"No creemos la dicotomía civilización o barbarie en Latinoamérica"

Por: | 08 de octubre de 2014

Que Mercosur y la Alianza del Pacífico dejen de rivalizar como en un derby latinoamericano y converjan no es solo un sueño de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, que prepara una reunión de ministros de Asuntos Exteriores de los países de ambos bloques para el próximo noviembre en Santiago. También es el anhelo de Carlos Chacho Álvarez, exvicepresidente de Argentina (1999-2000) y recientemente reelegido secretario general de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), el organismo en el que se inscribe la mayoría de los acuerdos comerciales entre 13 países de la región. Desde hoy y hasta el viernes ALADI organiza una rueda de negocios entre empresarios de todos sus miembros, desde México hasta Argentina, en Montevideo. En este diálogo telefónico desde la capital uruguaya, sede de la asociación, Álvarez no solo se refiere a la integración sino también a la crisis económica de su país.

 


Pregunta. ¿Qué opina de la rivalidad Mercosur-Alianza del Pacífico?
Respuesta. Primero hay que ver con interés la vuelta de América Latina como un continente integrado. Eso había desaparecido en las últimas décadas, sobre todo a partir de Mercosur y Unasur. Antes prevalecía en gran parte de la región la idea de Sudamérica. Desde hace unos años, sobre todo con la creación de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), con la que por primera vez en la historia se juntan los 33 países de América Latina y el Caribe, vuelve a pensarse la idea de trabajar como América Latina. Hay que destacar los atributos de América Latina como continente de paz, democracia, desnuclearizado, con grandes activos estratégicos y como parte de la solución de los problemas de la agenda mundial. Esto también es una nota distintiva porque antes América Latina formaba parte de las crisis de la economía global. Fue un continente altamente inestable que hacía imposible avanzar en la integración. En el actual contexto se construyen proyectos subregionales. Algunos tienen un cariz de afinidad ideológica-política y otros, de vecindad geográfica. Mercosur subsistió a gobiernos de distinto signo: se creó con el Tratado de Asunción en 1991 con gobiernos gobernadores. Tiene que ver con vecindad geográfica. Así como la Unión Europea tuvo mucho que ver con resolver temas históricos, con resolver la conflictividad entre Alemania y Francia, acá también se trataba de que Brasil y Argentina fueran complementarios y no tuvieran hipótesis de conflicto. Luego se formaron proyectos de carácter ideológico, como el ALBA (Alianza Boliviariana para los Pueblos de Nuestra América), que toma países sudamericanos, centroamericanos y caribeños, y la Alianza del Pacífico, integrado por países que tienen tratados del libre comercio con EE UU y Europa, economías más abiertas. Mercosur es un espacio que cuida más la producción y el trabajo, trata de buscar que la región no se desindustrialice, que haya más armonía entre el sector externo y el mercado interno. Todos estos proyectos son válidos y lo que hay que hacer es, por izquierda y por derecha, desideologizarlos. Si nosotros cargamos de ideología procesos que son estratégicos, y que van a incluir gobiernos de distintos tipos, cometemos un error que nos va a llevar a una nueva frustración. La foto que hay que mirar es la del expresidente de Chile (Sebastián) Piñera dándole la presidencia pro témpore de CELAC a Raúl Castro. A todos los gobiernos de izquierda, centro y derecha les conviene una América Latina más fuerte, con más presencia, más autónoma y más integrada al mundo.
P. ¿Mercosur está en crisis?
R. Hay que superar esta idea de muchos organismos, poca integración. En una serie de cumbres debería haber una reflexión del estado de la integración, sin caer en las cuestiones refundacionales. Hay que ver los ajustes que hay que hacer. El inconformismo con Mercosur tiene que ver con las diferencias de volumen económico entre Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, ahora Venezuela, porque las estrategias de desarrollo e inserción de cada país tienen que ver con su tamaño. En Uruguay hay muchos sectores que consideran que su país debería tener un modelo más parecido al de Chile, de firma de tratados con otros países y regiones. Todas las oposiciones a los gobiernos actuales, como el Partido Nacional en Uruguay o algunos candidatos en Argentina, plantean esta idea de abrirse a la Alianza del Pacífico y otras regiones. Pero sean cuales sean los resultados de las elecciones (presidenciales de Brasil y Uruguay en 2014 y Argentina en 2015) creo que va a haber más continuidad que cambio porque los procesos, en términos de sumas y restas, han sido positivos para las sociedades en términos de crecimiento, empleo, combate a la pobreza. No se puede convivir con críticas permanentes a los procesos de integración porque pierden la legitimidad. Está el peligro de lo que le está pasando a Europa con la crisis, de que los procesos se van divorciando del sentido común de las sociedades y empiezan a perder legitimidad política. En nuestro caso es más grave aún porque tenemos un nivel de integración muy incipiente.

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Carlos Chacho Álvarez/EFE


P. Las oposiciones de Brasil y Uruguay plantean que cada país de Mercosur negocie por separados tratados comerciales, por ejemplo, con la UE…
R. Mercosur tiene un déficit: el de pensar el mundo de manera que mejore el posicionamiento de cada país. Somos una potencia alimentaria, ¿pero cómo nos asociamos para agregarles valor? La inversión en ciencia y tecnología en nuestros países es muy baja. Tenemos que asociarnos en eso. Producimos muchas cosas en las que competimos entre nosotros, no somos complementarios. Tenemos que ver juntos cómo es la relación con China: ¿cómo evitamos que se reproduzca la dialéctica centro-periferia en la que terminamos vendiéndole solo productos primarios, como nos pasó con Inglaterra en el siglo XIX? Europa no tiene una visión común sobre la política externa después de más de 50 años. Entonces no le vamos a pedir a América Latina que tenga una sola voz. Pero Mercosur podría empezar a tener una sola voz no solo en la agenda mundial sino complementarse más en términos productivos. A partir de ahí sería muy importante un acuerdo con Europa, por el resultado que tiene un vínculo birregional en términos de asociación, cooperación y afinidades políticas. Dentro de la estrategia de diversificación productiva, Europa tiene que ser un mercado muy importante para América Latina, y sobre todo para los países de Mercosur. Ojalá que avancemos en un acuerdo Mercosur-UE. Hay un escenario más propicio para América Latina, un escenario cuatripartito: EE UU, Europa, Asia-Pacífico, África. Nosotros podemos fortalecer la autonomía relativa de América Latina y tener una estrategia de inserción que tome en cuenta estos grandes espacios como actores políticos y mercados para nuestros productos. Es claro que la derecha es crítica de Mercosur, la izquierda lo defiende por sus contenidos ideológicos, pero ese no es el camino: el camino es que la integración mejore los procesos de transformación nacional. La integración es un instrumento, no un fin en sí mismo. Creer que la integración es la estrategia para enfrentar a determinado imperio es una lectura para la tribuna. Más difícil es converger con otros proyectos u otras geografías, como Centroamérica y México, que tienen una política comercial muy atada a EE UU. Pero veo bien la vuelta de México a América Latina.
P. ¿Por qué ALADI fomenta el comercio intralatinoamericano?
R. Tenemos un comercio intrarregional muy bajo. Yo no sé cómo puede discutir tanto ideológicamente la integración de América Latina sin un mercado interno ampliado. Si lo comparamos con el comercio intraeuropeo o intrasiático, la región comercia internamente menos del 20% del total de sus exportaciones y ellos, por arriba del 50%.
P. ¿Cómo ve a la Alianza del Pacífico?
R. La Alianza del Pacífico reproduce la debilidad de nuestro mercado intrarregional. En Mercosur se comercia un 16% del total de lo que sus miembros exportan y en la Alianza del Pacífico, un 4%. No se pueden hacer elogios desmesurados de procesos que tienen mucho por recorrer. Pero no hay que trabajar solo en el comercio intrarregional dentro de la Alianza del Pacífico sino que hay que hacer converger a Mercosur con la Alianza del Pacífico.

 
P. Por eso se reunirán los ministros en Chile en noviembre…
R. Sí, yo voy a estar ahí. Hay que hacer convocatorias sectoriales para ver qué encadenamientos productivos son factibles, que los empresarios se conozcan, que las pymes exporten, que haya cadenas de valor regionales que puedan integrarse en las globales.
P. ¿No le parece difícil unir a ambos bloques?
R. Los países de Mercosur y de la Alianza del Pacífico tienen todos en ALADI acuerdos de complementación económica, que tienen conogramas de reducción arancelaria. Se puede trabajar el adelantamiento de los cronogramas para que antes de 2019, como está previsto en esos acuerdos, tengamos una zona de libre comercio. Tenemos que trabajar en políticas de transporte regional, de complementariedad energética, mejorar las infraestructuras. No es que las divergencias políticas o de modelos de desarrollo o inserción internacional nos impiden construir integración.

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Carlos Chacho Álvarez/EFE


P. ¿Cómo ve la desaceleración económica latinoamericana?
R. América Latina soportó por primera vez muy bien una de las peores crisis de la economía internacional, en 2007/2009. Eso tuvo mucho que ver con políticas macroeconómicas prudentes. Ahora, en un mundo en el que Europa va a tener una crisis de larga duración, en el que EE UU genera gran incertidumbre, en el que China desacelera, es lógico que América Latina haya bajado sus niveles de crecimiento. Pero ninguno de los países de la región está en algo similar a lo que fueron las crisis que tuvimos en los 70, 80 y 90. Todos los países manejaron su deuda, tienen más o menos sus principales indicadores en orden y eso les permite hacer políticas contracíclicas. No veo que el decrecimiento vaya a pegar tan fuerte, como en otros momentos, en cuanto a recesión y desempleo. Algunos países a veces criticados muestran fortaleza económica, como Bolivia, Ecuador…
P. Pero Argentina y Venezuela están con estanflación (recesión y alta inflación).
R. Argentina tiene que hacer una política de vuelta a los mercados internacionales. Es en lo que estaba y es lo que interrumpió el fallo del juez Griesa (ratificado en junio pasado). En el caso de Brasil, creo que va a volver a crecer. Parecía que había una mirada crítica del electorado sobre la coyuntura brasileña, pero hay un aval muy importante para el Gobierno de Dilma Rousseff. Un crecimiento de Brasil impactaría positivamente en nuestra subregión. La economía de Uruguay está muy sólida y el Partido Nacional prácticamente no la discute.
P. ¿Y Venezuela?
R: Venezuela tiene un problema menos coyuntural y más estructural. Ha mejorado extraordinariamente los indicadores sociales, pero no ha resuelto algo que está en la agenda de transformación de cualquiera de nuestros países, y más en casos de los países monoproductores:  la diversificación de la estructura productiva. Venezuela no ha podido resolver este cuello de botella para el crecimiento sostenido. Eso sumado a los problemas políticos hacen de Venezuela una situación muy particular.

 
P. ¿La desaceleración regional pueden acabar con las conquistas sociales y acelerar cambios políticos?
R. Creo que hay dos victorias culturales del progresismo después de la crisis de los 90. Una es que no hay proyecto de gobierno que no se plantee una política de inclusión social. Está en las agendas de todos los partidos. De algunas reformas sociales no se puede volver atrás. Todos tomaron nota de que las victorias de los partidos progresistas en América Latina tuvieron que ver con la inclusión de grandes masas de la población. Son conquistas sociales que solo peligran en la medida en que hay sectores que han mejorado su condición de vida, pero muestran una gran vulnerabilidad. Si los países entran en crisis, esos sectores pueden volver a caer fácilmente en la pobreza. La otra victoria del progresismo es haber ayudado a revalorizar la idea de América Latina. Hace poco tiempo, América Latina se veía a sí misma como una cosa imposible que podía ser relatada como continente solo por la historia, la geografía, la estadística, los próceres, pero no como una comunidad de destino. Algunos quieren mostrar que los de la Alianza del Pacífico son rubios, altos, de ojos celestes y los de Mercosur, negros, bárbaros, antiguos, proteccionistas y cerrados. No podemos instalar la dicotomía civilización o barbarie en América Latina. Los gobiernos pasan y la integración debe continuar.
P. ¿Y cómo ve a su país en particular?
R. De eso no puedo hablar. No puedo hablar de la situación interna de los países. Solo puedo decir que Argentina va a terminar bien.

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Sobre el blog

Novedades, tendencias y debates sobre el devenir de la economía y el desarrollo de Latinoamérica y los latinoamericanos.

Sobre el autor

Alejandro Rebossio es periodista. Su especialidad es la economía y trabaja en la corresponsalía de El País en Buenos Aires. Coautor del libro Estoy verde. Dólar, una pasión argentina (Aguilar) y Vaca Muerta (Planeta) junto con Alejandro Bercovich.

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