Faltan solo siete semanas para que en Argentina, la tercera economía latinoamericana, se celebre las elecciones presidenciales primarias, en las que todos los partidos y todos los ciudadanos tienen la obligación de participar, lo que las convierte en una suerte de primera vuelta. Por eso en este blog comenzaremos a entrevistar a los economistas de referencia de los candidatos a suceder a Cristina Fernández de Kirchner para consultarlos sobre su país y el resto de Latinoamérica. Para empezar hoy presentamos a Roberto Mionis, coordinador de los equipos técnicos de la única postulante de la alianza Progresistas, Margarita Stolbizer. Su fuerza aparece cuarta en las encuestas. De 47 años, Mionis se graduó de economista en Mar del Plata e hizo un posgrado en Economía de la Salud en la Universidad Isalud. En la actualidad está terminando su tesis doctoral en Filosofía en la Universidad de San Martín, un municipio en la periferia de Buenos Aires, sobre economía y política en el pensamiento de Michel Foucault. Es director designado por la oposición en un fideicomiso financiero de la provincia de Buenos Aires y en el pasado fue secretario de Salud de San Martín.
Pregunta. ¿Cómo está la economía argentina?
Respuesta. Nosotros nos juntamos hace unas semanas a analizar 12 años del kirchnerismo y terminamos analizando 32 años de democracia, en los que pasamos de tener políticas neoliberales a heterodoxas y, sin embargo, los problemas siguen. Tenemos un poder económico muchísimo más concentrado que antes, grupos económicos que están asociados a un gobierno sobre la base de sostener prebendas, protección arancelaria, subsidios y licitaciones públicas que constituyen un modelo de negocios cerrado. Y tenemos un grupo de empresas transacionales que solo buscan las ganancias a través de los recursos naturales o ciertos nichos concretos de negocios. También requieren de la asociación con el Gobierno. Hay una mayor extranjerización de la economía y un poder económico que se basa en una ventaja comparativa política, no económica. El kirchnerismo no cambió esto sino que se alió a esos grupos de poder y generó sus propios espacios. No se inmutó la desigualdad. Sí mejoró la situación de equidad, que no es lo mismo. Hay mucha gente que recibe transferencias, pero en el marco de la desigualdad. El pobre sigue siendo pobre, con un poquito más de ingresos, y el rico, cada vez más rico. Lamentablemente desperdiciamos seis años de crecimiento económico alto, con precios altos de ‘commodities’ (materias primas), para sentar las bases de un capitalismo distinto que se base en la tecnología, la productividad y la innovación. Las alternativas políticas más visibles representan lo mismo: la no modificación de la estructura económica. (El candidato presidencial conservador Mauricio) Macri está con los empresarios más tradicionales, tiene una historia rentística respecto del Estado (fue hombre de negocios antes de ser político), y (su rival kirchnerista Daniel) Scioli representa un grupo del Gobierno aliado con el poder económico para perpetuarse en el poder político. Ninguno quiere modificar la desigualdad, que creemos que es el tema central de la economía argentina. Esto lo vemos muy claro en que cinco impuestos, la mayoría regresivos, sostienen casi toda la economía del Estado. En general, las clases media y baja y los sectores productivos más dinámicos, como el agropecuario, sostienen casi todo el sistema. Esto es imposible de sostener. Además hay problemas coyunturales.
P. ¿Cuáles?
R. El Gobierno había implementado un modelo en el que conseguía divisas de la soja para meter en el sector industrial, pero hoy eso desapareció porque el precio de la soja bajó. No hemos generado ninguna política para dejar de depender de la estructura económica histórica de Argentina. Otro problema coyuntural es la inflación. Sobre la concentración, queremos discutir una reforma tributaria sobre la base de dos ejes centrales: un impuesto a las grandes fortunas, que no es de fácil implementación porque requiere una excelente administración tributaria, y un tributo a las grandes herencias, que es otro de los grandes problemas que tenemos en Argentina y que no tienen Europa ni EE UU.
Roberto Mionis, coordinador de los equipos técnicos de la candidata presidencial progresista Margarita Stolbizer/GEN
P. ¿Qué medidas adoptarían para atacar los otros problemas planteados?
R. Necesitamos un cambio del esquema tributario y un gran programa antiinflacionario, que tendrá como eje la reforma de los subsidios económicos (al transporte y la energía). Estos subsidios están concentrados en el sector económico más pudiente del área metropolitana de Buenos Aires, en desmedro de las economías regionales (provinciales). Hoy no se puede tocar el gasto social. Argentina tiene un gasto público del 47% del PIB, igual que Alemania u Holanda, pero nosotros queremos ampliar el gasto social y bajar el subsidio económico, que es el único cuello de botella que uno puede modificar. Hay una brecha fiscal grande.
P. Usted dice que creció la desigualdad, pero las estadísticas oficiales dicen que bajó y que Argentina es el tercer país más igualitario de esta región tan desigual.
R. Hay un problema serio en la medición. Se destruyó el INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos). Lo que sí es creíble es que lo que dice la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe): Argentina tiene mayor concentración y extranjerización de la economía.
P. ¿Qué rescata del kirchnerismo?
R. El kirchnerismo avanzó en la presencia del gasto social.
P. ¿Cómo ve al resto de Latinoamérica?
R. Veo un grupo de países en los que hay pluripartidismo, alternancia en el poder, crecimiento económico y mejora de la calidad de vida de la población. Probablemente Brasil no pueda hoy mostrar demasiado, pero todos los gobiernos del PT (Partido de los Trabajadores) mejoraron a un sector sustancial de la economía y hoy la clase media es mayor que la pobre. Uruguay también tuvo un proceso de crecimiento y nosotros nos miramos mucho en el Frente Amplio porque se generó una fuerza política que provocó un cambio importante, sin creer que las versiones tradicionales de la política son las que pueden resolver los problemas. A pesar de la crisis que tiene hoy (Michelle) Bachelet, nos miramos también en las reformas de su gobierno, que son bastante distintas a las de Perú, Colombia o Ecuador. Quizás nos miramos más en el modelo de Brasil porque es un país federal, nos gustan sus políticas petrolera, de apertura internacional, de industria competitiva y de innovación y tecnología. De Chile nos gusta cómo lograron, a través de la competitividad, el sostenimiento de los recursos naturales como propiedad del Estado para insertarse en el mundo.
P. ¿Y cuáles son los contraejemplos latinoamericanos?
R. Venezuela. Hay varios estudios que muestran cómo los países con renta petrolera tienden a modelos no democráticos, ya sea en África o en países árabes. Venezuela tiende a un populismo con formas no democráticas de gobierno, más de las elecciones que hay. No me gustan los países que dependen de una renta determinada y no logran promover lo producido hacia otros sectores de la economía.
Instalaciones petroleras en Maracaibo, Venezuela/EFE
P. Usted diferencia a Chile de Perú, Colombia, pero no mencionó a México.
R. Siempre intentamos que México mire a América Latina, pero mira más a EE UU. Chile me gusta más porque la gente elige en un sistema de partidos medianamente creíbles: la derecha o la centroizquierda. Es un modelo previsible en lo político, como Uruguay. En Argentina no lo tenemos. El caso más complicado para nosotros es el de Colombia, que está cruzada por la guerrilla en la selva, el narcotráfico, las ciudades independizadas de la crisis y la persistencia de los partidos tradicionales. Y Ecuador es aún una economía dolarizada. Nosotros, con la experiencia que tuvimos del 'uno a uno' (tasa de cambio fija por la que un peso argentino equivalió a un dólar entre 1991 y 2002), estamos lejos de ese modelo.
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