La crisis económica ha despertado un enorme interés en las Comunidades Autónomas por los “impuestos ambientales”. Esto debería ser una buena noticia para el medio ambiente. Sin embargo, lo cierto es que estos nuevos tributos tienen poco de impuesto ambiental.
Tras la fallida ‘ecotasa’ de hace unos años que gravaba la estancia en hoteles en las Islas Baleares, esta nueva ola de mal llamados impuestos ambientales va dirigida a instalaciones como embalses, parques eólicos o líneas eléctricas.