poder económico muy concentrados que con aumentos de precios o desabastecimiento intentan discutir el proceso de reparto que vivieron en los últimos años. Si uno compara la Venezuela de hoy con la de diez o 15 años atrás, cuando comenzó el primer Gobierno de Hugo Chávez (1999), en términos sociales es indiscutible el avance que hay en la población, y que explica el apoyo que ha tenido este proceso. Pero Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros países del eje boliviariano no están ajenos a los problemas estructurales que tiene la región. Son países que han avanzado muchísimo en términos de políticas sociales, distribución del ingreso y de la riqueza, pero siguen siendo modelos económicos fuertemente extractivos, dependientes de la inserción internacional a través de la exportación de commodities. Ningún país podrá resolver estos problemas estructurales por sí mismo. Para dejar de ser una región que vive de exportar commodities, se necesita integración regional.

Hay 1 Comentarios

La gran economía es un tema muy grande, para el común de los mortales, que solo entendemos de si el bolsillo nos alcanza para lo justo diario.
Y poco más.
Pero por ser importante, la economía se ha de enfocar en amplitud de miras, abarcando a los chicos y a los grandes gastos, y también los capitales medianos.
Desde las amas de casa, poco a poco hacia arriba.
Construyendo la base sólida.
Para poder cargar peso en el edificio y que no se nos venga abajo ante cualquier contratiempo.
Y sobre todo, que no salgan polillas.
Que roen el maderamen y lo pudren.
Dejando un cascarón hueco, que parece de verdad, y entero, pero que no sirve.
En cuanto se necesita cargar.
Las polillas, y los malos usos.
Que la economía como los coches, lo que necesita en cuanto se tienen, es un mínimo de mantenimiento.
Para ir al fin del mundo.
Con prudencia.
Llevando gente encima, y dando servicio.

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Sobre el blog

Novedades, tendencias y debates sobre el devenir de la economía y el desarrollo de Latinoamérica y los latinoamericanos.

Sobre el autor

Alejandro Rebossio es periodista. Su especialidad es la economía y trabaja en la corresponsalía de El País en Buenos Aires. Coautor del libro Estoy verde. Dólar, una pasión argentina (Aguilar) y Vaca Muerta (Planeta) junto con Alejandro Bercovich.

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