Marcelo Ramal es el segundo economista que entrevistamos en esta serie sobre las elecciones presidenciales de Argentina, cuyas primarias de voto obligatorio se celebran en agosto próximo. La idea es hablar de la economía de este país y la del resto de Latinoamérica. Ramal, de 61 años, es concejal de Buenos Aires por el trotskista Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) y busca este domingo renovar su escaño en los comicios locales. Además acompaña la candidatura presidencial de Jorge Altamira, del Partido Obrero, uno de los dos contendientes en las primarias del FIT, una coalición en ascenso que aparece quinta en las encuestas. Graduado en la Universidad de Buenos Aires, Ramal es profesor en esa universidad y en la de Quilmes, en la periferia de la capital argentina.
Pregunta. ¿Cómo está la economía de Argentina?
Respuesta. Hay una situación de bancarrota económica que se puede definir por varios indicadores: patrimonio negativo del Banco Central, déficit fiscal manifiesto, recesión industrial, caída del salario real en los últimos cinco años. Esta quiebra es el resultado de esto que el kirchnerismo en algún momento llamó la reconstrución de la burguesía nacional. Esa tentativa de reconstrucción ha consistido esencialmente en el saqueo de las finanzas públicas y en la exacción de los trabajadores. La situación de precarización laboral es casi del 40%. El salario real en 2008, el mejor momento de la supuesta ‘década ganada’ (como llama el kirchnerismo al periodo de gobierno que inició en 2003), fue igual al de 1998, que fue el punto más alto de la degradada década de los 90. La creación de empleo después de la gran quiebra de 2001/2002 se sostuvo sobre la base de empleo precario y de salarios bajos. La política oficial consistió en reconstruir la posición económica de las mismas clases sociales que condujeron a la anterior quiebra. El kirchnerismo se asentó en dos pilares: el rescate de la deuda externa a través de los sucesivos canjes de deuda y del pago de deuda con reservas del Banco Central, y el rescate del proceso de privatizaciones de los años 90. Este último rescate se expresó a través de un régimen de subsidios permanentes a los operadores de estas privatizaciones o incluso, paradójicamente, a través de las ‘estatizaciones’. El ejemplo más claro es el de YPF. Cuando los accionistas de Repsol entraron en un proceso de derrumbe como resultado de su situación en España, el Estado argentino la desplazó de la operación de YPF para, a partir de una YPF pseudoestatal, abrir un proceso de reprivatización con eje en la explotación no convencional con Chevron, Exxon, etcétera. Entonces viene la pregunta de quién paga la crisis. En la visión de los que disputan la sucesión presidencial, como (el conservador Mauricio) Macri, (el peronista opositor Sergio) Massa y (el kirchnerista Daniel) Scioli, hay una coincidencia de fondo, más allá de sus matices, en el sentido de que de esta quiebra debe salirse con una nueva exacción a la fuerza de trabajo y entonces están pensando en una devaluación y aumentos enormes de tarifas de los servicios públicos.
P. Pero usted no se refiere a una quiebra como la suspensión de pagos de 2001, ¿no? Porque la deuda pública neta de Argentina ahora es bastante baja…
R. La deuda pública argentina es relativamente baja en términos de deuda dolarizada, fundamentalmente con acreedores del exterior. Esto no es porque el país se haya desendeudado. El llamado desendeudamiento (de la etapa kirchnerista) ha consistido en la transferencia de una parte importante de la deuda al Banco Central, a la ANSES (Administración Nacional de la Seguridad Social), al Banco Nación. Más del 60% de los activos de la ANSES están colocados en títulos de deuda. La deuda bruta supera los 250.000 millones de dólares y constituye una hipoteca importante. Cuando desde distintos partidos se señala que Argentina tiene un potencial de endeudamiento porque su deuda dolarizada es baja, yo les pregunto qué van a hacer con la deuda con la ANSES y los bancos Nación y Central. El capital que puede venir a Argentina, algo que es dudoso, quiere venir a un país desendeudado y una fuerte devaluación de la moneda va a conducir a una degradación de todos los títulos en pesos y, por tanto, a un envilecimiento del patrimonio de la ANSES y los bancos.
Marcelo Ramal, economista y concejal de Buenos Aires por la izquierda trotksita/PO
P. ¿Qué rescata de los 12 años de política económica kirchnerista?
R. El problema es que la política económica no se puede analizar en fragmentos, corresponde a una determinada orientación. Lo importante es ver al servicio de qué intereses sociales estuvo una política. Tomemos las medidas del Gobierno en relación a la pobreza, como la asignación universal por hijo: aparecieron allá por 2010 y fueron el resultado de que el país entero advertía sobre el crecimiento de la polarización social, que fue empujada por las mismas políticas oficiales. Pero el pueblo quiere el derecho al trabajo, no el derecho a la asistencia estatal.
P. ¿Cómo ve al resto de Latinoamérica?
R. Si uno coloca como punto de inflexión el inicio de la crisis mundial de 2008, hubo una primera fase que actuó en forma contradictoria en relación a la economía latinoamericana. El proceso de especulación financiera abandonó la burbuja inmobiliaria y se trasladó fuertemente a las ‘commodities’ (materias primas). Entonces, mientras estallaba la crisis financiera en los grandes mercados, los llamados países emergentes gozaban de la bonanza circunstancial de los altos precios de sus materias primas. En varios casos esto sirvió como garantía de un nuevo proceso de endeudamiento. Es indudable que este ciclo ha entrado en una reversión, y en esto influye el hecho de que se desinfla la economía china. Se han venido abajo las ‘commodities’ y, en combinación con los procesos financieros que están desenvolviéndose en los grandes mercados en relación a las tasas (tipos) de interés, Latinoamérica también soportatá probablemente un reflujo de los capitales que antes afluyeron. Esto está poniendo sobre la mesa los límites de las experiencias nacionalistas, como la del chavismo, y cuestiona a los economistas de Massa, Macri y Scioli que sueñan con salir de la crisis con un proceso de reendeudamiento internacional. Latinoamérica está inmersa en una crisis capitalista que tiene algo de inédito: el estallido de todas las contradicciones que la economía mundial acumuló en los últimos 25 años. Esto está despertando no solo convulsiones económicas sino fuertes desplazamientos políticos. El Frente de Izquierda es una expresión de estos desplazamientos. Argentina y el resto del mundo van a tener que dirimir si pretenden salir de esta crisis con una agresión formidable contra el mundo del trabajo o si abrimos paso hacia una reorganización social.
P. ¿Ve dos modelos antagónicos en Latinoamérica entre los países más abiertos del Pacífico y los más cerrados del Atlántico?
R. La caracterización que hago engloba por igual a unos y otros. Perú y el Chile de (Sebastián) Piñera (2010-2014) se beneficiaron en su momento con el alza de los precios internacionales. El tema es más paradójico en las experiencias de carácter nacionalista porque reivindican una autonomía nacional y una ‘industrialización’, pero se sostuvieron sobre la base de la ‘primarización’, de los altos precios del petróleo o la soja. Esto muestra los límites de estas experiencias para dar lugar a un desarrollo económico y social autónomo.
P. ¿Y el socialismo del siglo XXI que planteaba (Hugo) Chávez?
R. No fue socialismo. El chavismo consistió en un nacionalismo de naturaleza fiscal, en el control y la centralización de los recursos petroleros, pero en benefició de una burguesía de nuevo tipo, aliada al régimen, la llamada ‘boliburguesía’. Hoy Venezuela está siendo desangrada en sus recursos por esta ‘boliburguesía’ ante la completa impotencia del Gobierno de (Nicolás) Maduro.
Hay 1 Comentarios
Los pueblos quieren estabilidad socia, cuyas bases están en el orden económico y el orden político. El orden nada tiene que ver con el despotismo y la tiranía, y mucho menos con la manipulación de las ideas, que convierten las creencias en simples etiquetas. Es lo que sucede con la presente "democracia" corroída por la corrupción y la ausencia de ética, donde el soborno es la verdadera ley. Esto es un mal que siempre ha existido a la largo de la Historia cuya realidad ha provocado y provoca imperios, guerras, saqueos, genocidios, etc.
Publicado por: RAMÓN | 03/07/2015 12:58:13