Economía con valores

Sobre el blog

Comentarios y opiniones plurales al hilo de la actualidad realizados por profesores del IESE. Su objetivo es introducir en el debate económico nuevas ideas que puedan enriquecer a los lectores en la visión de la economía. *Las opiniones expresadas por los autores son de su exclusiva responsabilidad y no representan necesariamente al IESE o la Universidad de Navarra.

Sobre los autores

IESE

El IESE es la escuela internacional de dirección de empresas de la Universidad de Navarra. Tiene la aspiración de proporcionar una contribución duradera a la profesión de la dirección. Este enfoque, centrado en las personas, refleja nuestro convencimiento de que el objetivo de los empresarios y directivos debe ser servir a las personas y a la sociedad.

La moda se apunta al comercio ‘on line’

Por: | 29 de agosto de 2012

SANDRA SIEBER, profesora de Sistemas de la Información.

Una de las categorías de comercio electrónico que más va a subir este año es la de accesorios y de ropa. ¿Y por qué ocurrirá esto? Porque estamos ante una categoría que tradicionalmente ha sido poco proclive a este tipo de comercio. Y la situación en los últimos años ha cambiado. 

Sandra SieberEn primer lugar, porque se han modificado mucho las formas de visualización. Antes no se podía ver bien lo que se estaba comprando y ahora podemos comprobar extremadamente bien los productos que están en venta. La nueva tecnología permite visualizar mejor los colores, acercarnos al tejido e incorpora lupas para fijarnos más en los pequeños detalles. Además, las mejoras de las técnicas de visualización nos permiten incluso ver un producto puesto en un maniquí, muy parecido a nosotros.

Un segundo aspecto a tener en cuenta es la facilidad actualmente a la hora de devolver un producto, si cuando lo tenemos en nuestro poder no nos gusta o no nos sienta bien. En un primer momento era complicada esa operación, pero llegó la empresa Zappos y determinó que la devolución fuera gratis. Esa decisión permitió salvar la segunda barrera al comercio electrónico de accesorios y de ropa.

Y nos queda un tercer nivel fundamental. Como cada vez Internet es más grande y tiene más información y más ‘ruido’, cómo podemos encontrar lo que estamos buscando y que nos gusta. En este capítulo hemos constatado un gran avance últimamente, al salir más sitios que nos permiten encontrar mejor lo que estamos buscando. El ejemplo más sonado de los últimos meses quizás sea Pinterest, que es un tablón en línea donde las personas colocan el pin de aquello que les interesa. Yo puedo seguir así a gente que normalmente marca la tendencia que está bien. Este fenómeno, que recibe el nombre de ‘Social curation’, me permite seguir aquello que posicionan otras personas y que me interesa.

Entonces si encuentro lo que quiero, lo puedo devolver si no me cae bien y además lo puedo ver muy bien antes de comprarlo, pues perfecto, y así verificaremos en los próximos meses un auge de la adquisición de la moda a través del comercio electrónico.

Face IT–IESE Technology Blog

 

© Sandra Sieber. Profesora de Sistemas de la Información en el IESE. Doctora en Gestión por el IESE-Universidad de Navarra y Licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.


Un nuevo modelo de negocio llega al mundo de la televisión

Por: | 22 de agosto de 2012

JOSEP VALOR, profesor de Sistemas de la Información.

Hace unas semanas tuvo lugar en Estados Unidos la presentación de una empresa de nueva creación, una 'startup', que busca financiación y cuyo modelo de negocio consiste en que cuando una persona quiere suscribirse a un canal de televisión, a un proveedor de radiotelevisión, del tipo de una compañía de cable, en lugar de abonarse directamente a esa sociedad lo hace a través de la nueva empresa.

Josep ValorLa 'startup' paga la suscripción, que recibe del ciudadano, almacena todo el contenido que suministra el proveedor de cable y lo envía a su destinatario a través de Internet. Este sistema tiene varias ventajas. La primera es que al estar grabados todos los contenidos, el usuario puede verlos no solo en el momento que se emiten sino cuando lo considere más oportuno. Es como una grabadora digital personal pero de múltiples canales.

Y además lo almacena para toda la vida. ¿Qué significa esto? Pues que si uno se abona a un determinado programa, puede verlo sin ningún problema cuando lo desee, aunque haya pasado un año.  Esto sirve tanto para programas como para retransmisiones deportivas, por ejemplo, que se emitan a través del canal suscrito.

El novedoso sistema tiene al menos dos ventajas. Una, evidente, consiste en la capacidad de acceso a múltiples canales simultáneos en cualquier momento; y la otra es que, desde el punto de vista tecnológico, el suministrador sólo recibe la señal del proveedor una sola vez, aunque tenga cincuenta, cien o diez mil clientes de pago. El tráfico, de alguna manera, entre el proveedor de contenidos y la 'startup' es único, ya que esta última tiene como fin grabarlo todo.

Así, la idea fundacional de la nueva sociedad es grabar todo lo que se emita y hacerlo llegar luego a sus abonados, y el sistema a aplicar no es excesivamente caro. Entonces, ¿seguirán siendo necesarios los canales de televisión como los conocemos actualmente? El futuro está por ver, pero mi impresión personal es que veremos cambios fundamentales en los próximos años, en cuanto tengamos más ancho de banda desde estos nuevos intermediarios hasta cada una de nuestras casas.

Face IT-Technology Blog

 

© Josep Valor. Profesor de Sistemas de la Información en el IESE Business School. Ph.D. (Investigación Operativa) por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y Ph.D. Ciencias en Ingeniería Médica por el programa conjunto en Ciencias de la Salud de la Universidades de Harvard y el MIT.


Algunas ideas sobre la deuda pública (y 2)

Por: | 15 de agosto de 2012

ANTONIO ARGANDOÑA, profesor de Economía.

Del ‘Blog de Antonio Argandoña’.- Hay también ocasiones en las que la deuda tiene mucho sentido. Si usted pide un crédito para montar un negocio, seguramente generará unos ingresos adicionales, gracias a los cuales podrá pagar los intereses del crédito sin empobrecerse por ello. Por tanto, las causas del déficit público que están detrás de la deuda que tenemos son importantes. Y, lamentablemente, una buena parte de nuestra deuda no sirvió para generar futuros ingresos.

Antonio ArgandoñaPermítame el lector que abunde sobre todo esto con un ejemplo sencillo. Supongamos que tengo 100 euros, que puedo depositar en el banco, que me ofrece un interés del 10% anual. Y quiero comprar un traje, que cuesta 100 euros. El sastre me ofrece tres alternativas: pagar al contado, pagar dentro de un año con un interés del 10% anual o convertir mi deuda en una deuda perpetua, pagando cada año 10 euros durante infinitos años. ¿Cuál de las tres opciones es mejor para mí?

Respuesta: las tres son iguales. Si pago al contado, hoy dejo de tener los 100 euros que tenía, y dentro de un año no tendré nada en mi banco. Solo tendré un traje (que no está mal).

Si pago dentro de un año, mis 100 euros en el banco se habrán convertido en 110, pero entonces tendré que pagar 110 (nominal más intereses). Volveré a tener cero en mi banco, como en el caso anterior. 

Y si convierto mi deuda en perpetua, dentro de un año tendré 110 en mi banco, pero tendré que pagar 10, de modo que me quedarán 100, que al cabo de otro año se habrán convertido en 110, de los que tendré que volver a pagar 10 y me quedarán 100, que dentro de otro año se habrán convertido en 100… y así hasta el fin del mundo. No estaré mejor que en las dos primeras opciones: tendré más activos en el banco, pero también tendré una deuda por el mismo importe.

¿Para qué sirve este ejercicio tan elemental? Para comprobar algo que dije en el post anterior (Algunas ideas sobre la deuda pública 1): bajo ciertas condiciones, la deuda es irrelevante. Pero bajo otras condiciones no lo es.

Primer caso. En el ejemplo anterior, si el tipo de interés que me ofrece el banco es, digamos, el 5%, o sea, es menor que el 10% de la deuda, dentro de un año mi cuenta corriente se habrá convertido en 105 pero tendré que pagar 110 al sastre: he salido perdiendo. O sea, si el rendimiento de la inversión es menor que el coste de los fondos, endeudarse es una mala idea. (En el caso de la deuda pública, lo relevante no es el rendimiento privado, el 5%, sino el social; si el conjunto de la sociedad gana el 10% ó más, la capacidad de devolver los intereses será mayor y el endeudamiento será una buena idea).

Gasto público e impuestos
Por eso dije más arriba que la causa del déficit es importante. En principio, el gasto público corriente debería financiarse con impuestos y no con deuda, porque el pago de pensiones, el sueldo de los funcionarios o el seguro de desempleo no generan nuevos ingresos futuros (aunque, claro está, satisfacen necesidades de los ciudadanos, que merecen ser tenidas en cuenta). La inversión pública, por su parte, puede financiarse con deuda, siempre que cumpla las condiciones anteriores, especialmente la de ofrecer una rentabilidad social más alta que el tipo de interés de la deuda (cosa que, me temo, no ofrecen muchas inversiones que en su día se calificaron como rentables, como las AVE a no se sabe dónde o los aeropuertos para no se sabe qué vuelos). Y si, como es lógico, la inversión pública tiene rendimientos decrecientes (los nuevos proyectos serán, probablemente, menos rentables que los anteriores, más necesarios), el argumento en favor de financiar la inversión con deuda es cada vez menos sólido.

Segundo caso. Si el volumen de mi deuda es demasiado alto, el que me presta el dinero querrá cubrirse de mi posible quiebra, cobrándome un interés más elevado, digamos el 12% (o sea, la prima de riesgo será del 2%). Y entonces la deuda vuelve a ser una mala opción, porque dentro de un año tendré 110 en el banco pero deberé pagar 112 al sastre. Este es, pues, un argumento contra un volumen de deuda demasiado alto.

En resumen: la deuda que se queda en nuestro país no es una carga para nuestros hijos, pero el reparto de costes (pagar los impuestos) y beneficios (cobrar los intereses) no será indiferente para la sociedad. La deuda que tenemos con el exterior sí es una carga para nosotros, porque es un pasivo para nosotros y un activo para los inversores extranjeros. Endeudarse cuando la rentabilidad social de los proyectos es más alta que el coste del crédito es una buena idea, que las empresas conocen muy bien (y que las familias deberían conocer, aunque no siempre lo ponen de manifiesto); eso es lo que queremos decir cuando afirmamos que endeudarse para poner en marcha proyectos que generen rentas futuras puede ser bueno. Y endeudarse cuando el volumen de deuda crece más que el PIB es una mala estrategia.


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Algunas ideas sobre la deuda pública (1)

 

© Antonio Argandoña. Profesor de Economía y titular de la Cátedra "La Caixa" de Responsabilidad Social Corporativa y Gobierno Corporativo en el IESE-Universidad de Navarra. Doctor en Economía por la Universidad de Barcelona. Conferenciante, autor de numerosos libros y artículos y es titular del 'Blog de Antonio Argandoña'.


CIS: Economía y Política, de la mano

Por: | 08 de agosto de 2012

JOSÉ RAMÓN PIN ARBOLEDAS, profesor de Dirección de Personas en las Organizaciones y Ética Empresarial.

CIS: la economía, el problema para los españoles. El barómetro del CIS de julio retrata la economía española. Son mayoría aplastante los ciudadanos que piensan que la situación económica es regular, mala o muy mala. El sondeo de ese mes indica que lo más preocupante es el paro: el 57% lo consideran el primer problema, el 78% lo sitúan entre los tres primeros. La siguiente preocupación son los problemas de índole económico: 17% lo consideran el primer problema y el 46% entre los tres primeros. 

José Ramón Pin ArboledasLa percepción sobre el paro es dramática. Si se pregunta a los desempleados si esperan encontrar trabajo en los próximos doce meses, el 65% lo consideran entre poco probable y nada probable. 

También la política
Además, según el CIS, para los españoles la gestión del Gobierno sobre la economía es entre regular (29%), mala (31%) y muy mala (22%). La actuación política de la oposición también sale muy mal parada: el 88% la califican entre regular, mala y muy mala. Los políticos son la tercera preocupación de las españoles.

En lo tocante a si inspiran, o no, confianza los líderes de los dos partidos, Rajoy y Pérez Rubalcaba, la situación es preocupante. El primero inspira poca o ninguna confianza al 78% de los encuestados y el segundo al 85%. Gana el presidente de Gobierno, que da mucha o bastante confianza al 20%, frente al líder de la oposición que solo obtiene el 14%. Victoria pírrica.

¿Un matrimonio indisoluble?
Y es que, en estos días, economía y política son un matrimonio sin divorcio. Si la primera va mal, la segunda también. Si la primera funciona, la segunda se recupera ante los ciudadanos votantes.

Por tanto, dado que en unos pocos meses veremos recuperar la confianza en la economía española, probablemente la política también lo hará ¿Por qué digo esto? Porque, aunque no lo parezca, hay síntomas de recuperación económica. Es verdad que apreciarlo exige una mirada con precisión y algo de fe. Pero, ahí van algunos datos inequívocos:

-- La exportación. Mes tras mes se superan las perspectivas de ventas al exterior.

--La resistencia al alza de la prima de riesgo. Ni el ruido de las autonomías, ni las indecisiones de Draghi, el presidente del BCE, ni la intransigencia de Alemania consiguen que vuelva a superar los 600 puntos. Es más tiende a estabilizarse a la baja.

--La recuperación del IBEX35. La bolsa ha descontado ya las turbulencias y vaticino una recuperación, lenta, pero sostenida.

Es decir que, tarde o temprano, como Rajoy piensa, la economía tirará de la política. Sin embargo, será a largo plazo. Un ingeniero lo llamaría la segunda derivada. Primero, los indicios económicos se consolidarán. Luego vendrá la recuperación política. La pregunta que se hacen el PP y el PSOE es si será antes de las próximas elecciones o no.

 

© José Ramón Pin Arboledas. Director académico, profesor de Dirección de Personas en las Organizaciones y Ética Empresarial y titular de la Cátedra de Gobierno y Liderazgo Público en el IESE Business School. Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, Máster en Administración de Empresas por el IESE-Universidad de Navarra e Ingeniero Agrónomo y Licenciado en Economía por la Universidad de Valencia.


Algunas ideas sobre la deuda pública (1)

Por: | 01 de agosto de 2012

ANTONIO ARGANDOÑA, profesor de Economía.

Del 'Blog de Antonio Argandoña'.- He sufrido un ataque de profesoritis (ya saben, esa enfermedad de los profesores que, de repente, nos hace entrar en trance y dar una clase). Es sobre la deuda pública. 

Antonio Argandoña“Cada español deberá pagar no sé cuántos miles de euros para devolver nuestra deuda pública”, nos dicen los medios de comunicación de vez en cuando. No. La deuda pública no hay que devolverla. Bueno, a lo mejor hay que devolver una parte, pero no toda. Usted, lector, y yo sí que hemos de devolver nuestra deuda, porque tenemos una vida finita, y nadie nos prestará si sospecha que vamos a morir pronto, a no ser que dejemos garantías suficientes (una casa era una buena garantía, al menos hasta hace unos años), o un seguro de vida, o la firma de los hijos para que continúen pagando la hipoteca. El Estado no tiene ese problema, porque su vida es infinita: detrás de un gobierno vendrá otro, de modo que la continuidad está garantizada. Y ningún gobierno se negará a hacer frente a las deudas de su predecesor porque, en caso contrario, nadie le prestaría. En todo caso, el gobierno puede cobrar impuestos de sus ciudadanos, o sea, puede disponer de los ingresos necesarios para cumplir con sus obligaciones financieras. 

Es por ello que la deuda pública simplemente se refinancia. El gobierno recibe crédito (coloca, por ejemplo, deuda pública a tres años) y cuando esa deuda vence, emite nueva deuda para devolver la anterior. A esto me refería cuando decía que la deuda no hay que pagarla: cada emisión de deuda sirve para pagar una anterior (o para aumentar el endeudamiento, como hemos podido comprobar en los últimos años). 

Esto puede no funcionar, claro, si se pierde la confianza en esa deuda, esto es si se considera que el país puede ser insolvente (en eso consiste la crisis de la deuda soberana que tenemos ahora). En tal caso, el gobierno no conseguirá renovar el crédito y, entonces sí, se le exigirá que lo pague, como los bancos hacen con nosotros, los particulares. Y esto ocurre, precisamente, cuando el país está en peores condiciones para pagar su deuda. Pero la vida es así: también a nosotros los bancos nos persiguen para prestarnos cuando no necesitamos el dinero y nos persiguen para que lo devolvamos cuando no podemos devolverlo.

Intereses de la deuda
Lo que no debe dejar de hacer el país es pagar los intereses de la deuda. Lo mismo que nosotros: los bancos miran con más simpatía al deudor que paga puntualmente cada mes, porque de este modo el problema queda disimulado. ¿Podrá seguir pagando más adelante?, se pregunta el banco. No lo sé, contesta; por ahora va pagando, o sea que… sigamos así.

Si la proporción de la deuda pública sobre el PIB es baja, y no se espera que vaya a crecer en el futuro próximo, el gobierno no tendrá problemas para refinanciar su deuda, al menos como regla general. La crisis de la deuda soberana aparece cuando el porcentaje de deuda pública sobre PIB es muy alto, o cuando se espera que crezca mucho. Lo primero puede ser síntoma de mala gestión fiscal en el pasado: el gobierno gastó más de lo que ingresó durante mucho tiempo y, claro, su volumen de deuda creció (es el caso de Japón, de Italia o de Grecia). Lo segundo puede ser síntoma de mala gestión fiscal reciente (el gobierno gasta más de lo que ingresa y no parece ser capaz de parar esta tendencia), o de falta de confianza de los mercados, que imponen tipos de interés muy altos (la famosa prima de riesgo) y, claro, si tienes que pagar un interés del 20 por ciento anual, a menos que tus ingresos crezcan más del 20 por ciento, tu marcha hacia la quiebra es imparable. Sospecho que el lector no se acaba de creer todo esto. ¡Sería tan bonito no tener que devolver la deuda!

La pregunta que ahora quiero plantearme es la siguiente: ¿Es la deuda pública una carga que imponemos sobre nuestros hijos? Pues… a veces sí, y otras no. Depende de a quiénes llamemos “nuestros hijos”.

Supongamos que España es un país cerrado, sin relaciones financieras con el exterior. Nuestra deuda pública es 100, y cada año hemos de pagar 5 de intereses. El gobierno tendrá que cobrar impuestos por valor de 5, de modo que, efectivamente, esos intereses son una carga para nosotros, los ciudadanos españoles, que hemos de sufrir esos impuestos. Pero esos intereses los cobramos también nosotros, los ciudadanos españoles, de modo que, como colectivo, la deuda no es una carga. Claro que esto puede provocar una redistribución de la renta, si son unos ciudadanos los que pagan los impuestos y otros los que cobran los intereses. Pero, insisto, como país, todo queda en casa.

Cuando la deuda la tenemos con los de fuera
El problema es diferente si la deuda está en poder de extranjeros, porque entonces somos nosotros, los españoles, los que sufrimos los impuestos, pero no cobramos los intereses, que van a parar al bolsillo de los extranjeros. Esta es, al menos, una parte del problema que sufrimos ahora: la parte (elevada) de nuestra deuda en poder de no españoles acaba suponiendo una transferencia de recursos hacia ellos: directamente, si son extranjeros los que poseen nuestra deuda, o indirectamente, si son nuestros bancos los que poseen esa deuda pero la financiaron con créditos en el exterior, cuyos intereses tienen que pagar (y, en algún momento, cuyo nominal tendrán que devolver).

¿Significa esto que endeudarse es una mala idea? No necesariamente. A veces la deuda es necesaria. Si el país sufre un terremoto, necesita hacer un gasto extraordinario para reconstruir las zonas devastadas, y esto exige endeudarse.

 

© Antonio Argandoña. Profesor de Economía y titular de la Cátedra "La Caixa" de Responsabilidad Social Corporativa y Gobierno Corporativo en el IESE-Universidad de Navarra. Doctor en Economía por la Universidad de Barcelona. Conferenciante, autor de numerosos libros y artículos y es titular del 'Blog de Antonio Argandoña'.


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