Latinoamérica necesita infraestructura y, aunque los presupuestos de los países se angosten por el estancamiento económico regional, la precisa de todos modos. Incluso puede resultar un motor para la recuperación. Pero la pregunta es quién la hará y quién la pagará. Y la respuesta de un experto del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Tomás Serebrisky, es que no será el capital privado y extranjero el que salvará la brecha sino el estatal. Así lo expuso ayer en una jornada que organizó en Buenos Aires el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC).
Serebrisbky, economista formado en la Universidad de San Andrés, en Buenos Aires, y doctadorado en Chicago, comenzó su conferencia advirtiendo que Latinoamérica invierte en general menos que cualquier otra región del mundo, entre el 18% y el 20% del tamaño de su economía. Esas proporciones han bajado desde la década del 80, la de la crisis de la deuda externa. ¿Y ha sido el sector privado o el público el responsable de esa merma? “Los dos”, respondió el experto.
“Latinoamérica ahorra menos de lo que invierte y entonces debe confirar en el ahorro del resto del mundo”, señaló Serebrisky. “¿Cuál es el problema? Que el ‘stock’ (existencia) de capital de los países se financia sobre todo con ahorro propio. Si queremos que Latinoamérica invierta más, vamos a tener que ahorrar más. A fines de los 80 se dijo que la inversión privada iba a suplantar la pública y eso claramente no ha pasado”, lamentó el economista argentino en una mesa redonda de la que participaron Daniel Benítez, del Banco Mundial, Nicolás Estupiñan, de la Corporación Andina de Fomento (CAF), y Nicolás Gadano, de CIPPEC.
Una carretera de Minas Gerais colapsada por una huelga de camioneros de Brasil en febrero pasado/EFE
No solo se invierte poco sino que los latinoamericanos perciben que su infraestructura es de baja calidad. Solo en África subsahariana tienen una percepción peor de sus propias estructuras de transporte, telecomunicaciones, energía y agua potable, entre las básicas.
Entre las tres mayores economías de la región, Brasil lideró en inversión en infraestructura en el periodo 2008/2013, con un 3% del PIB, seguido por Argentina, con un 1,8%, y México, con un 1,6%. En aguas predomina la participación estatal. En transporte la presencia privada es mayor, pero aún menor que la pública. En energía y transporte la hegemonía es privada.
La inversión en infraestructura se paga con las tarifas que abonan los usuarios, con subvenciones o con impuestos y se financian con ahorro interno o externo. “La inversión del sector público es sensible al espacio fiscal (de los gobiernos). Lo primero que se corta es la inversión en infraestructura. No imagino que no lo hagan ahora. No sabemos hacer políticas contracíclicas”, se refirió el funcionario del BID al actual estancamiento económico de Latinoamérica. De por sí los estados de Brasil recortaron a la mitad este tipo de inversión en 2014.
Serebrisky pronosticó que “no va a venir mucha inversión extranjera” a solucionar la brecha infraestructural. Y lo dijo sobre la base de la experiencia: hasta ahora solo el 5% de las obras ha provenido de empresas foráneas, y además esa pequeña tajada se ha concentrado en dos países, Brasil y Chile.
A su vez, el 51% del financiamiento de las infraestructuras latinoamericanas ha provenido de bancos comerciales, el 18% de los propios desarrolladores, el 14% de la banca pública de cada país, solo el 7% de los organismos multilaterales y el 3% de inversores institucionales, como los fondos de pensiones y las aseguradoras. En Brasil la presencia de los bancos estatales ha sido mayor, con 34% del crédito, frente al 32% de los privados.
“Hay que incentivar la inversión de los inversores institucionales”, propuso Serebrisky. “En cambio, soy escéptico del éxito para atraer inversión privada. Los gobernantes dicen que van a generar las condiciones para atraerla, pero hasta ahora representa un pequeño porcentaje del PIB. Hay que ser realistas y generar más ahorro público si queremos cerrar la brecha”, insistió el exalumno de la ultraliberal escuela de Chicago.
La planta de aguas residuales de Agua Prieta fue inaugurada en 2014 en México/EFE
Estupiñan, de la CAF, urgió a encontrar fuentes de financiamiento. “Si tenemos poca capacidad de ahorro y de asignación del gasto, un enorme problema de corrupción y dificultades para atraer la inversión privada, busquemos alternativas”, reclamó el ingeniero civil colombiano de la Universidad de Los Andes, en Bogotá, con un master en planificación urbana y regional en Carolina del Norte en Chapel Hill. “Además de las fuentes tradicional de la inversión, hay que buscar el financiamiento verde, innovación institucional y apoyo a la innovación fiscal”, propuso el especialista en materia de transporte.
En el mundo hay disponibles fondos para proyectos ecológicos, como los que apuntan a la conservación y la oferta de agua, las políticas de adaptación al cambio climático, la reconversión de la agricultura, los recursos naturales y los ecosistemas, la reducción y prevención de desastres naturales, el transporte sustentable, la eficiencia energética en transporte y edificios, las energías renovables, la generación energética baja en carbono y eficiente, la gestión de la biodiversidad, la infraestructura sostenible y el tratamiento de residuos sólidos y líquidos. En cuanto a la innovación fiscal, Estupiñan citó algunos casos como la regulación de la ciudad de México a la aplicación Uber, que conecta a conductores y pasajeros, a la que se gravó con un canon anual por cada coche autorizado a prestar el servicio y con un 1,5% del coste de cada viaje para financiar un fondo; los cobros por congestión del tráfico y contaminación de Londres; o la llamada captura de plusvalías (la recuperación para la población del incremento en el valor de la tierra asociado con acciones públicas), como la que Sâo Paulo ha usado para financiar la extensión del metro.
Hay 1 Comentarios
Lo que dice Serebrisky es lo mas razonable. Lo que envía todos los proyectos al fracaso o los deja a 3/4 de la finalización de la obra es siempre la corrupción. A tal punto, que unos amigos que nacieron y pasaron hasta la mayoría de edad en Latinoamérica y luego emigraron a causa de las tantas crisis padecidas, llaman a estos países "Letrinoamérica" y lo dicen con dolor.Los escándalos de Brasil , los de Argentina y para que vamos a nombrar a México, porque México ya es la Pandemonium de los infiernos y exportando sucursales.¿De qué infraestructuras podemos hablar que no sean fiscalizadas por persona idóneas que nada tengan que ver con los políticos de turno? Cuanto vaya de la mano de los gobiernos va triplicado, quintuplicado por la corrupción en todos los niveles.
Publicado por: bergante | 09/09/2015 21:46:16