Volvamos a nuestro viaje al campo latinoamericano. Fuimos de recorrida por el noreste de la provincia argentina de Córdoba para conocer la realidad de los campesinos que viven allí en la pobreza, sin hambre, pero enfrentados desde principios de siglo al riesgo de desalojos por parte de grandes y medianos inversores que pretenden plantar soja transgénica o criar animales en corrales donde antes había arbustos y ganado suelto que pastaban en tierras propias y ajenas, sin alambres de por medio. No es una realidad extraña al resto de Latinoamérica. De camino hacia el pueblo de La Rinconada (a unos 30 kilómetros de la provincia de Santiago del Estero y a 1.000 de Buenos Aires), en un camino de tierra que se torna intransitable cuando llueve y que se presenta desnivelado en los días secos, un militante del Movimiento Campesino de Córdoba (MCC), Germán Pez, cuenta que en los casi 11 años de gobiernos kirchneristas los llamados agronegocios han avanzado sobre la agricultura tradicional, pero también reconoce que ellos cuentan con un aliado en el subsecretario de Agricultura Familiar de Argentina, Emilio Pérsico, líder del Movimiento Evita (por la segunda esposa del expresidente argentino Juan Domingo Perón). Incluso en esa subsecretaría el MCC ha puesto a uno de los suyos, Ramiro Fresneda, como director de Tierras y Hábitat. El Movimiento Nacional Campesino Indígena, al que pertenece el MCC, se ha acercado al Movimiento Evita. El problema es que Pérsico y su equipo controlan solo el 5% del presupuesto del Ministerio de Agricultura, según Pez. La mayor parte de las subvenciones y créditos blandos va para los medianos y grandes agricultores. “Necesitaríamos más fondos o que den a cooperativas máquinas para arar”, propone el militante del MCC. “Lo que no queremos es que nos proponga una reconversión hacia los agronegocios. Eso se intentó en los 90 y fue un fracaso total. El modo de producción tradicional no se tiene que perder”, argumenta Pez.