El plomo de una batería de coche

Por: | 14 de julio de 2010

Lingotes de plomo de la empresa Recobat. Bajo el capó de los coches se encuentra uno de los casos más curiosos hoy en día en el campo del reciclaje: una batería de plomo-ácido.

Estos acumuladores utilizados sobre todo para el arranque de los automóviles destacan por contener elementos que pueden ser altamente contaminantes como el plomo o el ácido sulfúrico, pero también por tratarse de uno de los productos con mayor tasa de reciclaje del país, si no el que más. Según la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje (FER), en España se recicla cerca del 95% de las baterías que se sacan al mercado. “Es marginal la cantidad de baterías que no son recicladas”, garantizan desde esta organización.

El plomo ha sido responsable de múltiples episodios de contaminación y envenenamiento a lo largo de la historia, siendo uno de los más notorios el causado por su incorporación (ya prohibida) al carburante de los coches. Pero también ha sido ampliamente utilizado en todo tipo de productos. Hoy su uso se ha reducido mucho y se concentra en el sector de baterías para automoción. De acuerdo a los datos de la Unión de Industrias del Plomo (Uniplom), la producción de este metal en el país en el año 2009 fue de 138.000 toneladas, empleándose alrededor del 80% para fabricar acumuladores para los coches.

Este tipo de baterías se componen fundamentalmente de plástico polipropileno (7%), de agua y ácido sulfúrico del electrolito (23%) y de plomo en diferentes formas (63%). Mientras se investiga otras tecnologías que permitan desarrollar de verdad el coche eléctrico, son todavía las más utilizadas en los automóviles. No son peligrosas durante su uso en el motor del coche, pero sí al final de su vida útil cuando se convierten en un residuo, por lo que deben ser gestionadas de forma especial evitando que acaben abandonadas en cualquier sitio. No sólo por el plomo, sino también por el ácido sulfúrico, que resulta corrosivo.

Con todo, existe otra circunstancia muy importante: en España se dejó de extraer plomo de las minas hace dos décadas. Con el cierre de minas como la de Peñarroya en 1992, en Murcia, se puso fin a la explotación de este metal en el país, dejando tras de sí un grave problema de contaminación ambiental en lugares como la bahía de Portman. Y esto hace que la principal fuente de plomo para los productores españoles esté hoy en las propias baterías de los coches. Aunque existe chatarra de la que recuperar este metal (tuberías, planchas de tejado, soldaduras, maquinaria de impresión antigua), es del reciclaje de los acumuladores de los coches que se obtiene la mayor parte de los lingotes de plomo para seguir fabricando otros acumuladores u otros materiales.

Esto explica el alto porcentaje de recuperación de este producto cercano al 100%: Además de peligrosa, una batería fuera de uso también es valiosa. “Nosotros recogemos baterías en cualquier punto del territorio español y pagamos por ellas”, explica Antonio Prior, director de Servicios Técnicos de la empresa de reciclaje Azor Ambiental, ubicada en Molina de Segura (Murcia).

De estas baterías se aprovecha prácticamente todo. En las plantas de reciclaje, lo primero que se hace es triturarlas para separar sus distintos componentes. El polipropileno es enviado a recicladores de plástico y se puede aprovechar para fabricar sillas, perchas o nuevos acumuladores. De hecho, según asegura la FER, las baterías que tienen una carcasa de color negro han sido elaboradas con polipropileno reciclado. Al ácido sulfúrico se le añade sosa cáustica dando como resultado sal de plomo y agua que se usa en el mismo proceso de reciclaje. En cuanto al plomo, se lleva a un horno para que sea fundido y transformado de nuevo en lingotes. “De una batería de 15 kilos, más de la mitad es plomo y puede recuperarse el 100%”, detalla Prior. “La calidad de los lingotes depende de lo que quiera el cliente”.

Según los datos de Uniplom, en año pasado se recuperaron y reciclaron 101.921 toneladas de baterías. El caso de estos acumuladores muestra muy bien cómo se puede cerrar el círculo para fabricar una y otra vez un producto únicamente con el reciclaje de los residuos. Aunque, tampoco se puede decir que el círculo del plomo esté cerrado por completo. Si bien este metal se emplea de forma mayoritaria para baterías que serán recicladas, todavía se sigue utilizando para otros productos, algunos de los cuales no se pueden volver a recuperar. El ejemplo más claro sale también de la empresa de Molina de Segura: perdigones para cazar.

Resulta paradójico, pero la misma compañía que hoy se dedica mayoritariamente a recuperar el plomo de baterías en desudo, ha estado fabricando desde 1947 (con la marca Perdigones Azor) munición de ese mismo material que ha sido desperdigada por la naturaleza a escopetazos. Desde la aprobación en 2007 de la Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, está prohibido en España el uso de perdigones de plomo en humedales Ramsar y de la Red Natura, pero pueden ser disparados en otros ecosistemas (algunas comunidades autónomas han ampliado esta prohibición). Aunque constituye una aplicación ya moniritaría, se siguen fabricando perdigones con este metal.

La gran incógnita ahora será ver qué ocurre con las pocas fundiciones de plomo que quedan en España si se consigue impulsar el coche eléctrico, que ya no utilizan estos acumuladores de plomo-ácido (pues se requieron otras que acumulen más energía en menos espacio y peso). Una de las claves de las nuevas baterías como las de litio está en la disponibilidad del material para fabricarlas, para lo que volvería a resultar clave el reciclaje.

Hay 5 Comentarios

Vivo desde hace 15 años con placas fotovoltaicas (solares) y creo que las baterías siguen siendo el punto flaco del sistema. Tienen un alto precio y una vida útil de 5 años óptimos y hasta dos o tres más, ya muriéndose.

Hecho mucho en falta que mencioneis la principal legislación a nivel estatal que regula las baterías:

REAL DECRETO 106/2008, de 1 de febrero, sobre pilas y acumuladores y la gestión ambiental de sus residuos (BOE núm. 37, Martes 12 febrero 2008) en vigor desde hace casi 2 años, en todo el territorio nacional.

Me parece un artículo muy bien llevado. Efectivamente el plomo ha tenido durante mucho tiempo una mala fama aunque no es menos cierto que gran parte de la leyenda negra estaba apoyada por otros intereses económicos. ¿Qué tipo de perdigones se utilizan ahora en los humedales?...

Además siempre que se ha atacado al plomo se ha hecho de forma genérica, olvidando tal vez que el plomo sólido no lixivia ni se degrada ni contamina el medio ambiente. Cosa bien distinta, obviamente es el plomo evaporado o ingerido, claro.

En cuanto a lo de las baterías nuevas (ion litio, cadmio, metal-hidruro, etc). Ya quisiera yo que fuesen tan reciclables como las de plomo. Mucho se está hablando del coche eléctrico y aun no hemos dado con la batería que nos sirva (y que además sea reciclable). Me recuerda a mí a aquello de vender la piel del oso antes de cazarla. De todas formas Clemente, sabes que yo soy más partidario del coche híbrido enchufable que es una realidad que del eléctrico que, hoy por hoy es una entelequia (al menos si pretendo hacer más de 150Km).

Lo siento, pero el comentario anterior es erróneo. El primer uso (90%) del plomo recuperado de baterías es la fabricación de más baterías. Y las "balas" ya no suelen ser de plomo, salvo una pequeña parte. Lo que sí es de plomo son los perdigones de caza y las postas (lo de las ferias de tiro al blanco)

Curiosamente la segunda vida de la mayor parte del plomo "rescatado" de las baterías es ser convertido en proyectiles de las balas...

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Ecolaboratorio

Sobre el blog

Como si mirásemos por el ocular de un microscopio, Ecolaboratorio es un blog ambiental que trata de ver más de cerca todo aquello que nos rodea. En este particular laboratorio se buscan respuestas a las cuestiones más enrevesadas que nos asaltan de forma cotidiana.

Sobre el autor

Clemente Álvarez

(Madrid, 1973) es un periodista especializado en medio ambiente y ciencia. Colaborador de El País desde 2004, le entusiasma mezclar elementos de la ecología con reactivos de la energía y la economía, aunque la fórmula pueda resultar inflamable.

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