Eco Americano

Sobre el blog

Novedades, tendencias y debates sobre el devenir de la economía y el desarrollo de Latinoamérica y los latinoamericanos.

Sobre el autor

Alejandro Rebossio es periodista. Su especialidad es la economía y trabaja en la corresponsalía de El País en Buenos Aires. Coautor del libro Estoy verde. Dólar, una pasión argentina (Aguilar) y Vaca Muerta (Planeta) junto con Alejandro Bercovich.

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El crecimiento empobrecedor en Latinoamérica

Por: | 17 de febrero de 2016

La economía de México había crecido a una media anual del 1,8% en 2013 y 2014, un nivel austero para lo que debería aspirar un país en vías de desarrollo, pero lo que más sorprendió en julio pasado fue saber que en aquellos años la pobreza había subido también, según datos oficiales, del 45,5% al 46,2%. El PIB crecía, no mucho, pero lo hacía, y mientras tanto unos dos millones de mexicanos se hundían en la miseria. Lo que le sucede a México es algo similar a lo que padecía toda Latinoamérica en la década del 90, cuando fracasaba la teoría del derrame de riqueza, pero también a lo que está sucediéndole a varios países de la región en esta nueva temporada de crecimiento económico mediocre, después de la bonanza de los altos precios de las materias primas y de las fuertes entradas de capitales.

 

El aumento de la pobreza depende de dos factores, según la profesora Nora Lustig, de la Universidad de Tulane. Uno es cuánto crece la riqueza de una economía y el otro, cómo se la distribuye. Otros economistas como José Gabriel Palma, de Oxford, opinan que en una sociedad de ingresos medios y tan desigual como la latinoamericana la pobreza depende del reparto.

Pero veamos: en el caso de México creció poco y el coeficiente Gini de desigualdad se mantuvo estable en los últimos años, en 48,1 (contra 41,1 de EE UU). ¿Por qué no se expande más la economía de México? Algunos economistas esperaban que así lo hiciera a partir del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, es decir, desde hace 20 años, o que las reformas económicas del Gobierno de Enrique Peña Nieto, desde 2012, estimularan la inversión y la productividad. Pero otros economistas como Jaime Ros, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), advierten de que su país no crece lo suficiente porque recauda pocos impuestos y entonces dispone de poco dinero para invertir en infraestructura y en gasto social, que reduce a su vez la desigualdad. También critican que sus políticas fiscal, monetaria y cambiaria no suelen cumplir con eficacia un rol contracíclico y estimulan poco el crecimiento. Ros también censura las fallas regulatorias.

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La Villa 31, uno de los principales barrios de chabolas de Buenos Aires/EFE

 

México tampoco bajó la desigualdad en este siglo, a diferencia de los países en los que gobiernos de izquierdas aprovecharon la bonanza de las materias primas para aplicar subidas del salario mínimo y alentar las negociaciones colectivas entre patronales y sindicatos. Sus ingresos tributarios en relación al PIB representan solo el 19,5% del PIB, por debajo de la media latinoamericana (23,6%) y de los ricos países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, 40,5%). Bajo tipos, alto nivel de deducciones y exenciones y elevada evasión explican el bajo peso en Latinoamérica del impuesto a la renta, el que más redistribuye.

El crecimiento mexicano se ha concentrado además en sectores que generan más ingresos que empleo, según George Gray Molina, economista jefe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para Latinoamérica. El trabajo con protección social y derechos laborales reduce la pobreza. En cambio, la inversión en sectores intensivos en maquinaria y materia prima, como la industria pesada o la energía, puede impactar en el empleo pero dentro de unos años. En el corto plazo no hay derrame. El fenómeno de México se parece al patrón de “crecimiento empobrecedor” que Joseph Stiglitz describió en Latinoamérica en los 90.

También están los casos de países en los que la cantidad de pobres apenas se redujo pese al alto crecimiento del PIB. En Costa Rica, la pobreza bajó del 18,9% al 17,7% entre 2019 y 2013 a pesar de que la economía se expandía al 4,5% anual. En República Dominicana descendió del 41,1% al 40,7% en ese mismo periodo, al tiempo que el PIB crecía al 4,6% por año. Panamá redujo la pobreza del 26,4% al 23,2%, pero la actividad económica se había expandido al 8,3% anual. En estos tres países cayó poco la desigualdad y a niveles aún altos, de 49,2, 47,1 y 51,7 del coeficiente de Gini.

 

Otros países han experimentado aumentos de la pobreza en años de crecimiento, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Honduras se expandió al 3,7% en 2010, pero la proporción de pobres se elevó del 67,5% al 69,2%. Allí creció el GIni a 53,4. Antes de su actual contracción económica, Venezuela creció al 3,7% anual entre 2011 y 2013 y, sin embargo, la pobreza se incrementó del 27,8% al 32,1%. En este caso la elevada inflación explica el fenómeno del crecimiento empobrecedor con mayor facilidad que en los otros países de precios relativamente estables. Lo mismo ocurrió en Argentina, que ha crecido al 1,5% entre 2012 y 2015, pero la pobreza aumentó del 18,2% al 21,8%, según el sindicato de trabajadores del Instituto de Estadística. No bastó que la desigualdad bajara entre 2011 y 2013 a 42,3.

Los países sudamericanos, que crecieron más rápido que México en los primeros años del siglo XXI, ahora están sufriendo una desaceleración más fuerte y eso puede impactar en mayor medida en la reducción del empleo y del salario real. En Sudamérica, el derrame de la pasada bonanza de las materias primas sobre el mundo laboral había sido mayor porque el ingreso de divisas había estimulado al sector de los servicios, más empleador que el industrial. Ahora habrá que ver qué sucede con los 30 millones de latinoamericanos que pertenecen a la clase vulnerable, según el cálculo de Gray Molina. Están en un limbo entre la clase media y la pobreza, pero pueden caer en la miseria porque carecen de protección social, de activos (tierras, inmuebles, ahorros) o de buena inserción en el mundo laboral.

El País

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