"La precariedad laboral está ausente de la agenda latinoamericana"

Por: | 24 de julio de 2015

Esteban Mercatante es nuestro quinto economista entrevistado en esta serie previa a las elecciones presidenciales primarias de voto obligatorio de Argentina, que se celebran el próximo 9 de agosto. Mercatante asesora a uno de los dos candidatos a jefe de Estado que compiten en los comicios del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), Nicolás del Caño. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas, Mercatante es graduado de la Universidad de Buenos Aires, empleado público y coordinador de seminarios en el Instituto Karl Marx de la capital argentina. Edita la sección Economía de ‘La Izquierda Diario’ e integra el comité de redacción de la revista ‘Ideas de Izquierda’. En esta conversación se refiere a la situación de su país y a la del resto de Latinoamérica.

 

Pregunta. ¿Cómo está la economía argentina?

Respuesta. En los últimos cuatro año de Gobierno kirchnerista se expresó una serie de problemas que venían acumulándose desde antes. Si uno mira la economía kirchnerista, puede dividirla en un periodo 2003-2008 de alto crecimiento, altas ganancias, recuperación del empleo y del salario.  Después vino el impacto de la crisis de Wall Street. Desde 2006 la inflación comenzó a ser más problemática. Desde 2009 comenzaron otros problemas como el déficit fiscal explosivo y los subsidios. Desde 2012 entramos en una etapa que se caracteriza por una economía de crecimiento muy débil o nulo. Volvió a expresarse un problema de larga data de la economía argentina: la escasez de dólares, la dificultad de sostener el crecimiento económico por un saldo externo (comercial y financiero) negativo. Esto en la actualidad tiene que ver con la dependencia de la industria (respecto de los insumos importados), la debilidad de la estructura energética (pérdida del autoabastecimiento en 2011), el pago de la deuda externa, las remesas de utilidades de las multinacionales, que durante el kirchnerismo duplicaron los niveles de la década del 90; y la fuga de capitales, que desde 2007 creció mucho hasta que empezaron las trabas en 2011. La combinación de la inflación, el aumento del gasto público y la contención de la salida de divisas con controles de capitales y a la importación creó esta nueva situación económica. El kirchnerismo se despide con una economía que no puede crecer ni mejorar ingresos ni reducir la desigualdad social, el desempleo ni el empleo ‘en negro’ (informal). El empleo privado no mejora. El salario viene en deterioro en el último año y medio, después de la devaluación (del peso) de 2014. La inflación está siendo más baja que el año pasado, pero no hay perspectiva de mejoría del salario.

P. ¿Qué rescata de 12 años de economía kirchnerista?

R. Nada. Apoyado en el ajuste que se hizo en 2002, con una devaluación brutal en la que el dólar pasó de cotizar a un peso a hacerlo a tres, con una inflación del 40%, salarios que casi no subieron y una mejora de la rentabilidad empresarial, el kirchnerismo partió de esa base sumada a las favorables condiciones internacionales (subida de precios de las materias primas) y pretendió que era posible conciliar la mejoría para los asalariados y el sostenimiento de la alta rentabilidad empresarial. Impulsó las paritarias, pero tomó como referencia el nivel salarial de 2001 para que no lo superara demasiado. Aplicó subsidios, pero la mayoría de ellos no va a la asignación universal por hijo ni al gasto social sino indirectamente al empresariado a través de las subvenciones al combustible. Estos subsidios fueron los que más crecieron, junto con la deuda pública, después de su renegociación (2005/2010). La pretensión kirchnerista funcionó mientras la situación internacional era favorable y continuaba la alta rentabilidad que había dejado la devaluación de 2002. Cuando eso se empezó a agotar, el esquema comenzó a mostrar desequilibrios. Las paritarias dejaron de ser una institución que impulsaba la mejoría de los salarios y se convirtió a partir de 2007 en una que intentaba contenerla con ‘techos’ (a las subidas) salariales. No se tocaron los problemas profundos que caracterizan a la dependencia y el atraso del país. Lo que hicieron con la deuda fue renegociarla, dijeron que hicieron una quita, pero hoy en día incluso economistas simpatizantes del oficialismo evalúan que casi no la hubo. Se hizo mucha propaganda contra el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), pero los tratados bilaterales de inversión, que son lo que más comprometen a Argentina, no fueron denunciados. En la política energética uno ve lo mismo: ahora, en aras del autobastecimiento, se entrega el negocio de Vaca Muerta (el mayor yacimiento de hidrocarburos de esquisto de Latinoamérica) en condiciones leoninas. Es un Gobierno de discurso soberano y redistributivo, pero en los hechos generó políticas de mejoras de los ingresos a las que les puso límites.

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El economista Esteban Mercatante, asesor de uno de los candidatos presidenciales del Frente de Izquierda, Nicolás del Caño/PTS

 

P. ¿Cuál es su visión del resto de América Latina?

R. El conjunto de la región se mueve a grandes rasgos en sincronía. El proyecto kirchnerista surgió en paralelo con otros de signo parecido en Venezuela, Brasil, Uruguay y otros países en los que surgieron Gobiernos autodenominados progresistas o posneoliberales. Apoyados en el descontento popular, pretendieron que era posible otra política burguesa, que no atacara las bases de la dependencia y el atraso. Pese a eso, podían mejorar las condiciones populares por el ciclo favorable de las ‘commodities’ (materias primas), que benefició a buena parte de la región. Todo ese ciclo muestra hoy dificultades similares, aunque hay coyunturas dispares. Hay países con cierto crecimiento, otros más complicados, como Brasil, que está con una política de ajuste para reactivar su economía. Aparte, Dilma (Rousseff) tiene la crisis política por el escándalo de las ‘coimas’ (sobornos) de Petrobras. Venezuela está en una crisis mucho más fuerte. El ciclo de las ‘commodities’ está tendiendo a agotarse y es muy difícil para los países de la región tener pretensiones de mejora en la redistribución. Se empieza a ver el lastre de no haber atacado los problemas de fondo.

P. ¿Cuáles son esos problemas?

R. En primer lugar, la deuda externa. La región se desendeudó en la última década, pero esos recursos para desendeudarse podrían haberse destinado a obras de infraestructura y otras medidas. Hay que cuestionar la deuda en sí misma. En segundo lugar, todo el conjunto de tratados que se firmaron en los años 90 y que sentaron una base para el capital transnacional. Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela) está en crisis, pero se mantuvo la política comercial y de inversiones favorable al capital extranjero. Además, la precarización laboral estuvo ausente de la agenda. Hubo políticas redistributivas, pero no una reversión de la precariedad y todas las leyes que la sostienen. En Brasil el año pasado se reformó el régimen laboral para convertirlo en uno de los más favorables a la precariedad de América Latina.

P. ¿Y qué opina de los países de la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile)?

R. No están todos igual en la coyuntura actual. A todos los afecta el agotamiento del superciclo de las ‘commodities’, pero el acceso al crédito y otra serie de cuestiones les permite mostrarse como más sólidos. Hay mucho de espejismo. Sus Gobiernos quieren pasar a la ofensiva, impulsados por EE UU, para alinear a toda la región y aprovechar la crisis de Mercosur. Pero es muy difícil pensar que con lineamientos de políticas más amigables con el mercado pueda haber una alternativa para la región, y se ve en los indicadores sociales. A esas políticas nos quieren llevar (los candidatos presidenciales favoritos en Argentina, el kirchnerista Daniel) Scioli y (el conservador Mauricio) Macri, que quieren cerrar la crisis con los ‘holdouts’ (inversores que rechazaron la reestructuración de deuda de 2005 y 2010) para volver a endeudarse y terminar con varias políticas del kirchnerismo.

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Sobre el blog

Novedades, tendencias y debates sobre el devenir de la economía y el desarrollo de Latinoamérica y los latinoamericanos.

Sobre el autor

Alejandro Rebossio es periodista. Su especialidad es la economía y trabaja en la corresponsalía de El País en Buenos Aires. Coautor del libro Estoy verde. Dólar, una pasión argentina (Aguilar) y Vaca Muerta (Planeta) junto con Alejandro Bercovich.

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