El pensamiento del nuevo ministro de Economía argentino

Por: | 23 de noviembre de 2013

El nuevo ministro de Economía de Argentina, Axel Kicillof, reniega de los periodistas y opositores que lo acusan de marxista. Él se define keynesiano. Así lo confirmó el gran columnista de de este periódico Joaquín Estefanía en esta pieza que aquí enlazo. Kicillof critica al neoliberalismo y a la heterodoxia más moderada. Pero dejemos de especular sobre su pensamiento en general y vayamos a ver qué opinaba antes de incorporarse como viceministro de Economía en diciembre de 2011 sobre algunas cuestiones calientes de la Argentina actual, como inflación y tasa de cambio. Por lo que se leían en las publicaciones del Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (CENDA), que él lideraba en los hechos, Kicillof no planea instaurar una economía soviética, ni china, porque aunque admira algunos de sus aspectos está en desacuerdo con un modelo de salarios bajos, ni es chavista. Tampoco es que el ministro de Cristina Fernández de Kirchner volverá el libre mercado, como en los tiempos del Gobierno de Carlos Menem (1989-1999).

 

En 2006, cuando la economía argentina crecía mucho, pero comenzaban las primeras señales de alza de la inflación, apreciación real (ajustada por inflación) del peso y salida de capitales, el CENDA rechazaba la posibilidad de volver a un peso apreciado, como en los 90, dado que desfavoreció la producción local, ni tampoco a uno demasiado devaluado, como ocurrió a partir de 2002, porque encarecería la importación de maquinaria necesaria para modernizar la industria argentina. El centro de Kicillof, por entonces profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA), objetaba que la premisa ortodoxa de que “todo incremento salarial es inflacionario” y advertía que en aquel entonces muchos sectores empresariales tenían márgenes de beneficios muy altos que podían resignar en parte para mejorar las nóminas. También sugería usar la entonces abundante dotación de reservas del Banco Central para que se hicieran compras directas de bienes de capital que tecnificaran el aparato productivo. Por último sugería elevar los impuestos a la exportación del poderoso sector agrícola, algo que Fernández intentó sin éxito en 2008 ante una fuerte oposición de las patronales rurales. También criticaba que en ese entonces el Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) hubiese combatido el aumento del precio de la carne vacuna con la prohibición de su exportación porque, si bien en un principio iba a aumentar la oferta interna, en el mediano plazo desalentaría la producción ganadera en beneficio de la agrícola, lo que acabó sucediendo. Por eso, el centro de Kicillof insistía con la subida de impuestos a la soja, principal cultivo de Argentina.

En 2010, un año después de que Kicillof se sumara al Gobierno como gerente económico de la reestatalizada Aerolíneas Argentinas, el CENDA criticó el índice oficial de inflación por subestimarla, práctica que el kircnerismo había comenzado en 2007. “La inocultable falta de confiabilidad del índice de precios al consumidor (IPC) ha privado a la sociedad de una herramienta fundamental para conocer la verdadera situación económica del país. También ha dado pie a la proliferación de distintas mediciones por parte de consultoras privadas que recurrieron a un simétrico oscurantismo informativo para lucrar política y económicamente con la imperiosa necesidad de información. En estas circunstancias, los principales perjudicados son, una vez más, los trabajadores que carecen de elementos para conocer con precisión las variaciones del poder adquisitivo de sus salarios”. Cuando Kicillof asumió como viceministro, el CENDA eliminó su página web con éste y otros documentos. El economista de ahora 42 años dejó de criticar el IPC. De todos modos, su antecesor en el cargo de ministro, Hernán Lorenzino, había comenzado un trabajo conjunto con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para crear un nuevo IPC, que en principio estaría listo en 2014. El responsable de la manipulación estadística, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que siempre había tenido el respaldo de los Kirchner, presentó esta semana su renuncia al cargo y Fernández se la aceptó.

Kici

En abril de 2011, el CENDA se refirió a la inflación en sí y criticó a los economistas “ortodoxos” que atribuían la subida de precios de entonces, tan alta como la actual (24% anual), a la exagerada emisión monetaria, el descontrolado crecimiento de la demanda agregada y los desmedidos aumentos salariales”. El centro refutó entonces las propuestas de restringir la emisión de dinero y crédito, subir los tipos de interés, recortar el gasto público o controlar los aumentos salariales. Proponía una devaluación paulatina del peso a la par de la inflación, de modo de evitar la apreciación de la moneda. Tal vez ésa sea la senda que tomará ahora Kicillof. Es la que solo a finales de 2012 había adoptado el Gobierno de Fernández.

El CENDA se manifestaba en 2011 en contra del mantenimiento de la tasa de cambio sin mayores cambios como método para desalentar la inflación, como hizo el kirchnerismo desde 2008 hasta 2012, o de devaluar bruscamente, lo que elevaría los precios de manera sustancial, perjudicaría a los trabajadores, aunque mejoraría la competitividad. En cambio, el think-tank (grupo de pensamiento) del ahora ministro insistía con aplicar más impuestos a la exportación de alimentos, de modo que su alza en la cotización internacional de entonces no impactara en el bolsillo de los consumidores argentinos. También alegaba que para proteger a las manufacturas no era necesario devaluar sino “migrar a una estrategia basada explícitamente en la industrialización con un decidido involucramiento del Estado”. “El desarrollo económico no es un resultado automático de la economía de mercado que brota una vez que se establecen algunos lineamientos básicos desde la política económica”, proclamaba el CENDA.

El centro de Kicillof se despidió con un documento en septiembre de 2011 con un alegato a favor de que cada sector de la economía tuviera su propia tasa implícita de cambio. Es decir, aunque existiese una sola cotización del dólar en el mercado de cambios, algunos sectores lo pagarían o cobraría más caro o más barato según los impuestos que paguen o las subvenciones que reciban. En este sentido, se puede entender el proyecto de ley que anunció este viernes el también nuevo jefe de Gabinete de Ministros, Jorge Capitanich, que había tenido a Kicillof de asesor cuando él era subsecretario de Estado en el área social del Gobierno de Menem.

 

Capitanich dijo que el Ejecutivo enviará al Congreso una iniciativa que sube los impuestos a los coches de lujo, yates y aviones. La compra de ambos tipos de artículos, que en general son importados por Argentina, estaba siendo motivo de pérdida de divisas para este país, en un momento de escasez de moneda extranjera y de caída de reservas del Banco Central. Los ricos compraban hasta ahora coches y yates como si fuera una inversión, cuando en realidad son bienes de consumo, pero porque los pagaban a la tasa de cambio oficial, es decir, con un peso no devaluado, a 6,07 pesos por dólar, mucho más apreciado que en el mercado ilegal de cambios, donde la moneda norteamericana cotiza a 9,94 pesos. Algunos analistas suelen suponer que este segmento marginal es un indicador de cuánto costará a futuro el dólar en el mercado legal. La decisión anunciada hoy por el Gobierno es una demostración de que no planea devaluar bruscamente el peso para desalentar importaciones, sino que será selectivo para gravar determinadas importaciones que considera superfluas. Además, la medida implica que no creará explícitamente tasas de cambio múltiples, es decir, una para cada actividad, como se especulaba en su momento, pero en la práctica a eso se apunta al encarecer la compra de coches de lujo y yates.

Ya en septiembre de 2011, el CENDA defendía “un sistema de tipos de cambio múltiples para los diversos sectores”, explicado no solo por los impuestos a la exportación (los bienes industriales pagan el arancel mínimo del 5% y la soja, el máximo del 35%), sino también por el manejo de las tarifas de servicios públicos, los acuerdos de precios, las subvenciones y las compensaciones”. Capitanich también anuncio este viernes que el Gobierno insistirá con nuevos acuerdos de precios con las empresas antes de finales de año. El centro de Kicillof, donde se desempeñaban otros economistas que ahora también gobiernan con él, abogaba en 2011 por “emplear todos los medios e instrumentos de la política económica e industrial para consolidar el proceso de industrialización, de sustitución de importaciones y de avance en la diversificación y crecimiento de las exportaciones, con el objetivo irrenunciable de sostener elevados niveles de empleo y una mejora en las condiciones de vida de los trabajadores que resulte sostenible en el tiempo”.

Kici2

Los jóvenes del CENDA proponían que la maquinaria y los bienes de consumo popular importados se beneficiaran de una tasa de cambio que implícitamente supusiera un peso más apreciado y que las industrias que sustituyen importaciones o exportan gozaran una moneda nacional más barata. Pero en lugar de crear tasas de cambio diferenciadas, insistían, por ejemplo, con impuestos a la exportación que gravara más a los productos primarios, de modo de alentar su industrialización. También pregonaban la necesidad de una banca de desarrollo que financiara proyectos de inversión. Además recomendaban encarecer o abaratar exportaciones o importaciones con incentivos, subvenciones o barreras proteccionistas no arancelarias.

Kicillof y su gente rechazaban que Argentina volviese a endeudarse en el exterior para reconstituir las reservas del Central y sostener así el valor del peso, como en tiempos de Menem, o que devaluase, con el consiguiente ajuste fiscal y salarial, como en 2002, cuando el país sudamericano abandonó la tasa de cambio fija con el dólar después de casi 11 años. Esas opciones “no harían más que cargar sobre las espaldas de los trabajadores el peso del retroceso de la economía, como tantas veces ha ocurrido en las últimas décadas”. En conclusión, ellos reivindicaban como la fórmula del crecimiento argentino en los 2000 la combinación de un peso no apreciado que protegiera la industria, impuestos a la exportación agrícola, impulso fiscal y aumento salarial, es decir, estímulo a la demanda, bien keynesiano, aunque también algunos keynesianos argentinos critican con dureza al nuevo ministro de Economía de su país.

Hay 12 Comentarios

Jakob Senerman....típico comentario de un judio; o no?no??? jajajajajajajaja.

Que ideas tiene el Pive rebossio? es que un pive saca a tu pais de la corrupcion y la estupidez? es vuestro nazareno? cuando lo crucificareis?

Los políticos corruptos que vos defendes son los mismos que hundieron al pais antes del 2001.¿O Cristina y Nestor no fueron parte de la década del 90 y no se beneficiaron con la privatización de YPF por Repsol? Los zurdos argentinos son los mas soretes del mundo, tienen mala memoria, yo no. Los panqueques y olvidadizos son la desgracia de Argentina, cuenten la historia completa SORETES. PJ ladrones, squeadores, narcos, neoliberales y marxistas, van a donde les conviene: Payasos. Capitanich y Cavallo un solo corazón.Vallan al Chaco a ver FEUDALISMO AUTORITARIO en el SXXI. La mierda propia la tapan abajo de la ALFOMBRA; pero hiede.

Pues para mí en vez de tanta "filosofía" económica deberían hacer lo que se ha hecho en muchos países (incluida la UE). Las transacciones en dólares deben estar prohíbidas a nivel nacional. Todo contrato de compra-venta o prestación de servicios para poder ser registrado debe contar con la transacción correspondiente (la factura, el giro...) en moneda nacional, así que no es nada imposible. También se debería limitar el ahorro en dólares (sólo sacando el dinero, con el correspondiente impuesto por salida de capital, se podría ahorrar en dólares), pero psicológicamente (y con justa razón) la población argentina no está preparada para lo último... ¿Por qué hacer lo que propongo? Primero porque abundan las referencias en variadas circunstancias y se ha mostrado una medida consistente. Segundo porque caso contrario el dólar parasita la economía argentina: crece la economía, crece el volumen de transacciones, crece la demanda de dólares. Cuando lo normal sería que crezca la demanda en moneda nacional; fenómeno que facilitaría controlar la inflación pero que perjudicaría a ciertos sectores exportadores (Y ahí está el secreto de la calamidad en el manejo de la economía argentina; la manejan los exportadores, en nada se trata de una herramienta de administración política).

jp, no hay países serios, eso olvídate, siempre en argentina nos vendieron ese cuento, no hay mas que mirar a los países "serios europeos", o el mismísimo país "serio" de estados unidos, cada cual tira para su casa, la diferencia es que a esos países serios que nombras; no entran los intereses malvados que sí entran en argentina....eso se terminará.

rolando savanco, muy buena contestación a alca huete barone; no sé si ese "alca", que precede al nombre del opinante, tiene otro significado; espero que no.....
sinceramente que poca memoria tienen algunos argentinos, y eso que solo han pasado 10 años de la mayor quiebra que un país pueda haber tenido, si los kircher para algunos han fracasado, que queda por pensar, para los que gobernaron desde el 2003 hacia atrás?

Tiene razón Alca Huete Barone. Esa es la mitad del vaso que falta llenar y que Kicilloff y el nuevo jefe de gabinete vienen a llenar. Faltan 2 años todavía, poco tiempo en verdad.
Pero lo que no se va a solucionar en 2 años es la doble mordaza que frena el desarrollo argentino. Una clase terrateniente parásita que vive de rentar su campo y fugar sus dólares al extranjero, y una industria donde de las 500 mayores empresas 400 son extranjeras, las cuales la mayoría son poco más que ensambladoras y remesan sus ganancias a sus países de origen.
Cambiar eso no lo puede hacer un gobierno reformista como el de Cristina y todavía no hay fuerzas revolucionarias para hacerlo. La enorme clase media argentina vive demasiado bien como para dar ese paso y la clase obrera recién se está reconstruyendo.

Rosa: si los países nórdicos lo han hecho es porque son serios, trabajadores, honestos, pacíficos, constantes, solidarios, estudiosos. Esas virtudes no se desarrollan en un año, ni en una década. Y menos en la década ganada.

Los números en Argentina han sido manipulados, cuando termine este gobierno veremos cual es la realidad del pais. Aduladores no les faltan y ganas de silenciar a opositores tampoco. Millones de personas viviendo de subsidios como clientes inclusive de paises vecinos a los que se les regaló la ciudadanía argentina y un montón de derechos sin contrapartida. En Argentina reina la mentira, y el gobierno de Nestor Kirchner tuvo mejores políticas que las actuales, Cristina fracasó atrasó el dólar y un 30 de inflación, una bomba de tiempo, muy parecidas a las del "liberal" Martinez de Hoz con su impúdica tablita, en Argentina se consumen bienes importados y ya son mas baratos que los nac ionales, las industrias y las economías regionales no son mas COMPETITIVAS perdiendo mercados que costaron años conseguir. Mas cerca de Cavallo que del neo desarrollrismo. Se van las reservas en Turismo Improduvctivo, autos Importados de alta gama subsidiados y en las industrias que generan perdidas b illonarias en dólares como la automotriz (75% de componentes importados) y electrodomesticos de Tierra del Fuego (90% de componentes importados). Y una crisis eneregetica del carajo que genera 14.000 millones de dólares de pérdidas ya que perdimos el autoabastecimiento petrolero.

Estoy de acuerdo con Rolando Savanco. La solución es SOCIALIZAR TODO, como los nórdicos, países que no tienen crisis: son estatarles los bancos, empresas, educación, correo, sanidad, transporte, telefonía
Formentar I+D para exportar bienes de equipo, I+D, impedir que dirijan las empresas los extranjeros, hay que re- industrializar el país creando marcas de prestigio y confianza, que pueden ser en aliementación (productos bio-ecológicos o para uso personal o industrial) y prouctos de calidad. Fomentar las patentes. Recapturar a los que emigraron con promesas de castillos de oro que resultaron de latón deteriorado. Subvenciionar la canasta familiar. Limitar la exportación de esos productos . La producción nacional de bienes NACIONALIZARLA dejando fuera los oligopolios (si los nórdicos lo hicieron nosotros también podemos) Controlar los sueldos de los directivos de las empresas. No es admisible que la patronal con cada reforma se aumente sus beneficios y reduzca los salarios fomentando la miseria con sueldos indignos.
En España hay cientos de argentinos viviendo en las zonas más caras y a cuerpo de marajá sólo de las rentas del campo, a costa del trabajador argentino. Todo eso debe terminar. Deben aprender que lo que hay en Argentina ES de TODOS los ARGENTINOS que trabajan-

Buenísima idea la de que Kicilloff debería crear un impuesto a los contratos de arrendamiento rurales como primera medida y favorecer la creación de cooperativas en los mercados. Ahí está la solución contra el desmadre de los oligopolios y la inflación demencial que promueven.

estoy de acuerdo con rolando savanco, lo que no entiendo es por que en ese tiempo de superinflaciones, desocupación de mas del 20%, fuga de capitales, fuga de industrias, y miles de atropellos mas, nadie chillaba como lo hacen ahora con los kirchner, que tienen al país con una inflación alta, pero muy baja en comparación con otros tiempos y quienes han logrado por primera vez, creo, en la historia argentina, tener indices muy buenos en desempleo, industrialización, agricultura, energías, y muchos logros mas, que hace 10 años eran impensables en un país destruido.
personalmente creo que argentina con axel kisillof, despegará totalmente, aunque tendrá muchos palos en las rueda por parte de los poderes, todavía existentes.

Argentina ha sido un pais que ha vivido siempre con el problema de la inflación. Ya Perón tuvo una inflación pico del 38%, Frondizi 113.70%, Illia 31.90 y los gobiernos militares del 444% y ni que decir Alfonsín y su hiperinflación del 3079.50%
El problema como se ve es estructural. Exportamos productos de la canasta familiar y estos han subido enormemente y la producción nacional de bienes está en manos de oligopolios que fijan los precios casi a voluntad. Cada aumento de sueldos es respondido por la patronal con automáticos aumentos de precios.
Todo esto se agrava por la existencia de una clase rentística que se apropia de la renta del campo y saca sus dólares al exterior donde la crisis brinda pingües ganancias.
Kicilloff debería crear un impuesto a los contratos de arrendamiento rurales como primera medida y favorecer la creación de cooperativas en los mercados oligopólicos.

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Alejandro Rebossio es periodista. Su especialidad es la economía y trabaja en la corresponsalía de El País en Buenos Aires. Coautor del libro Estoy verde. Dólar, una pasión argentina (Aguilar) y Vaca Muerta (Planeta) junto con Alejandro Bercovich.

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