Economía para el 99%

Sobre el blog

Este es un espacio para la reflexión económica que pretende interesar y ser accesible para el 99% de los ciudadanos; esa gran mayoría de personas que sigue la evolución de la crisis y que no deja de plantear preguntas para salir pronto de ella. Puede que haya un 1% que por opulencia o ignorancia no se sienta concernido en la búsqueda de una recuperación sostenible y beneficiosa para la mayoría. Ellos buscarán otras lecturas, pero un amplio 99% hallará aquí sus respuestas.

Sobre el autor

Carlos Mulas

. Soy economista de formación y académico de profesión con fuerte vocación política. Actualmente soy Profesor Titular de Economía en la Universidad Complutense de Madrid y Director de la Fundación IDEAS. Puedes conocer más sobre mi trayectoria en mi web personal: www.carlosmulasgranados.com


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Recomendamos

¿Por qué nos atacan los mercados?

Por: | 09 de abril de 2012

Thefuture
Desde hace unos días, los mercados no paran de demostrar que están perdiendo la fe en la economía española. A pesar de la reforma laboral y los recortes que el PP ha puesto en marcha, la confianza está en mínimos y la prima de riesgo vuelve a tocar niveles máximos. Parece que los analistas no se fían de las medidas aprobadas por 3 razones: primero, creen que la reforma financiera es tímida y no servirá para resolver de manera definitiva el problema de nuestros bancos (algunos de los cuáles podrían necesitar más dinero público); segundo, no les convence un presupuesto que ha exprimido al máximo los ministerios, pero ha dejado intactas las pensiones, los subsidios de desempleo, la sanidad y la educación (por eso Guindos ha salido ya avisando que irá por esas partidas en breve); y en último lugar, pero de manera más importante, los mercados no ven de qué forma va a volver el crecimiento económico y el empleo a nuestro país.

En este sentido, los datos que confirman que ya estamos en recesión otra vez (la segunda desde 2009) no ayudan a mejorar el panorama. Con toda lógica, el sentimiento de los ciudadanos es de zozobra. Y en el caso de las empresas, de desconcierto. Ahora la crisis va a dar de lleno a aquellos que lograron superar con cierta dignidad el primer embate de 2009. Entonces los más afectados fueron los trabajadores y empresas ligados al sector de la construcción y los trabajadores temporales del sector servicios. Ahora, los despidos alcanzarán al sector público y el cierre de empresas también se cebará con las medianas y las grandes de otros sectores. Industrias dependientes del apoyo público, como las energías renovables, el automóvil, las industrias culturales o el sector de servicios sociales pasarán un año terrible, y el sector de la construcción no logrará revivir a pesar de los esfuerzos del gobierno por cebar de nuevo la burbuja a base de recuperar la deducción por compra de vivienda. A diferencia del año 96, cuando el PP abonó el terreno para la peor crisis que haya sufrido la economía española, ahora el crédito no fluye a nuestros bancos y los ciudadanos prefieren pagar sus hipotecas pasadas, antes de meterse en otras nuevas. Da igual lo que intente, pero el PP no obtendrá la deseada recuperación económica por la inmobiliaria.

Lo peor de la situación es que nadie es capaz de responder a la pregunta que se hacen todos los ciudadanos, y que también empieza a preocupar a los mercados que financian nuestras deudas. Durante 15 años nos hemos dedicado a construir casas, hacer infraestructuras, a explotar nuestro turismo y a exportar servicios financieros y energéticos a Latinoamérica. Pero, ¿a qué nos vamos a dedicar los próximos 15 años? Cualquier gobierno debería estar más preocupado de responder a esa pregunta, que de cualquier otra cosa. La confianza y el esfuerzo colectivo sólo se multiplican cuando uno tiene claro hacia donde tiene que remar. De lo contrario, la incertidumbre y la melancolía acaban echando por tierra cualquier sacrificio colectivo. Por eso, cuando alguien me pregunta por mi opinión sobre la política económica actual, le respondo que equilibrar el presupuesto y reformar el mercado de trabajo o el sector financiero está bien. Es verdad que son medidas muy necesarias pero no dejan de ser instrumentales. Lo importante es fijar bien los objetivos, imaginar en qué tipo de país queremos convertirnos, y entonces se podrá hacer una narrativa creíble e ilusionante con la que comenzar a subir los duros escalones de la recuperación.

Cuando el gobierno socialista anunció una Estrategia de Economía Sostenible en 2009, intentó dar respuesta a esa pregunta existencial, aunque la pobre Ley que trató de vehicular aquel proyecto terminó deslegitimándolo. El país que aquella estrategia imaginaba  era un país en que los vehículos eléctricos sustituirían a los motores contaminantes, los molinos de viento y los techos solares se extenderían hasta nuestros edificios; era un país en el que los contenidos culturales en español se extenderían por la red, y en el que el cuidado de nuestros mayores y nuestros dependientes sería una industria productiva más. En ese modelo, el turismo seguiría siendo una parte importante de nuestra actividad colectiva, pero sería más sostenible, y nuestras multinacionales apostarían también por Asia. Además, los emprendedores tecnológicos tendrían las máximas facilidades y seríamos tan conocidos por nuestros avances en biotecnología y telecomunicaciones como hoy los somos por nuestros deportistas.

Quienes integran hoy el gobierno del PP se rieron de aquello, pero nos están avocando a un esfuerzo sin rumbo. No sabemos si imaginan un futuro alternativo o no saben lo que quieren. Sería bueno que lo aclararan pronto porque los datos dicen que cuando se alumbra un poco de luz al final del túnel, todo el mundo, dentro y fuera, vuelve a creer en la economía española.

Si no, que miren a los datos de inversión extranjera directa que hemos conocido la semana pasada, la misma en que se disparaba otra vez nuestra prima de riesgo. En 2011, las inversiones procedentes del exterior en actividades productivas aumentaron un 18% (cuando la economía no crecía ni un 1%). El dato es realmente impresionante, porque indica que los capitales productivos siguieron confiando en nuestro país a pesar de que los capitales financieros dudaran sobre nuestros títulos de deuda. Los mayores flujos se concentraron en los primeros meses, justo cuando parecía que los brotes verdes se convertirían en tallos consistentes, y se dirigieron al sector aéreo y al de telecomunicaciones. Es cierto, que cuando surgieron de nuevo las turbulencias en la zona euro en verano y la recesión apareció en el horizonte, los flujos de entrada de inversión productiva se ralentizaron.

Pero la señal es lo que importa. En medio de la incertidumbre y el pesimismo se necesitan recortes y reformas, sí, pero como demuestran los datos mencionados, es mucho más importante contar pronto con un dibujo de futuro claro e ilusionante con el que dar sentido al esfuerzo colectivo. Cuando antes recuperemos el debate público en torno “a qué se va a dedicar España”, más cerca estaremos de salir de la crisis, y las dudas de los mercados y de los ciudadanos se acabarán.

La derrota de Arenas y la prima de riesgo

Por: | 26 de marzo de 2012

Euros-urnas

Algo extraño pasa en España con las elecciones y la prima de riesgo. Se supone que los mercados deberían preferir las victorias de los gobiernos de derechas, porque están más cerca de sus postulados y prometen mayor disciplina fiscal. Al menos eso es lo que dicen los académicos que trabajan en estas cuestiones (véase http://deepblue.lib.umich.edu/bitstream/2027.42/39961/3/wp575.pdf)

Sin embargo, en las últimas 4 elecciones que se han celebrado en nuestro país, nos encontramos con el efecto contrario. Cuando ha ganado el PP, la prima de riesgo ha aumentado significativamente: así, tras las elecciones europeas del 7-J de2009, la prima subió de 68,9 a 73 puntos básicos; tras las municipales y autonómicas del 22-M de 2011, la prima pasó de 213,3 a 249,9; y tras las elecciones generales del 20-N de 2011, la prima se disparó desde 432,5 a 463,8. Por el contrario, cuando el PSOE ha vencido a las encuestas, como en las elecciones asturianas y andaluzas celebradas ayer, la prima se ha relajado desde 351 a 339 puntos básicos (los datos se pueden ver en http://www.datosmacro.com/prima-riesgo/espana)

Los lectores más cercanos al PP dirán que esta aparente paradoja es pura coincidencia, pero cualquier experto en psicología financiera y en economía política sostendría lo contrario. La crisis de la deuda europea está demostrando en los últimos 24 meses que los mercados no están tan preocupados por el color del gobierno como se afirmaba hasta hace unos años, sino que lo que más les preocupa es la posible inconsistencia entre los discursos y las políticas.

Esa disonancia cognitiva propia de quien dice una cosa y hace la contraria es una constante en toda la carrera política de Rajoy. Por eso ahora parece que los mercados no están muy convencidos del compromiso del PP con la disciplina fiscal, o al menos, no piensan que sea más riguroso que el PSOE. De hecho, el aumento de la prima de riesgo tras las autonómicas de mayo de 2011 puede interpretarse en clave española por la alegría con la que los nuevos dirigentes autonómicos del PP (con Cospedal a la cabeza) comenzaron a hacer catastrofismo sobre las cuentas públicas que habían heredado en sus regiones. Ese “efecto afloramiento” de las cuentas autonómicas, junto al “efecto enfrentamiento” que ello vaticinaba con el gobierno central que aún controlaba Zapatero, pusieron muy nerviosos a unos mercados que ante todo buscan minimizar las incertidumbres. Durante los meses que transcurrieron entre mayo y noviembre del pasado año, los nuevos dirigentes locales del PP engordaron las cifras recibidas, pospusieron los ajustes y ocultaron sus datos al gobierno socialista, impidiéndole cumplir con sus compromisos internacionales.

Tras el 20-N, la victoria de Rajoy no modificó este esquema de actuación. Entonces quedó claro que el PP volvía a poner por delante sus aspiraciones electorales, frente a sus aparentes convicciones fiscales y pese a las promesas hechas por nuestro país. Rajoy pospuso el presupuesto 4 meses, revisó la cifra de déficit para 2011 (subiéndola del 6 al 8,5%), relajó el objetivo de déficit para 2012 (del 4,4 al 5,8) sin negociarlo con Bruselas, y se negó a seguir hablando de ningún recorte adicional. La sensación evidente para algunos analistas internacionales era que modificaba las cifras hacia atrás y hacia adelante para absorber los 4 meses de inacción fiscal que implicaba esa sucia apuesta electoral por desbancar a los socialistas andaluces a toda costa.

El resultado fue que los mercados volvieron a asustarse. Como me contaba este fin de semana un antiguo compañero que hoy trabaja con inversores internacionales en la City de Londres, el sentimiento creciente entre ellos es que “no somos Grecia, pero últimamente nos comportamos de forma parecida (…) afloramos déficit sin explicaciones y no tomamos decisiones mientras hay elecciones”.

Ante este panorama, la derrota de Arenas ante Griñán (no en escaños pero sí en capacidad de gobernar) podría tener la siguiente lectura. En primer lugar, evita el esperado “efecto afloramiento” que sin duda habría hecho el líder regional del PP para tratar de manchar el legado socialista y así comprar algo de margen para los recortes que ocultó durante la campaña. Unas décimas adicionales de déficit andaluz por boca del señor Arenas habrían colmado la paciencia de los mercados.

En segundo lugar, la derrota de Arenas va a forzar a Rajoy a aplicar sus recortes con vehemencia el día 31, para dar signos de fortaleza interna en su partido y para demostrar hacia afuera que “él hará lo que hay que hacer”, a pesar de que la oposición progresista se haya mostrado más viva de lo esperado.  Los mercados están esperando esos recortes a nivel nacional, y cualquier signo de dureza adicional será bienvenido.

Por último, es posible que a los mercados les guste el equilibrio democrático que supone el contrapeso socialista en Andalucía. Griñán será más proclive que Arenas a políticas de crecimiento (y no sólo de ajuste), y los mercados saben que las deudas se pagan creciendo (no sólo recortando) en una Comunidad que debe hacer frente a una tasa de paro altísima. Además, el fortalecimiento del PSOE a nivel nacional que supone mantener el gobierno andaluz, permitirá a Rubalcaba seguir adelante con su “oposición útil”, lo que es crucial para sacar al país de la crisis.

En definitiva, como en las próximas elecciones los socialistas vuelvan a resistir (o a mejorar) y los mercados sigan recortando la prima de riesgo, algunos estudiosos van a tener que mirarse el caso español con lupa.  

 

Los efectos económicos de las huelgas

Por: | 13 de marzo de 2012

Huelga-general
El anuncio de huelga general en España prevista para el próximo 29 de marzo ha desatado la polémica habitual en torno a la utilidad y pertinencia de estas acciones por parte de las organizaciones sindicales y los trabajadores.Los argumentos que ya están empezando a esgrimir el gobierno y el PP son falaces.Fundamentalmente se quejan de que los sindicatos son reacios al cambio y a la modificación de las relaciones laborales y sostienen que convocar una huelga general en medio de una crisis económica como la que está viviendo España es una traición de Estado. Para el PP, los trabajadores que quieren ejercer su bien fundamentado y conquistado derecho a la huelga cometen además un atentado contra sus propios intereses porque estarían retrasando la salida de la crisis.

Sin embargo, si echamos un vistazo a la literatura sobre relaciones laborales y economía industrial, es facil descubrir cuan erróneos y manipuladores son esos argumentos. La mayoría de los estudios en esta área  se centra en analizar las causas de las huelgas, pero hay pocas investigaciones sobre los efectos económicos de las mismas (véase http://www.psa.ac.uk/2009/pps/Kelly.pdf). En todo caso, los trabajos publicados sobre las consecuencias de los paros masivos se dividen entre aquellos que consideran que las huelgas tienen efectos negativos a corto plazo y aquellos que consideran que pueden tener efectos positivos a medio.Examinemos los razonamientos que se ofrecen en cada caso.


La hipótesis predominante (llamada neoclásica) según la cuál las huelgas reducen el Producto Interior Bruto, sostiene que cuanto mayor sea el número de días perdidos por huelga, más cae la inversión empresarial y el producto por trabajador. Incluso los defensores de esta tesis admiten que cuando se pierde un día de trabajo, se suele recuperar la actividad perdida en los días posteriores, de tal forma que el efecto sobre el PIB sólo se dejaría notar si las huelgas se concatenasen. Según varios estudios empíricos, las huelgas masivas empiezan a afectar negativamente a la economía cuando incrementan sustancialmente la conflictividad media de la economía en cuestión a lo largo de un año. Y es especialmente dañina cuando los paros afectan a todos los sectores de la economía (como en las huelgas generales) durante más de un día. En esos casos, diversos estudios dan distintas cifras, pero en media, la relación podría ser del tamaño 3 a 1 (por cada 3 días de huelga general, se pierde el equivalente a 1 día entero de PIB en las economías de la OCDE). (véase http://www.allbusiness.com/government/107315-1.html)

La hipótesis alternativa (llamada neoinstitucional) defiende que las huelgas pueden ser un instrumento efectivo para neutralizar el abuso en el reparto de rentas por parte de los empresarios y para reducir la discrecionalidad en las relaciones laborales. Al equilibrar el reparto del valor añadido entre trabajadores y empresarios, la economía se vería beneficiada por una demanda más robusta (más trabajadores con salarios mejores y mayor capacidad de compra). Al mismo tiempo, la reducción de la discrecionalidad incrementaría la seguridad en el empleo y los trabajadores serían más productivos en sus puestos de 
trabajo como resultado de esa mayor estabilidad.Según esta tesis, las huelgas puntuales no tienen ningún efecto en la economía a corto plazo y pueden ser muy positivas para conseguir un crecimiento más sostenido y equitativo en el futuro. Lamentablemente, dada la dificultad de medir este razonamiento, no parece haber ninguna estimación concreta de esos efectos positivos a medio plazo, al menos en los estudios que yo he consultado para este post.


Lo que sí hay es evidencia histórica, especialmente en la Europa de antes de la II Guerra Mundial (http://www.britannica.com/EBchecked/topic/228625/general-strike), cuando los movimientos obreros utilizaron en diferentes momentos el recurso a las huelgas masivas para lograr cambios importantes en las relaciones económicas y laborales, así como en las instituciones políticas. Las huelgas en Bélgica (1902), Suecia (1903), Italia (1904), Rusia (1905); Alemania (1920) o Reino Unido (1929) son claros ejemplos de cambios políticos y económicos sustanciales erigidos sobre huelgas generales masivas y prolongadas. Algunos de aquellos cambios darían lugar a modelos de crecimiento económico robustos y equitativos que se convirtieron en referente mundial durante todo el siglo XX. Sin embargo, las experiencias más recientes de huelgas masivas, al calor de los recortes que ha provocado la crisis financiera en países como Islandia, Grecia, Portugal e Italia, no parecen haber tenido mayores consecuencias positivas. 

En esta ocasión, los trabajadores españoles tienen buenas razones para manifestarse, ya que es la única forma de mostrar su rechazo a un profundo cambio en el marco de relaciones laborales vigente desde la transición a la democracia. Lo importante, en mi opinión, es que no lo hagan solo por los derechos que la reforma elimina, sino por la falta de medidas para generar nuevas oportunidades que tiene esta ley. Esa sería la mejor manera de llenarse de razones para plantear una reforma alternativa, más equilibrada entre los intereses de las partes y más efectiva para recuperar cuanto antes la capacidad de nuestra economía para generar empleo y salir de la crisis.

El recorte de Rajoy será de 33.000 millones

Por: | 27 de febrero de 2012

Deficit 2
Por fin llegó el momento: ya tenemos la cifra oficial del déficit público en 2011 (-8,5%) y la previsión de crecimiento realizada por la Comisión para 2012 (-1%). Ahora sólo falta que Rajoy presente los presupuestos y que Bruselas decida si nos permite suavizar la senda de ajuste original. Si no lo hace, Rajoy tendría que recortar 41.000 millones de euros este año (para reducir el déficit del -8,5% al -4,4% inicialmente comprometido). Pero yo creo que el recorte al final será menor.

Hoy, todos los economistas (incluso los más conservadores) comienzan a entender que la política irracional de austeridad generalizada en todos los países europeos nos ha metido en recesión, y que es necesario tomarse la consolidación con más tranquilidad. En este contexto, y con las elecciones andaluzas y asturianas a la vuelta de la esquina, Rajoy ha decidido optar por su estrategia favorita: dejar que el tiempo corra a ver si los problemas se resuelven solos. Retrasar la presentación de los presupuestos hasta el 30 de marzo tiene ventajas electorales para el PP, y además hace que Europa pueda reconsiderar el calendario de ajuste para todos (no sólo España) a la vista de que una gran mayoría de países europeos vuelve a caer en el agujero del crecimiento económico negativo.

Las previsiones de la Comisión para España que nos pronostican una caída del PIB del -1% están lejos de las estimaciones de la OCDE y del FMI (que se disparan hasta el -1,5 y el -1,7%, respectivamente). Rajoy también reaccionó a esas cifras la semana pasada y dijo que él calculaba una caída del PIB del -1,3 o -1,4%. La verdad es que si ya tiene los números en la cabeza, debería presentar los presupuestos y evitar un ejercicio de irresponsabilidad mayúscula que claramente se explica por su evidente voracidad electoralista. Pero en todo caso, todas las señales apuntan a que el objetivo final de déficit para 2012 se relajará, aunque lo importante es saber si será mucho o poco.

Con este mareo de cifras, lo que todo el mundo quiere saber es  ¿cuánto va a recortar finalmente Rajoy en 2012?. Yo me voy a aventurar a dar una cifra concreta. Creo que con estos números, y conociendo el juego normal entre Moncloa y Bruselas, está bastante claro que serán unos 33.000 millones de euros: la mitad ya anunciados en diciembre pasado (con las subidas del IRPF y los recortes en todos los ministerios), y la otra mitad por anunciar el último viernes del próximo mes de marzo.

Explicaré brevemente mis cálculos, que por otro lado no exigen demasiada complicación. El objetivo original de reducir el déficit del -6% en 2011 al -4,4% de déficit en 2012 estaba basado en una previsión de crecimiento del PIB para el presente año del 2,3% (lo que hoy se antoja como una auténtica quimera). Eso significaba que por cada punto de crecimiento estimado de PIB, la Comisión nos pedía un recorte del déficit de 6 o 7 décimas. Ahora que no vamos a crecer, sino a decrecer un 1%, lo lógico sería, por tanto, que la Comisión nos diera un respiro adicional de esas mismas 6 o 7 décimas al alza, lo que implicaría tener que rebajar el déficit al -5% en lugar de al -4,4% inicialmente comprometido. La Comisión ha dicho que no quiere ceder mucho, pero hay dos elementos que el gobierno de Rajoy está utilizando para ganar algo más de margen: por un lado acaba de anunciar que el déficit heredado es más alto de lo previsto (del 6% se ha ido al 8,5%) y que la recesión será más profunda de lo que dice Europa. El gobierno español pretende elevar el objetivo al entorno del -5,5, para que los recortes no sean tan drásticos, y Bruselas sólo quiere "ceder unas décimas" (en palabras del Comisario Oli Rehn)

Yo creo que al final la Comisión y el gobierno de Rajoy llegarán a un acuerdo para quedarse en un déficit para 2012 alrededor del -5% del PIB. Vistas las declaraciones recientes del BCE, dudo mucho que prolonguen a 2014 la senda de ajuste, así que en 2013 tendríamos que cumplir en todo caso con el límite del -3% al que obligan los tratados. Es decir, a Rajoy le están sirviendo sus amigos conservadores (Barroso en la Comisión y Merkel y Sarkozy en el Consejo) para ganar algo de margen este año y para recibir aplausos en sus recortes laborales y fiscales, pero no le darán mucho más oxígeno para los años siguientes. Zapatero habría agradecido ese buen trato, pero se ve que en Europa la cosa va de familias ideológicas y tampoco eso garantiza demasiado. Rajoy va a tener que flirtear fuera del eje Merkozy con gobiernos tecnócratas (Monti y Papademos) o de fuera del euro (Cameron) -como ha hecho con su carta conjunta de la semana pasada- si quiere doblarle la mano al férreo eje franco-alemán (salvo que se rompiera naturalmente con la victoria de Hollande en primavera) . En todo caso, pase lo que pase, nadie librará a Rajoy de recortar al menos 3 puntos del PIB (entre 30 y 35 mil millones este año). Pero para él la diferencia entre esa cifra y los más de 40.000 millones que pensaba tener que recortar cuando ganó el 20N, supone un colchón crucial porque ahí está la frontera entre atacar la educación y la sanidad (con el consiguiente estallido social) o dejarlas a grandes rasgos como están.

Por tanto, si la Comisión le deja a Rajoy ese margen adicional, lo que nos espera es "solamente" un recorte adicional de 16.000 millones entre marzo y diciembre de 2012. ¿Cómo hará Rajoy ese nuevo ajuste? A mí me parece claro que subirá el IVA, recortará la factura del gasto en desempleo e incluirá alguna medida recaudatoria de izquierdas que le dificulte al PSOE la oposición, como viene haciendo en todos sus paquetes de reforma. Al primer ajuste lo acompañó con subidas más que proporcionales del IRPF y del capital, que parecían sacadas de un manual socialdemócrata. Y a la reforma financiera la ha acompañado con engañosas recomendaciones a la dación en pago, que han surtido gran efecto mediático. Parece que en este terreno, Rajoy está jugando como Sarkozy lo hizo durante sus primeros años, para tratar de complicar aún más la vida a sus rivales políticos.

En ese escenario, podemos esperar una subida del IVA de 2 puntos (del 18% al 20%, que es la media de la UE-27), lo que supondría aumentar la recaudación en 5.000 millones de euros aproximadamente. Para reducir los gastos de desempleo (que hoy está por encima de los 30.000 millones de euros al año) en otros 5.000 millones hay varias fórmulas: reducir el número de meses que se percibe la prestación, disminuir la tasa de cobertura, o eliminarla cuando se rechace alguna oferta de empleo (algo que ya viene proponiendo la CEOE a modo de avanzadilla). Y, finalmente, para cuadrar el último tramo re recortes, Rajoy tiene dónde elegir. Podría adelantar la introducción de la euroviñeta para el transporte en camiones (como obligará Bruselas en 2013), lo que supondría 2.700 millones más. Podría elevar el céntimo sanitario o introducir un copago de 1 euro por receta (como ha hecho el gobierno de Mas en Cataluña), lo que le daría unos 1.500 millones adicionales; o finalmente, podría terminar jugándole una mala pasada al PSOE si subiera el impuesto del patrimonio (grandes fortunas), revisara la remuneración a las energías tradicionales (intentando compensar el golpe a las renovables), o incrementara los impuestos al alcohol y al tabaco. Todas ellas fueron propuestas de Rubalcaba en campaña para recaudar entre 2.000 y 4.000 millones más, pero servirían a Rajoy para terminar de cuadrar una cuentas muy complicadas, al tiempo que barnizaría sus recortes con un tinte progresista.

Haga lo que haga, lo cierto es que no lograremos sacarnos los asfixiantes recortes de encima y tendremos otro año más de grave crisis económica y creciente desigualdad social. Eso deprimirá aún más a la población española y, por tanto, alejará de nuevo la recuperación. Esperemos que esa dinámica cambie a base de alternancia democrática en los líderes de la zona euro, empezando por Francia en 2012 y siguiendo por Alemania en 2013. A los españoles nos vendría de maravilla.

 

La reforma laboral se olvidó de las oportunidades

Por: | 21 de febrero de 2012

Oportunidad-imagen
Esta primera entrada del blog quería haberla dedicado a explicar el título del mismo. Mi propósito era haber concentrado esta primera pieza en la paradoja según la cuál una crisis generada por el 1% (sobre todo vinculado al sector financiero) está siendo soportada por el 99% de los ciudadanos, sin que las políticas que se vienen aplicando desde hace 4 años terminen de dar resultados ni hayan repartido justamente los sacrificios de la crisis.

Pensaba hablar también del incremento de la desigualdad previo a la crisis financiera (y que en cierto modo está en su origen, como apunta Rajan), pero que será mucho más fuerte como consecuencia de los recortes generalizados en todos los países desarrollados. Como señala Stiglitz, hoy el 1% de la clase alta en EEUU controla ya el 40%, cuando hace dos décadas apenas superaba el 33%. En España esos desiquilibrios están más controlados (el 1% más rico posee el 20% de la riqueza nacional) aunque su tasa de crecimiento durante las últimas décadas ha sido también muy llamativa. Eso supone que el otro 99% de la población debe repartirse el 60% de la riqueza restante en EEUU (80% en el caso de España). Es decir, más gente para disfrutar de una menor proporción de riqueza. Ese mayor número de gente (los autodenominados como el otro 99% de la población) es además quien sufrirá en mayor medida los recortes en educación, sanidad y pensiones.

Fíjense en que más allá de esa enumeración de recortes en el estado de bienestar, he dejado fuera todos los cambios que se están produciendo en el mercado de trabajo en los últimos 2 años, porque creo que merecen un tratamiento diferenciado. Es precisamente la reforma laboral aprobada por el gobierno del PP la que se ha metido en la agenda económica justo cuando yo comenzaba a escribir este blog, y la que me ha hecho cambiar el tema general de este primer post. La actualidad manda y por eso le voy a dedicar una reflexión especial, consciente en todo caso, de que el debate sobre la desigualdad no sólo se limita al ámbito del reparto de rentas, sino que está también estrechamente vinculado a las discusiones sobre el mercado laboral.

Frente a la educación, la sanidad y las pensiones (que son sistemas de protección universal con buenos resultados en términos de equidad en España), la parte de nuestro estado de bienestar donde hay más desigualdades sigue siendo el mercado de trabajo. Esto puede parecer una paradoja, pero es importante que asumamos esta realidad de partida antes de emitir una opinión sobre las últimas reformas (del PSOE y del PP). Desde hace años tenemos en España lo que los economistas llamamos un mercado de trabajo dual, donde el 30% de los trabajadores tienen contratos temporales (con indemnzaciones bajas que en el caso máximo llegan a los 12 días por año trabajado), mientras que el otro 70% tiene contratos fijos (con indemnizaciones de 45 o 33 días por año). Todos ellos suman 17 millones de ocupados, que conviven con otros 5,5 millones de parados, lo que en realidad convierte a nuestro mercado laboral en un mercado trial (parados, temporales y fijos). Si se suman los temporales y los parados, son casi tantos como los fijos. Y los jóvenes están en los primeros grupos, mientras que los mayores están en el segundo.

Desde que el gobierno del PP anunció la mayor reforma laboral de la democracia, las protestas de las centrales sindicales y de los partidos de izquierda se han concentrado en denunciar la pérdida de derechos de los trabajadores. Me parece una crítica acertada pero incompleta. En mi opinión, la reforma laboral no es mala únicamente porque baje el despido efectivo de 45/33 días a 20 (en el caso de los despidos procedentes, que pasarán a ser la mayoría), sino porque no hay medidas de calado para impulsar el empleo.

Con un mercado de trabajo tan desigual como el que tenemos, con la crisis tan brutal que padecemos y con el nivel de paro que hemos acumulado, la cuestión sobre la que más deberíamos debatir es cuáles son la reformas necesarias para crear nuevas oportunidades a los que no las tienen. El foco de los más progresistas debería concentrarse en aquellos que no tienen empleo, ni esperanza de encontrarlo o posibilidad de auto-generárselo. La situación de los que sí lo tienen y pueden perderlo con mayor facilidad es preocupante, pero no más que la de los que llevan meses, o años, sin ninguna perspectiva laboral.

Por eso creo que la crítica a la reforma planteada por el PP es que no propone nada serio con respecto a las políticas activas. No hay ni rastro del sistema alemán de formación-empleo (porque aunque se enuncia y se crea una bolsa personal de formación, no dota de recursos adicionales ni hay atisbos de inminencia en su desarrollo); tampoco hay ninguna medida que personalice el reciclaje de los parados (como en el sistema danés) o que utilice de forma efectiva el sector público para mantener a los desempleados con un buen entrenamiento práctico, mientras los trabajadores en activo salen a formarse (como en el modelo sueco). Las posibilidades de renovar nuestras políticas activas son numerosas, pero la reforma apenas las aborda. Y cuando la reforma ofrece iniciativas positivas (como la posibilidad de combinar subsidio y salario) nadie parece prestarles atención, ni siquiera desde el propio gobierno.

En definitiva, creo que para analizar esta reforma y las que vengan, el punto de vista hay que situarlo en la generación de oportunidades. Las reformas y recortes serán buenos o malos desde esa perspectiva, porque lo que nuestro país necesita es más movilidad social, más emprendimiento y más productividad. Aunque algunos no lo quieran ver, esa es también una manera muy eficaz de avanzar hacia una sociedad más igualitaria, al tiempo que se genera un nuevo modelo de crecimiento y se sale de la crisis.

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